El cura argentino que le cambió los colores a Mozambique
Misionero desde hace siete años en el país africano, el sacerdote hace de médico, carpintero, albañil, lo que sea para ayudar a una comunidad de extrema pobreza. Y, de paso, hacerla de Racing, su gran pasión para nada oculta. ¡Todo lo contrario!
Walter Gullaci / [email protected]
Más allá de haber tomado los hábitos de sacerdote, nada es habitual en el padre Juan Gabriel Arias...
Su labor humanitaria en Mozambique lejos está de ser un padecimiento. Todo lo contrario.
El ignoto país africano con el que convive desde hace siete años le proporciona todo tipo de imágenes y sensaciones. Diversas. Ambivalentes.
Subyace en cada rincón la extrema pobreza. Pero también esos colores y vivencias que la tornan inigualable, según asegura este hombre que profesa un amor incondicional hacia sus semejantes.
Simplemente eso.
“Acá, en Mozambique, sólo me siento un instrumento para que la gente pueda mejorar un poquito su calidad de vida. Si bien hay mucha que sufre, me quedo con todo lo positivo que se puede hacer. Con esos pequeños logros que se consiguen para cambiar la realidad de una familia, como ayudarle a construir su casa, por ejemplo”, sostuvo el sacerdote en el programa Gente de Palabra, que se emite por CNN Bahía, FM 96.3.
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Juan Gabriel lleva a cabo su labor en la misión San Benedicto de Mangundze, pequeña localidad ubicada a 240 kilómetros de Maputo, capital de Mozambique.
Más de la mitad de la población tiene menos de 18 años y gran parte de ella vive en zonas rurales, casi a la intemperie.
El sacerdote puntualiza, como de gran relevancia, el desayuno que desde hace cinco años se les brinda a 15.000 chicos gracias a la donación que llega de la Fundación Messi.
“Es un tema que mucha gente desconoce y que coordina el papá de Lionel. Esto no sólo pasa por la comida que se les proporciona en las escuelas, sino también por la educación. Porque los chicos ya no faltan a clase. Así aumenta la matrícula escolar, baja la deserción, mejora la calidad de estudio, los chicos tienen mejores notas... Es muy importante todo esto”.
Un problema de extrema gravedad, en Mozambique, es la falta de agua.
“El agua es vida. Y acá es un recurso muy escaso. Si podríamos solucionar el problema del agua en todas estas zonas le cambiaríamos mucho la calidad de vida a su gente. Con el acceso al agua ellos además promueven huertas, le dan de beber a sus animales. Es clave acá”.
-¿Por qué eligió Mozambique, Juan Gabriel?
-Siempre me gustó trabajar en lugares donde hay más pobreza. Falta de curas. Desde que ingresé al Seminario pensaba cumplir el sueño de alcanzar ciertos ideales. Y como había otros argentinos trabajando en Mozambique, en el año 2000 tuve la oportunidad de realizar una experiencia de tres meses acá y bueno, me enamoré de este país. Tan es así que ya llevo radicado siete años”.
--Su tarea va mucho más allá de lo sacerdotal.
-Hago un poco de todo. De cura, de médico, carpintero, de albañil, mecánico. Hay que darse maña para todo. Incluso hago hasta de jugador y técnico de fútbol (risas).
-¿Y qué ocurre con el hombre, más allá del cura? Se supone que en algún momento surgen ciertas preguntas, preocupaciones, miedos.
-A ver. Yo no me identifico con la imagen del cura o del misionero que deja todo para servir a la gente, que se sacrifica por el otro, o que llega a un lugar como éste a entregarse, a dar su vida. Yo la paso bien. No renuncio a cosas elementales que hacen a la felicidad. Y acá es donde la encuentro.
“Cuando estoy en la Argentina extraño un montón a Mozambique. Obvio que extraño a mis amigos de Argentina. ¡Extraño a Racing! Pero siento que éste es mi lugar en el mundo. Me planifico como persona estando acá. Diría, aunque suene raro, que mi zona de confort es Mozambique”.
Su profunda pasión por Racing lo llevó hasta pintar una Iglesia de Buenos Aires, en Barracas, donde él daba misa, con los colores blanco y celeste de la Academia.
Por otra parte resultó uno de los fundadores de un club al que denominó Racing de Mozambique (compite en segunda división), que viste ropas donadas por el club de Avellaneda.
Y hasta le ha puesto nombres de jugadores emblemáticos del club de Avellaneda a sus mascotas.
“Durante cuatro años y medio fui dirigente de Racing y fundé una hermosa iniciativa, el Racing Solidario, proyecto al que de alguna manera sigo ligado. Y bueno, tengo que decir que también pinté de blanca y celeste la Iglesia de Mozambique donde ejerzo mi función. Tengo que reconocer que fanaticé a todos con Racing. Antes que el Barcelona o el PSG, acá son todos enfermos de la cabeza de Racing (risas)".
Juan Gabriel se ilusiona con unos negritos de Mozambique jugando para el club de sus amores.
“Tengo la idea de que dos chicos de acá, de muy buena técnica, se vayan a probar a Racing, que hagan una buena experiencia en el club, en Argentina. Pero con esto de la pandemia todo se complicó. Sería un sueño para nosotros”.
El tatuaje
La mención del tatuaje que lleva en su brazo derecho con la figura de Jesús con el corazón en celeste y blanco despierta las risas del cura.
“En realidad se lo copié al Chiche Arano (Carlos, campeón con el equipo de ‘Mostaza’ Merlo en 2001). Me encantó. Yo me lo hice igual, pero más grande (risas)”.
El padre Mujica
-Imposible no vincularte al padre Mujica (asesinado por la Triple A). Más allá del rótulo de cura villero, muy afecto a trabajar en sitios marginados, en labores humanitarias. Como vos. Y también muy identificado con Racing...
-Él era un fenómeno. Un mártir moderno. Transitó una época muy complicada. Lamentablemente se han dicho cosas muy erradas sobre él. Quizás hoy no sería bien visto que un cura se juegue fuertemente, políticamente hablando, como lo hizo él, pero aquello fue a conciencia. Tenía convicciones muy fuertes. La realidad es que él nunca apoyó la violencia. Trabajó contra la violencia. Solía decir: ‘yo estoy dispuesto a morir por los pobres, pero nunca a matar’.
“Te cuento. El padre Mujica jugaba muy bien al fútbol. He hablado con los campeones mundiales de Racing del ‘67, y me decían que iba al Cilindro con su Siambretta y la dejaba cerca del vestuario para que se la cuiden. Era como el capellán de aquel gran equipo”.
La imaginación del pobre
En su red de Twitter, Juan Gabriel suele subir imágenes insólitas de la vida cotidiana en Mozambique. Algunas de ellas desopilantes.
“Es una forma de visibilizar la imaginación del pobre, cómo se las rebusca. Situaciones que sólo ocurren acá, en Mozambique. Como la de seis personas por allí andando arriba de una motito o la de un buey adentro de un 4L”.
“Mozambique es la patria que elegí. La elegí como mi país. Aquí es donde quiero vivir hasta el final de mis días, sin renegar de mi lugar de origen”.
-Días pasados escribiste por twitter que te sentías orgulloso de ser argentino al ver la llegada de la donación de 450 mil dosis de vacunas contra el coronavirus.
-Es así. Hoy estamos pagando el precio de la falta de generosidad de las grandes potencias de no inmunizar a toda la población mundial. Incluso de no haber abierto las patentes. De allí la aparición de esta nueva cepa (Ómicron), lo que se ha transformado en un boomerang. En el pecado está la penitencia se dice en teología. Y es así.
“Obviamente que Mozambique, por su muy precaria situación económica, no compró vacunas. Depende de las donaciones, como la que llegó desde Argentina. Si bien no es tan alto el nivel de infectados que tenemos, sí es altísima la tasa de mortalidad una vez que la gente se interna. Y ello se debe al frágil sistema sanitario con el que cuenta el país. Acá prácticamente no hay respiradores, ni terapias intensivas, ni nada. Si el cuerpo no responde al tratamiento, a la medicación, o si no se tiene la suerte de contar con el poco oxígeno existente, no hay chances de sobrevivir”.
Un ámbito que le resulta muy preocupante al padre Juan Gabriel es el de las infancias. Y que haya tantos jóvenes fuera del sistema.
“El Papa Francisco sostiene que es un segmento descartado por la sociedad. Como que esos chicos flagelados por la droga y la pobreza son los que sobran. No se gobierna ni se piensa en ellos. Y lo primero que debemos hacer es no estigmatizar a los jóvenes. De hecho yo he trabajado con muchos que han dejado la droga, el alcohol, la violencia. Personas totalmente recuperables que necesitan sentirse parte. Cuando la sociedad los descarta y los coloca en la vereda de enfrente, el escenario se torna mucho peor, porque muchos de ellos se radicalizan”.
Rafita, la universitaria
No hace mucho el padre Juan Gabriel despidió del aeropuerto de Mozambique a Rafita, hija de su empleada doméstica, quien voló hacia Buenos Aires gracias a un programa de intercambios universitarios para cursar una licenciatura en la Universidad Católica Argentina (UCA).
“Si yo no les doy esta oportunidad no se las da nadie”, aseguró por entonces el cura argentino.
Su regalo al Papa
“El Papa Francisco tiene tanta apertura, en todos los sentidos, que hasta me recibió con una sonrisa el regalo de una camiseta de Racing siendo él tan fana de San Lorenzo”.
Lautaro, su vínculo con Bahía
-¿Tuviste algún vínculo con Bahía Blanca alguna vez?
-No estrechamente, aunque les debo agradecer que nos hayan enviado a Lautaro Martínez (risas), a quien obviamente le tengo un gran cariño. Pero sólo he pasado eventualmente por Bahía cuando me trasladé al sur, a Bariloche.