Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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La estrategia de un físico del MIT para poner fin a la pandemia

"Si esto es un miedo compartido, la responsabilidad de frenarlo también es compartida", dijo Yaneer Bar-Yam. Nombró a Nueva Zelanda, Vietnam y Australia como países ejemplares del manejo de la pandemia.

Foto: Télam

   El mundo superó las dos millones de muertes y se encamina a los 100 millones de casos de coronavirus, pero lejos del pesimismo el doctor en Física del Instituto de Massachusetts (MIT) Yaneer Bar-Yam propuso en diálogo con Télam un cambio de estrategia que apunta a la eliminación del virus en lugar de la mitigación, focalizarse en regiones pequeñas, proteger las zonas sin contagios para expandir su situación y un compromiso de todos: "Si esto es un miedo compartido, la responsabilidad de frenarlo también es compartida".

   Especialista en sistemas complejos y experto en el análisis cuantitativo de pandemias, ya en 2006 estudió el impacto del tráfico aéreo en la expansión de un virus como el ébola, instó a restringir los vuelos una semana después de la detección del primer caso de Covid-19 en Estados Unidos y el 29 de febrero de 2020, 11 días antes que la Organización Mundial de la Salud lo declare una pandemia, fundó EndCoronavirus.org, una red global y multidisciplinaria de voluntarios que analizan cómo frenar su propagación.

   Los lineamientos de lo que llama la "estrategia de salida de CovidZero", los ejemplos exitosos como Nueva Zelanda, Vietnam y Australia y los desafíos que tiene Argentina para sumarse a esta lista son algunos de los temas en los que Bar-Yam ahondó en esta entrevista.

   —Hemos visto distintas estrategias propuestas como confinamientos estrictos, restricciones por zonas, inmunidad del rebaño. Usted dice que podemos frenar al coronavirus, ¿cómo?

   —Ante todo hay que entender que no funciona eso de convivir con el virus. La pregunta entonces es: ¿Qué sí funciona? Y la respuesta es una estrategia de cero casos como hizo Nueva Zelanda, Australia, Vietnam, China y las provincias atlánticas de Canadá. Hay un deseo de volver a la normalidad, pero hay dos razones por las que esto no es posible: la primera es que hay que tomar acciones para que haya cero casos y la segunda es que, aún si se consigue, deben permanecer algunas restricciones de viaje.

   —Las estrategias se dividen en mitigación (reducir el ritmo de contagios) contra la eliminación (cero casos). ¿Qué responde a quienes afirman que la eliminación es imposible?

   —Cualquiera que diga que es imposible tendrá que explicar por qué lo vemos en distintas partes del mundo. Afirman que es posible porque son islas, pero Canadá no lo es e incluso en Australia hay múltiples estados con realidades distintas. O que en China se pudo porque es una dictadura, pero también se logró en Vietnam, Tailandia, Nueva Zelanda o hasta en un pequeño pueblo de Italia en pleno rebrote (Vò, cerca de Venecia).

   —¿Cómo se consigue?

   —La eliminación es un proceso que funciona localmente. Puede ser desde un barrio, un pueblo, una ciudad, una provincia, una nación. Es un proceso local de deshacerse del virus y de reaccionar si aparecen unos pocos casos. Hay dos estrategias que se usan: una de zona roja, que es imponer restricciones cuando los casos suben, lo que no funciona; y después está la que llamamos de zona verde que es eliminar los casos localmente, proteger esa área con restricciones en los viajes e ir expandiendo más y más a otras zonas.

   En Argentina esto fue bien hecho en un principio con las restricciones a la movilidad. La zona de Buenos Aires tiene una situación particular que es la densidad poblacional y por eso es necesario dividirla en regiones.

   —¿Dónde entra la idiosincrasia de las personas en esta ecuación? Existen casos como el de Estados Unidos donde una buena parte de la población se niega a cualquier medida de Gobierno bajo el argumento que coarta su libertad.

   —Estados Unidos no es siempre el mejor ejemplo. Hay casos como Vermont que lo hizo mejor que otros estados, pero hoy existe una narrativa general de "no lo podemos hacer" cuando solía ser un país del "sí, se puede". No creo que Argentina tenga la misma actitud, allí hay un buen espíritu, aunque haya dificultades por la densidad de la población, los problemas de vivienda y los que tienen que ir a trabajar sí o sí para poder vivir. La ley del aporte único a las grandes fortunas es un buen ejemplo de entender que esto es una responsabilidad compartida y que hay una voluntad de que el esfuerzo para salir sea compartido.

   —¿Hay un fracaso en muchos países de Occidente por la ponderación de la libertad individual sobre el bien colectivo?

   —No lo creo, creo que eso es uno de los discursos en la prensa. El tema es que exista un compromiso, y no se trata de un compromiso desde un Gobierno, sino de las personas. El Gobierno debe apoyarlo, pero todos tenemos que poner nuestra parte: permanecer distanciados, en casa, sin posibilidad de que haya escuelas y en muchos casos trabajos presenciales. El Gobierno debe apoyar con ayuda financiera, psicológica y otras formas de asistencia entendiendo que hace un año que estamos en esta situación, es difícil y estamos todos cansados. Pero no hay otra solución.

   —Usted no solo previó la posibilidad de una pandemia (con el ébola y el SARS), sino que además afirma que puede suceder en el futuro con otro virus. ¿Qué errores y aciertos debemos aprender de la lucha contra el coronavirus?

   —Lo fundamental es saber que somos vulnerables. Y en orden de prevenir muertes masivas e incluso la extinción mundial, tenemos que hacer un par de cosas: lo primero es tomar esto seriamente, sobrerreaccionar para protegernos a nosotros mismos, y que si esto es un miedo compartido, frenarlo también es una responsabilidad compartida. Lo segundo es que tendremos que analizar cómo pensamos el transporte mundial. Sin transporte no habría pandemia. (Télam)