Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Pasos hacia la búsqueda de un protagonismo regional

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

   En al menos tres despachos de la Casa Rosada coincidían esta semana en que el presidente Alberto Fernández ha dado algunos pasos muy puntuales destinados a cumplir con un objetivo que se planteó, aseguran, incluso antes de que la tragedia de la pandemia se abatiera sobre la Argentina y el mundo. El Presidente, sostienen los confidentes, quiere trascender la gestión puramente interna de su mandato y proyectarse hacia una suerte de protagonismo regional que al menos por ahora  nadie se animaría a confundirlo con la búsqueda de un “liderazgo” entre sus pares del continente. Aunque en reserva admitan que hacia allí apunta.

   Tal vez las circunstancias políticas y económicas dentro del contexto local e internacional -sólo el paso del tiempo dirá si es así- hayan operado para que Fernández ensaye ahora mismo esos pasos, cuando la incertidumbre por lo que viene y la necesidad de ir hacia consensos no solo regionales sino globales -como dejó planteado durante su intervención en el Foro de Davos- parece ser la el camino de salida.

   Puede ocurrir también que busque despegarse de algún modo de la encorsetada realidad local, que lo entretiene entre peleas internas en el Frente de Todos por la presidencia del PJ bonaerense, las complicaciones que presenta casi de improviso la provisión de vacunas, las idas y vueltas entre los gremios docentes y las autoridades por el regreso a clases presenciales, o los malos augurios para el comportamiento de la inflación en los próximos meses. Por citar apenas algunas de las cuestiones que lo atosigan fronteras adentro.

   En aquellos despachos descreen de esta última mirada y en cambio repasan con datos de sus apuntes algunos de los pasos dados por el Presidente, que les permite asegurar que hay en efecto “una búsqueda” de ese protagonismo. 

   Vale repasar algunos de esos movimientos. Dos días antes de la asunción de Joe Biden, Alberto dio señales directas hacia Washington en el sentido de que estaba dispuesto a ofrecerse como “mediador” entre Caracas y el nuevo gobierno norteamericano a los efectos de hallar una salida democrática a la crisis del país caribeño. El dato no es menor. E implica un cambio notorio del Presidente, y en todo caso cabría entender que de su gobierno, que hasta ahora se había mostrado errático con sus posturas respecto de cómo pararse frente al régimen de Nicolás Maduro. 

   Nadie se equivocaría si advierte que tal vez esa jugada no cuente con el visto bueno de sectores afines a Caracas que coexisten dentro del Frente de Todos. Pero el ofrecimiento -todavía no de manera oficial- está ahí. Y se entiende que un “mediador” justamente pone delante de todo su prescindencia absoluta de las posiciones de los factores en pugna.

   Los puristas de aquellos despachos avisan de algunos indicios, imperceptibles, que ocurrieron incluso antes de ese paso del hacia la búsqueda de un protagonismo “más hacia el centro” en el contexto regional, al menos en una primera etapa. Recuerdan por caso aquel encuentro  del 20 de noviembre entre Fernández y su colega uruguayo Luis Lacalle Pou, el primero desde que ambos asumieron y después de no pocas especulaciones sobre tiranteces en la relación. En Colonia descubrieron que tenían más coincidencias que disidencias, en especial en materia de la necesidad de unir esfuerzos en la lucha contra la pandemia, y el refuerzo a todos los niveles de las relaciones bilaterales.

   Los gestos no se detienen ahí. Tal vez, incluso, uno de los más relevantes ocurrió a comienzos de esta semana cuando Fernández recibió en Olivos al almirante Flavio de Viana Rocha, secretario de Asuntos Estratégicos de Brasil y uno de los hombres claves en el entorno de Jair Bolsonaro. 

   El presidente entregaría señales concretas de que busca un acercamiento con su par brasileño, que a su vez y a través de Viana mandó decir que “está listo” para un encuentro cara a cara. De esa cena participaron dos hombres claves en el rearmado de la relación con Brasil, que es otro giro indudable de Alberto hacia el centro, como Gustavo Béliz y Daniel Scioli. Y quedó casi fijada en la agenda esa primera reunión que Alberto y Bolsonaro mantendrán probablemente en marzo.

   Por si hace falta agregarle algún condimento a ese giro albertiano orientado a recomponer las relaciones con sus vecinos, los voceros que estuvieron cerca de esa cena rescataron un mensaje que el presidente le pidió a Viana que llevara a Brasilia con destinatario directo. “No perdamos más tiempo, ya es hora de trabajar juntos”, le mandó decir a Bolsonaro.

   En la misma línea aperturista, y tal vez en la búsqueda nomás de aquel protagonismo que lo exceda del diario y duro relato interno, deben anotarse los diálogos que el presidente mantuvo en los últimos días con Angela Merkel y Emmanuel Macron, también con Kristalina Georgieva para   enderezar un acuerdo sustentable con el FMI, y aquella posición a favor “de la vida pero también de la economía”, toda una novedad en el discurso de Alberto en medio de la pandemia, que planteó durante su participación virtual en el Foro de Davos.

   Son datos de la realidad, a los que podría sumarse recientes contactos con sus pares de Paraguay y Colombia. Claramente Fernández busca un giro en su política exterior y en su vínculo con la región, hoy dominada por gobiernos alejados de cualquier populismo, inclusive tras la llegada del economista Luis Arce a Bolivia.