Quiso ser Gershwin y fue Piazzolla
Si uno escucha atentamente sus tangos, subyace permanentemente la inocultable respiración de la milonga, cuyo compás es el 2 x 4, y del tango propiamente dicho.
Carlos Carrizo / Espacial para “La Nueva.”
Dedé Wolff, madre de sus hijos Diana y Daniel, me relató en una entrevista que le realizara en su departamento de la avenida Entre Ríos 555, que “Astor quería hacer con el tango, lo mismo que George Gershwin con el jazz”. Esto es, nutrirlo con armonías aprendidas de los músicos universales y adosarle una rítmica más dinámica y atrapante, sin desvirtuar su esencia.
Gershwin murió en 1937 a los 38 años, en los inicios de su renovación musical, plasmada su famosa Rapsodia en Blue, Concierto en Fa para piano y orquesta, Obertura cubana y su eterna ópera Porgy and Bess. Además, escribió decenas de temas para exitosas comedias musicales, que siguen enriqueciendo el género jazzístico.
Si uno escucha atentamente los tangos de Piazzolla, subyace permanentemente la inocultable respiración de la milonga, cuyo compás es el 2 x 4, y del tango propiamente dicho, (compás de 4 x 4), pero acentuado en la primera, la cuarta y la séptima nota de los octetos de ese compás, para insuflarle mayor énfasis y vigor rítmico. Es decir, el 4 por 8.
Aquí radica el original estilo piazzolliano; aunque circunscribirlo a este único hallazgo, sería minimizar su riqueza armónica y su notable vena melódica, emparentada con el barroco. Todo esto realzado por una expresión musical de honda sensibilidad que puede o no gustar al oyente, pero nunca dejarlo indiferente.
No hay dudas que la música de Piazzolla responde a un intérprete informado, producto del talento innato adosado a sus cinco años de integrar la orquesta de Aníbal Troilo (1939 a 1944), donde escribió 21 arreglos, otros cinco de estudios con Alberto Ginastera, su curso de dirección orquestal con el austríaco Herman Scherchen y a sus decisivos ocho meses con la famosa pedagoga Nadia Boulanger en París, desde mediados de 1954 a comienzos de 1955.
Siempre relató Piazzolla que esta profesora (fallecida en 1979 a los 92 años de edad) dio en la tecla. Luego de analizar su Sinfonía de Buenos Aires, ganadora del premio Fabien Sevitzky en 1953, le señaló: “Está bien escrita, pero aquí no está Piazzolla” Y le preguntó: “¿Qué hace usted en Buenos Aires?”. Cuando él le respondió que tocaba tangos, le pidió que ejecutara alguno al piano. Entonces Astor interpretó “Triunfal” (1952) y ella detuvo sus manos y le dijo: “Aquí sí esta Piazzolla, no lo deje nunca”.
De retorno a Buenos Aires y con el pensamiento musical clarificado (avanzar desde el corazón del tango), Piazzolla formó su Orquesta de Cuerdas, y grabó Tango del Angel, Melancólico Buenos Aires, Fuimos y Siempre París (con Jorge Sobral), Prepárense, Tres minutos con la realidad, Loca Bohemia, Del bajo fondo, Inspiración y una revolucionaria versión de La cumparsita, que genero efectos “devastadores” para el tanguero ortodoxo. Lo cual fue respondido por sus defensores a ultranza, quienes la rebautizaron La cumparzola.
Mayores reacciones despertó el Octeto Buenos Airees, de corta duración. No sólo incorporó un segundo bandoneón (Pansera primero y Federico después), sino la guitarra eléctrica con el juvenil Horacio Malvicino. Este conjunto inició la división -que aún perdura en algunos tangueros- entre vanguardistas y tradicionalistas, que lo sindicaron como “el destructor del tango”.
“Me llamaban para insultarme o amenazarme de muerte”, indicó Piazzolla, y lo mismo confesaron años después Horacio Malvicino y Fernando Suárez Paz, su último violinista. Quien estas líneas suscribe, comprobó “in situ” en abril de 1989, cómo un taxista lo hizo bajar del auto, disconforme con su manera de interpretar el tango.
Cada agresión recibida era respondida por Piazzolla con innovaciones detonantes. En mayo de 1960 fundó el Quinteto Nuevo Tango, que en sus dos periodos (1960-1970 y 1978-1988) desplegó un arte musical jalonado por 3.500 títulos, tal como están registrados en la Sociedad de Autores y Compositores de Francia, que lo tiene como “uno de los autores más prolíficos del siglo XX”.
También su obra comprendió infinidad de títulos para grupos de cámara de variadas formaciones y sus dos conciertos para bandoneón y orquesta de cuerdas, la Historia del Tango, Tangazo, la Suite Punta del Este, Homenaje a Lieja, Tres tangos sinfónicos, Concierto de nácar y su versión orquestal de Adiós Nonino, Oblivion y Libertango, posiblemente sus temas más interpretados en todo el mundo.
Son relevantes sus grabaciones, y un par de actuaciones, con los jazzistas Gerry Mulligan (1974) y Gary Burton (1986). En ambos casos aclaró: “Interpretan mi música, no la de ellos”. Y quedaron truncos sendos proyectos con Chick Corea y Al Di Meola.
Debemos mencionar su ensamblada asociación con el poeta Horacio Ferrer, que cristalizó en unos 60 temas a partir de 1966, con especial énfasis Balada para un loco, Chiquilín de Bachín, Preludio para el año 3001 (Renaceré) y Balada para mi muerte; y su extensa obra María de Buenos Aires (1968) que Gidon Kremer la presentara por el mundo con el aporte vocal (alternadamente) de Hernán Salinas, Julia Zenko, Jairo, Guillermo Fernández y Raúl Lavié, entre otros.
También musicalizó textos de Ernesto Sábato (Sobre héroes y tumbas), en 1964; y de Jorge Luis Borges (El tango y hombre de la esquina rosada) en 1965.
Como cantantes de su quinteto Nuevo Tango intervinieron Nelly Vázquez, Héctor De Rosas, Amelita Baltar y José Ángel Trelles. Para actuaciones o grabaciones especiales convocó a Jorge Sobral, Edmundo Rivero, Jairo, Roberto Goyeneche, Raúl Lavié, Teresa Parodi, Daniel Ríolobos, Roberto Yanés, Egle Martin, las italianas Milva y Mina, y el francés Julien Clerc.
A fines de la década del 80, Piazzolla accedió a que su amiga Eladia Blázquez escribiera sentidas letras para Adiós Nonino e Invierno porteño.
Entre los dos períodos del quinteto, Piazzolla formó el Conjunto Nueve, que visitó dos veces nuestra ciudad en 1972, para culminar con su última actuación en la Argentina, liderando un sexteto, que debutó en junio de 1989 en el Teatro Opera. El recital se denominó “Adiós Buenos Aires”, como una premonición del infarto cerebral que sufriría el 5 de agosto de 1990 en París, para fallecer el 4 de julio de 1992 en Buenos Aires. Tenía 71 años.
En dicho espectáculo, Piazzolla se dirigió al público y, previo a la presentación de sus músicos y los temas interpretados (algunos en estreno), expresó: “Estoy frente al público más exigente, no tan prejuicioso como antes. Mi obligación es la de cambiar; de lo contrario, ustedes se van”.
Destacados músicos siguen interpretando sus obras: el cellista Yo-Yo Ma, el violinista Gidon Kremer, los pianistas Ralph Votapek, Emanuel Ax Martha Argerich y Carlos Franzetti, los directores Zubin Mehta y Daniel Baremboin, entre otros nombres internacionales.
El acordeonista francés (y amigo personal) Richard Galliano armó un conjunto de cuerdas para brindar recitales con las partituras originales de Piazzolla, quien le enseño los “secretos” del bandoneón.
En la faz personal, sus parejas fueron Dedé Wolff (1942-1966), Amelita Baltar (1968-1975) y Laura Escalada, desde 1976 hasta su muerte.
Quienes lo conocimos, dentro y fuera de la escena, guardamos el recuerdo de su talento –ya universal- convencidos de su auténtica creatividad – infiel a la rutina- empecinado honestamente en desarrollar y proyectar un tango acorde con la sociedad del momento. Y, afortunadamente, quiso ser Gershwin y fue Piazzolla.
Sus visitas a Bahía Blanca
El debut de Astor Piazzolla en nuestra ciudad con su Quinteto Nuevo Tango tuvo lugar el 8 de octubre de 1961.
Se integraba con Elvino Vardaro (violín), Jaime Gosis (piano), Oscar López Ruiz (guitarra eléctrica), Enrique “Kicho” Diaz (contrabajo) y Héctor De Rosas (cantante).
Había sido contratado por los empresarios Alberto Fort y Segundo Fernández para actuar en la sede del club Olimpo (Sarmiento 52) pero el deceso de su presidente, el doctor Domingo Ighina, determino el cese de las actividades en adhesión al duelo.
Entonces se decidió que se presentara en la sala del Palacio del Cine, donde se exhibía el filme “La burrerita de Ypacaraí”, con Isabel Sarli. Hubo cuatro funciones, a las 18 y a las 21 de cada día, con alrededor de un centenar de espectadores en total.
El 14 de octubre de 1968 fue invitado por la Universidad Nacional del Sur, Junto a Horacio Ferrer brindó una charla en avenida Colón 80 sobre “María de Buenos Aires”, estrenada meses antes en Buenos Aires. Habían llegado en tren con Alfredo Radoszynski, dueño del legendario sello discográfico Trova.
El 10 de abril y 2 de septiembre de 1972 actuó en el Teatro Municipal con su flamante Conjunto Nueve, merced a la gestión de Alberto Obiol, director municipal de Cultura. Como el cachet y los gastos de traslado corrían por cuenta de la comuna de la ciudad de Buenos Aires, se cobró una módica entrada, lo que derivó en la sala completa en ambas ocasiones.
Retornó con su quinteto al Teatro Municipal el 2 de septiembre de 1979, y al Teatro Bosco, el 1 de septiembre de 1983. Lo integraban Pablo Ziegler (piano), Fernando Suárez Paz (violin), Oscar López Ruiz (guitarra eléctrica) y Hector Console (contrabajo)
Bibliografia en nuestro país
1969. Con Piazzolla, de Alberto Speratti. Editorial Galerna.
1987. Astor, de Diana Piazzolla. Emecé.
1987. Piazzolla del 46, de Gaspar Astarita. Grafer Editores.
1991. A manera de memorias, de Natalio Gorín. Editorial Atlántida.
1992. Piazzolla. La música límite, de Carlos Kuri. Editorial Corregidor.
1994. Piazzolla, loco, loco, loco, de Oscar López Ruiz. Ediciones La Urraca.
1998. Astor Piazzolla.El luchador del tango, de Mitsumasa Saito. Japón.
2001. El tango culminante, de Nudler, Delhor y Fernández. Editorial Buenos Aires.
2002. Astor Piazzolla. Su vida y su música, de María Susana Azzi y Simon Collier. Editorial El Ateneo.
2006. Astor Piazzolla.Fulgor de bandoneón. Diario "La Nación".
2008. Que no se entere Piazzolla, de Hermenegildo Sábat. Fondo Cultura Económica.
2008. Estudios sobre la obra de Astor Piazzolla, de Omar García Brunelli. Gourmet Musical.
2009. Imágenes de Piazzolla, fotografías de Carlos Carrizo. Edición del autor.
2009. Piazzolla, el Malentendido, de Diego Fischerman y Abel Gilbert. Edhasa.
2010. Astor Piazzolla. Tango del ángel, tango diablo, de J. A. Monsalve. Editorial Bogotá.
2015. Piazzolla y yo, de Horacio Malvicino. Edición de AADI.
2017. Astor Piazzolla, la revolución del tango. Orlando Restivo.
Su música en el cine
1949: Con los mismo colores, Bólidos de acero y El cielo en las manos.
1953: Stella Maris.
1954: Sucedió en Buenos Aires.
1955: Continente blanco., Marta Ferrari y Los tallos amargos.
1956: Una viuda difícil y Violencia en la ciudad.
1957: Tango ballet.
1959: Sábado a la noche, cine.
1960: Quinto año nacional y Las furias.
1961: Los que verán a Dios y Detrás de la mentira.
1962: La fin del mundo.
1963: Paula Cautiva.
1965: Con gusto a rabia.
1966: Las locas del conventillo.
1967: Las pirañas.
1968: La fiaca.
1969: Pulsación.
1970: Con alma y vida.
1975: Llueve sobre Santiago, Luna de miel y Lumiere.
1976: Servante et maitresse y Armaguedon.
1979: El infierno tan temido.
1982: La intrusa. Volver, Bella donna y Somos.
1984: Cuarteles de invierno, El exilio de Gardel y Enrique IV.
1985: Sur
Opiniones de músicos y artistas
Julio De Caro: "Piazzolla encabeza un grupo de músicos dedicados a jerarquizar el tango y, al igual que yo, enfrenta una dura lucha".
Osvaldo Pugliese: "Astor aporta desde los años 60 a la música popular sus valiosos conocimientos en una nueva factura orquestal, que influyó mucho en los medios tangueros".
Osvaldo Fresedo: "Piazzolla es un moderno armonizador y brillante instrumentista. Sabe interpretar el tango con todo su sabor".
Argentino Galván: "Su aporte al tango debe recibirse sin reservas Quienes lo resisten y atacan demuestran la torpe defensa de su ignorancia".
Lucio Demare: "Piazzolla es el creador de un cantábile maravilloso que realza la melodía. Es la labor artesanal de un músico que sabe lo que hace".
Teresa Parodi: "Tuve la fortuna de cantar en su quinteto. Me aconsejó que me animara a hacer la música de mi tierra. “Sea usted misma”".
Julio Bocca: "Es para mí un enorme placer poder bailar su melancólica música; sobre todo fuera de la Argentina".
Lalo Schifrin: "Piazzolla ha sabido encontrar un lenguaje universal que tiene color de tango. Su actividad creadora vuela hacia el infinito".
Hermenegildo Sábat: "Astor es un perfeccionista dotado que ha ejercido su profesión con enorme dedicación y disciplina".