Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La escuela, ante el enorme desafío de revincular y proteger la salud de millones de estudiantes argentinos

La vuelta a clase en plena pandemia se presenta como un desafío. La alternancia entre presencialidad y virtualidad marcará otro período marcado por el virus.

El de este año no será una mera vuelta a clases; será un regreso a la escuela.

   Burbujas, reducción de aforos, sistemas híbridos que combinarán -y alternarán- presencia física y virtual, nuevos recreos, distancia social, higiene personal e institucional. Con estas y otras medidas preventivas, el sistema educativo argentino afronta uno de sus más grandes desafíos: la vuelta a la escuela de 11,5 millones de chicos y adolescentes tras un año de ausencia obligada por la irrupción de la pandemia.

   El de este año no será una mera vuelta a clases; será un regreso a la escuela, ese espacio físico que resignificó su valor en tanto institución que reduce brechas y desigualdades sociales.

   La escuela, en articulación con otras instituciones del Estado, debe además intentar recuperar a los alumnos que, ya sea por razones sanitarias y/o socioeconómicas, no pudieron tomar contacto con su docente en la virtualidad, aún con los recursos volcados por la administración nacional y las jurisdicciones.

   Un relevamiento nacional realizado el año pasado por el Ministerio de Educación da cuenta que poco más de un millón de alumnos, tuvieron en 2020 un contacto nulo o de tres veces por mes con su maestra y, en consecuencia, con los conocimientos que le impartía.

   Incluso enmarcado en un modelo híbrido de presencialidad y virtualidad, el inminente ciclo lectivo 2021 propiciará un reencuentro que servirá para que chicos, padres y docentes comiencen -o retomen- el trayecto de intercambio de saberes y experiencias en un espacio físico en el que los estudiantes construyen futuro y ponen en juego sus alegrías y sus frustraciones.

   Uno de los principales e inmediatos desafíos será evaluar in situ el impacto de las ausencias.

   Cada comunidad escolar, en una tarea sinérgica que involucrará a padres, docentes y directivos, deberán trabajar para recuperar la formación educativa de aquel millón de alumnos, apoyados por un Estado que, con ese propósito, lanzó el Programa Acompañar-Puentes de Igualdad.

   Esta iniciativa involucra a Educación y otros ministerios y esta destinada a identificar a quienes desertaron del sistema en cada provincia con el objeto de apoyarlos con distintos recursos, proyectos y propuestas pedagógicas para lograr su revinculación.

   “El derecho a la educación es una responsabilidad indelegable del Estado. En la complejidad de 2020 y en el marco del retorno a la presencialidad, establecimos pautas vinculadas al regreso voluntario a la escuela, y la recepción fue positiva”, aseguró Nicolás Trotta, ministro de Educación.

   Y agregó que el desafío será tener “una presencialidad cuidada desde una perspectiva federal en articulación con cada una de las jurisdicciones”.

   Uno de los efectos de la pandemia fue mostrar las desigualdades que en educación ya existían antes de marzo de 2020. Y esta desigualdad se evidenció durante los nueve meses de aislamiento, tanto en la capacidad de acceso que los alumnos tuvieron a un dispositivo (computadora y teléfono móvil) o a internet, como en el capital educativo de los padres, que debieron convertirse muchas veces en docentes.

   Y aquí los datos son reveladores. Según el sondeo realizado por la cartera educativa, sólo el 20 % de los hogares contaba el año pasado con una computadora en el domicilio y sólo el 46 % tenía un buen acceso a internet. El 30 % que no tenía acceso a internet fija lo hacía a través del celular y el 3 % no accedía.

   La discontinuidad del programa Conectar Igualdad, a partir de 2015, profundizó esa situación, con lo que en la vuelta a la escuela “se verán aulas muy heterogéneas, en las cuales el principal desafío será la nivelación de saberes”, coinciden los especialistas.

   En este aspecto serán las provincias, con apoyo de Nación, las que elaborarán sus programas de reorganización de contenidos pedagógicos y algunas de ellas ya diseñaron clases especiales, que además priorizan la concurrencia a la escuela, orientadas a aquellos alumnos en situación de vulnerabilidad.

   La excepcionalidad que experimentó no sólo el sistema educativo argentino y mundial -la Unesco calcula que 160 millones de alumnos quedaron sin ir a la escuela- abarca además la salud mental del alumno y la reconstrucción de las rutinas familiares.

   Un estudio difundido por investigadores del Conicet da cuenta que es imprescindible, además de trabajar para que las desigualdades en términos de saberes y conocimientos no se sigan profundizando, reforzar la implementación de estrategias orientadas a lograr otros objetivos de la educación, vinculados con el desarrollo de valores, actitudes y expectativas.

   Indica además que en este momento de crisis educativa podría ser oportuno ponderar en mayor medida la atención de las necesidades emocionales de los estudiantes, reforzando el vínculo de éstos y sus familias con la institución escolar, con el objeto de evitar el abandono escolar.

   La virtualidad, herramienta que resultó fundamental para sostener la continuidad pedagógica de miles de alumnos en 2020, “llegó para quedarse” por lo que una vez superado el nivel de heterogeneidad en las aulas, será tiempo de incorporar la tecnología que miles de docentes debieron aprender para mantener el contacto con sus alumnos.

   Carlos Skliar, investigador educativo del Conicet y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) aseguró: “Ir a la escuela y tomar clases no son sinónimos. La vuelta a la escuela es la vuelta de la comunidad a la vida pública y eso hace la diferencia”.

   “El año pasado sí hubo clases, lo que no hubo fue escuela. Se trabajó en el formato que se pudo, de manera precaria y con mucho esfuerzo que rozó la extenuación de los educadores y las familias, pero mostró la diferencia de que ir a la escuela y tomar clase no son sinónimos”, detalló el investigador.

Habrá rotación de alumnos por semana en la provincia

   El Gobierno bonaerense definió que en las escuelas que por su situación edilicia deban dividir en grupos a los alumnos, la rotación presencial se hará en forma semanal, según adelantó Agustina Vila, directora general de Cultura y Educación provincial.

   “Lo que estamos promoviendo es generar bloques semanales. Es decir una semana sí, una semana no en aquellas escuelas que no permitan la presencialidad todos los días. Los chicos irán una semana al colegio y estudiarán desde sus casas la semana siguiente”, precisó.   

   La funcionaria estimó que unas 4.000 escuelas podrán cumplir con la presencialidad completa los cinco días de la semana, mientras que otras 12 mil deberán alternar en grupos a los alumnos.

   Vila precisó que en los casos de las clases presenciales “serán de cuatro horas por día. “El protocolo rector es la distancia, lo que provoca que en algunas escuelas haya que subdividir a los grupos, ahí la presencialidad no será todos los días de las semanas sino alternada”, precisó.

   El Plan Jurisdiccional para el Regreso Seguro a Clases Presenciales establece pautas para la organización institucional de las escuelas para posibilitar el distanciamiento social, la adecuada circulación de aire, la limpieza y desinfección de los establecimientos y la higiene personal.

   Entre las pautas generales de cuidado, se encuentran el uso obligatorio de tapabocas para estudiantes, docentes y auxiliares; la distancia social entre estudiantes y docentes, de al menos de un metro y medio entre estudiantes y de dos metros del docente en el aula, y de otros dos metros en espacios los comunes.

También contempla la higiene frecuente de manos (al menos cada 90 minutos), el control de temperatura al ingreso del establecimiento (máximo 37,4º C), la ventilación de los ambientes (al menos cada 90 minutos) y el mantenimiento de las puertas y ventanas siempre abiertas.

   La organización de los ingresos y egresos de las escuelas está prevista en horarios escalonados que eviten la concentración de personas como pautar 15 minutos de diferencia entre los horarios de salida y entrada de los grupos de estudiantes.