Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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​​​​​Escenario político: una ciudad bajo amenaza

Ayer se produjo un nuevo acto intimidatorio en un local del Frente de Todos. En el último año en Bahía Blanca hubo innumerables amenazas de bomba así como ataques vandálicos en espacios públicos, más una explosión en otra sede partidaria. Todo con un denominador común: nadie encuentra a los responsables.

La sede de Lavalle al 300, sitio de la última amenaza. (Emmanuel Briane - La Nueva)

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   La colocación de un artefacto sospechoso en un local del Frente de Todos, detonado ayer tras un fuerte operativo de los servicios de emergencia, se constituyó en un nuevo acto de violencia política en Bahía Blanca.

   Seis meses atrás, luego de la explosión de una bomba en la sede de La Cámpora, desde esta columna se alertaba sobre la teoría de la ventana rota

   "Existe un concepto en criminología denominado la teoría de la ventana rota. Propone que si en un edificio alguien rompe una ventana y nadie la arregla, los atacantes tenderán a romper otras. Y, de continuar la desidia por parte de quienes deben cuidar la estructura, los delincuentes terminarán tomando al edificio por asalto".

   Efectivamente, aquel ataque permanece impune y todo el tiempo aparece alguien que sigue destrozando el ventanal.

   En los últimos meses se registró una insoportable sucesión de amenazas de bomba en edificios públicos y privados que alteró el ritmo de la ciudad, incluyendo 66 llamados solo en la Municipalidad. También hubo episodios vandálicos en parques y plazas, así como una grave intimidación a la referente de la comunidad mapuche Olga Curipán. A la lista se agregan pintadas antisemitas en instituciones judías.

   Excepto por la detección de un par de adolescentes que hicieron un llamado a una escuela para zafar de clases, ninguno de los hechos más serios tiene culpables con nombre y apellido. La primera ventana no se arregló, tampoco la segunda, la tercera ni el resto.

   La responsabilidad por esta ausencia de respuestas es compartida. La carencia de un buen servicio municipal de cámaras de vigilancia urbana no es suficiente para explicar la ineficiencia del sistema policial-judicial, tanto en el fuero federal como en el provincial, desde donde por supuesto se argumentará que no cuentan con los recursos para actuar con la celeridad necesaria. En un país desbordado de urgencias, nada termina siendo prioritario.

   Es difícil imaginar que detrás de cada una de estas agresiones estén los mismos autores porque son acciones con perfiles diversos, aunque existe para todos el denominador común de la facilidad para escabullirse. A esta altura no quedan dudas de que el problema se fue de las manos y, lo que es peor, todavía se puede caer más bajo.

   Por fortuna, ninguna de estas expresiones violentas derivó en víctimas. Sin embargo, como se vio en la explosión de La Cámpora que destruyó hasta vidrios del edificio de enfrente, en algunos casos jugó a favor el azar.


Foto: "La Brújula"

   El artefacto de ayer en Lavalle al 300, que no fue detectado por una amenaza previa sino que lo denunció un vecino que pasaba por el lugar y vio el paquete sospechoso con una luz titilando, contenía fotos del periodista de La Brújula Germán Sasso con la leyenda "Terrorista" y una acusación de desinformar. 

   En las imágenes Sasso tiene en la mano su libro "Operación Facundo", sobre la causa por la muerte de Facundo Astudillo Castro, y lo sostiene junto con Victoria Tolosa Paz en una foto y, en la otra, con Diego Santilli. En esa obra, el periodista refuta la teoría de la culpabilidad de los policías bonaerenses en la desaparición del chico. 

   Un primer análisis llevaría a creer que los delincuentes buscan señalarlo como una suerte de cómplice de una maniobra ilegítima apañada desde lo más alto del Estado. Una acusación absurda por donde se la mire. Aunque también pueden ser mensajes para mezclar todo e intentar confundir.

   Y la confusión seguirá mientras no haya respuesta. Bahía Blanca no parece una ciudad donde la violencia reine como clima social. No obstante, hay gente que continúa demostrando de manera sobrada su capacidad para perturbar.

   ¿Hay responsabilidad en "los discursos del odio"? Seguramente no ayudan, pero habría que identificar con claridad cuáles son. Vivimos en una sociedad agrietada, donde la discusión pública se profundiza desde los extremos. El límite entre antagonismo y odio a veces es difuso. De todas formas, la verdad es que nadie con algún grado de representatividad llama a poner bombas ni amenaza a sus adversarios, mucho menos en este distrito.

   Es probable que quienes emprenden estas intimidaciones sean grupúsculos muy minoritarios, sin grandes estructuras de respaldo. Pero eso es apenas una hipótesis. Para que se confirme hace falta acelerar una maquinaria investigativa que funciona demasiado lento.

   Mientras tanto, no hay que confiarse. Bahía se convirtió en una ciudad bajo amenaza.