El nuevo parque Independencia: la memoria del Zoo, una calle con vida propia y muchos paisajes
Las jaulas del viejo Zoo será huertas; las fuentes lugares de encuentro; el parque peatonal; las pérgolas darán sombras y una nueva calle será el gran lugar de encuentro. Algunas directrices del proyecto ganador sobre 24 propuestas presentadas.

Audionota: Guillermo Crisafulli
Por Mario Minervino / [email protected]
Como “El viejo parque Independencia” se mencionaba ya en unas notas publicadas por este diario en 1951 al paseo, cuando se concretaron obras renovadoras para el lugar, sin modificar el trazado propuesto en 1911 por el Tiro Federal, entidad gestora del paseo.
Han pasado 110 años y ahora el paseo tiene un proyecto que busca jerarquizarlo, ponerlo en valor y generar nuevos espacios de ocio, entretenimiento y recreación, con la premisa de respetar su historia y las distintas capas que fueron generando su fisonomía.
El estudio ganador del concurso convocado por la municipalidad y con la organización del Colegio de Arquitectos es de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y está integrado por profesionales jóvenes, que desde 2008 vienen desarrollando una amplia labor arquitectónica.
Están agrupados bajo el nombre de Buenos Aires Arquitectura Grupal (BAAG) y desde el momento que tomaron la decisión de participar del concurso consideraron que, por la escala del parque, era la oportunidad de “proponer un espacio integrador, convocante, inclusivo, autosuficiente, de uso comunitario, que se destaque por su variedad de propuestas cívicas, culturales y vecinales”.
El arquitecto Gabriel Monteleone, uno de los titulares del estudio, mencionó a La Nueva una particularidad del trabajo realizado: No trazaron una sola línea del proyecto hasta que no estudiaron en profundidad la historia del lugar, sus antecedentes, sus cambios, sus elementos simbólicos, las opiniones vecinales y los rasgos que lo identifican.
“Comenzamos por relevar todo el paseo. Identificamos sus lugares característicos; sus fuentes, sus pérgolas, el antiguo zoológico. No pretendíamos hacer un nuevo parque, sino respetar y mejorar el existente sumando nuevas propuestas”, señaló.
Por eso nunca dudaron, por caso, en la necesidad de respetar las huellas del antiguo zoológico, las edificaciones existentes y mantener los sitios identitarios. Todos adaptados e integrados a un nuevo trazado.
Sin calles, pero con “la calle”
El nuevo parque Independencia será peatonal. Para caminantes, silencioso. Pero sumará una calle nueva, que rodeará al paseo recostada sobre el paredón del Tiro Federal, una franja hoy ignorada y degradada. Es, en parte, la idea fuerte, la más valorada del proyecto, una intervención que además mejorará la vinculación con sectores desconectados del barrio.
La nueva calle conecta Balboa con D’Orbigny y generará un paseo gastronómico y de actividad recreativa, incentivando una zona que dará lugar a una planta baja comercial que dinamizará las actividades diurnas y nocturnas del parque.
La calle generará que los usuarios se acerquen de manera directa al sector noreste del parque, habilitando además espacios de estacionamiento.
Los árboles no se tocan
De acuerdo a lo planteado en las bases del concurso, el proyecto reconoce el valor que tienen los árboles, arbustos y otros tipos de vegetación existentes. El nuevo parque se organiza en cinco unidades de paisaje. Una de ellas, preexistente, compuesta de especies exóticas. Las restantes representan ambientes naturales de la región como el humedal, el pastizal pampeano, el bosquecillo serrano y el cardenal.
Se busca atraer a la fauna perteneciente a estos ecosistemas, en condiciones de refugio, hábitat y alimento.
Las demoliciones serán mínimas. En la fuente “mapa de la provincia de buenos aires y faros”, se realizará un nuevo humedal, reutilizando escombros y tierra extraída.
Las huellas del zoo serán respetadas y simbolizarán la relación entre seres humanos y no-humanos.
“Ninguna jaula será retirada porque tienen un valor cultural, forman parte de la historia de una ciudad que en un momento tuvo un zoológico y ahora decidió no tenerlo”, indicó el estudio.
Su permanencia significa la visibilización de una época y la restauración de estos recintos. Por eso serán revalorizadas generando espacios de huerta, reciclaje, compostaje, eco-canje, y creando espacios de capacitación y reunión.
El Club Hípico tendrá un vínculo directo con el exterior y más visibilidad, al igual que el jardín botánico.
Aprovechando la topografía existente sobre el muro del Tiro Federal se acentuará el desnivel, generando un zócalo elevado, un paseo novedoso acompañado de una serie de miradores que serán parte de un espacio memorable y renovado del conjunto.
Paredón y después
Parte del paredón que recorre el borde del parque sobre la avenida Pringles será demolido, evitando así barreras y obstáculos, aunque quedarán algunos fragmentos para la pausa y el descanso, franjas esporádicas del murete con asientos y equipamiento.
Las pérgolas se mantienen, necesarias para propiciar sombras y puntos de referencia. Las fuentes serán reconvertidas en tarimas y plataformas de encuentro, como espacios de reunión.
“Mantener las preexistencias es parte de una postura que entiende la historia como una sucesión de capas que se superponen y lugares referenciales de una ciudad como espacios memorables en los recuerdos y las historias de sus habitantes”, dicen los autores.
Qué dijo el jurado
Pieza clave de cualquier concurso, el jurado destacó de la propuesta ganadora “la fuerte decisión de abrir una “calle” vehicular, polo gastronómico y ferial” que le otorga al planteo una doble ventaja, por un lado acceder a todos los puntos a lo largo del parque y por otro descomprimir la avenida Pringles.
También hizo algunas observaciones. Por caso pide al estudio “una reflexiva contemplación” sobre el tratamiento de algunos desniveles en el terreno, en particular el zócalo sobre el Tiro Federal, “procurando una economía y mejorando su accesibilidad”.
Se recuerda que el proyecto ganador “no es vinculante”, es decir que la municipalidad puede o no tomar todas las ideas y propuestas que éste incluya.
Bruno y Chila: el sentimiento bahiense del equipo ganador
Bruno Marcolini es bahiense y desde hace dos años trabaja en BAAG, el estudio ganador del primer premio. Egresado de las escuelas medias de la UNS, estudió arquitectura en la Universidad de La Plata, hizo una maestría en Cuba, regreso un par de años en nuestra ciudad, donde realizó varias obras en Villa Ventana y Monte Hermoso, hasta que ingresó al estudio porteño.
Fue él quien llevó la inquietud del concurso del parque a sus compañeros.
“En noviembre me enteré de la convocatoria y llevé la idea al estudio. Yo tenía cierta experiencia en este tipo de concursos y por ser bahiense me encargué de visitar el parque, hacer un relevamiento fotográfico, transmitir mis conocimientos, mis recuerdos del zoo, esa cierta desconexión del paseo con el resto de la ciudad. De alguna manera coordiné un equipo de nueve personas que trabajamos a la par durante muchas semanas”.
Bruno reconoce su confianza en el trabajo final y en una idea que fue tomando fuerza y profundidad a medida que la elaboraban.
“La posibilidad de ganar en un concurso siempre es difícil. Pero esperábamos al menos tener algún premio”, confesó
“¿Qué fue lo primero que hice cuándo supe que éramos el equipo ganador?: la llamé a mi abuela, para contarle”. Eso hizo Bruno.
Llamó a Bahía y compartió su alegría con Alcira Zabalza, “Chila”, su abuela de 95 años, que se emocionó hasta las lágrimas.
“Después hablé con el resto de mi familia y celebramos en el estudio, fue todo muy emotivo y un final feliz para un trabajo de muchos meses. Pero primero llamé a mi abuela, eso hice”, agregó.
Ideas locales destacadas
Dos equipos bahienses merecieron el segundo y tercer premio del concurso, lo cual da cuenta de la participación de profesionales locales a la hora de buscar mejorar su ciudad como así también el valioso grado de creatividad e ideas.
El segundo premio fue para las arquitectas Analía Ocampos y Valentina Di Giorgio, teniendo como colaboradores a Florencia Laineker, Julieta Laineker, Manuela Álvarez Obiol, Agustín Meineri.
Acerca del trabajo el jurado señaló: “El planteo reconoce un punto álgido de arribos como plaza circular de carácter cívico e institucional, transformando el eje histórico de acceso en una condición radial que permite hacer una lectura unitaria del conjunto verde y sus intervenciones. Se destaca la puesta en valor de las pérgolas, reforzando el carácter simbólico histórico del lugar incorporándolas al espacio cívico propuesto”.
El tercer premio correspondió al equipo integrado por Leonardo Parigiani, Antonela Mansur, Juan Sebastián Olea y Juan Giovino. Colaboraron Natalia Gilardi, Manuel Morón y María Victoria Irigoin, todos profesionales de la arquitectura, y la Ingeniera Agrónoma María Cristina Mendaña.
El jurado señaló: “La decisión de generar un solado longitudinal que abarque y acompañe el borde principal (calle Pringles) es valorable, vocación clara de articular el borde urbano al parque a través de una transición de “plaza pública larga”, todo ello se complementa con la centralidad de la feria”.
Pablo Ricchieri, la idea
El general Pablo Ricchieri fue un destacado militar y político argentino, que residió en nuestra ciudad entre 1905 y 1907. En esa época ya era una gloria, uno de los últimos guerreros de las luchas civiles y responsable directo de la modernización del ejército argentino.
Siendo ministro de Guerra del presidente Julio Argentino Roca dispuso la creación, mediante una ley que llevaba su nombre, del servicio militar obligatorio. También recreó el cuerpo de Granaderos a Caballo creado por el general José de San Martín y le asignó la custodia oficial de la Casa Rosada.
Ricchieri llegó a Bahía Blanca en 1905, designado jefe de la Segunda Región Militar. Fue durante esa estadía que planteó la idea de crear un parque vecino al Tiro Federal, un espacio que sirviera de “ornato, higiene, vigorización física y templo de enseñanzas saludables” para fomentar “ejercicios físicos, tiro y baños de natación”, entre otras actividades.
Si bien el paseo no se concretó de inmediato, su idea se mantuvo y en 1911 comenzó a gestarse en la chacra 428, con la idea de ser inaugurado el 9 de julio de 1916, centenario de la Independencia.
Ricchieri falleció en 1936. Desde 1951 sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en la que la previamente fuera la tumba de Bernardino Rivadavia. Una estatua con su figura señala el lugar.
El parque de la Independencia, tal su nombre real, fue luego municipalizado, en la década del 50 pasó a la órbita provincial y a fines de los 60 regresó a poder comunal.