Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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¿Cuáles son las razones del incremento en la venta de maquinarias agrícolas?

De acuerdo con el Indec, se facturaron $ 28.935 millones, un 105,8 % superior respecto del mismo período de 2019. Desde CAFMA son más prudentes, pero admiten el buen momento.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva

   El productor convirtió sus granos en otra reserva de valor. Es una de las explicaciones al fenómeno del incremento de la venta de maquinarias agrícolas en el primer semestre del corriente año y que, de acuerdo con actores del sector consultados por La Nueva., la tendencia se mantendrá hasta diciembre venidero.

   La primera referencia apareció en el informe del Indec, con los datos del segundo trimestre: la facturación alcanzó los 28.935 millones de pesos, que representa un aumento de 105,8 % en relación al mismo período de 2019.

   En el desglose, los tractores presentaron el nivel de facturación más alto, con $ 10.006 millones, lo que representó una suba de 67,6 %, en comparación con igual trimestre del año anterior. En tanto, la facturación de sembradoras creció al 168,9 %; la de implementos el 141,3 % y la de cosechadoras el 100,5 %.

El crédito, clave

   Néstor Cestari, presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), entidad que agrupa a metalmecánicos de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, admitió un crecimiento, en volumen, de alrededor del 5 %.

Néstor Cestari, presidente de CAFMA.

   “No deja de ser un dato positivo, pero siempre hay que tener los pies sobre la tierra”, sostuvo.

   “Los datos del Indec son respecto de la facturación y, en muchos casos, está referido a la venta de maquinaria de gran valor e importante tecnología que repercute en el precio. Además, en algunos casos se trata de recursos que recién ingresarán en diciembre o en enero venideros”, aclaró Cestari respecto de los porcentajes que manejan en la Cámara, con cierre en este julio.

   Pero admitió: “La gente se ha volcado a comprar. Hay un período inflacionario que es una realidad; hay un dólar físico que es otra realidad y existe miedo respecto de lo que pasará luego de la pandemia. Quien tenía unos dólares los invirtió en maquinaria, ya que está a casi 140 pesos y con un gran margen respecto del oficial, que es la referencia para la compra. Por eso es conveniente invertir en el sector”.

“El año pasado se vendió un 30 % menos porque no había crédito. Y ahora notamos el repunte”, dijo Cestari.

   Cestari —en diálogo con este medio— también comentó que, si bien están en un buen momento de ventas, cierto es que 2019 fue un año malo para muchos en el sector.

   “El año pasado se vendió un 30 % menos porque no había crédito. Las máquinas grandes no se vendieron, porque el productor no podía gastar U$S 800.000 de una (sic), pero sí, admito, en un sector como el nuestro (NdR: de implementos agrícolas). Hubo una súpercosecha y con ese dinero el productor salió a comprar”, contó.

  También dijo Cestari que, hoy, el auge mayor es por las sembradoras y que, de acuerdo con lo que le han comentado los fabricantes, casi todos tienen trabajo hasta fin de este año.

   Con respecto a la participación de las unidades de origen nacional en el total de ventas, de acuerdo con el Indec, en el segundo trimestre de este año los implementos de producción nacional presentan el 90,8 %; los tractores, 70,3 % y las cosechadoras, 50,7 %, en el total de comercializadas de sus respectivos segmentos.

   En el caso de las sembradoras, si bien no se discriminan las ventas según su origen —por aplicación de la normativa del secreto estadístico— las unidades vendidas son mayoritariamente de producción nacional.

   Al margen de los datos del Indec, Cestari señaló que se necesita una ley de maquinaria agrícola nacional.

   “Cada vez que aparece un crédito con subvenciones para la máquina agrícola nacional, está AFAT (NdR: Asociación de Fábricas y Distribuidores Argentinos de Tractores y otros equipamientos Agrícolas, viales, mineros, industriales y motores) que dicen fabricar acá, pero no es así en realidad. Nosotros, desde CAFMA, no estamos en contra de que entren productos importados, porque no está bien prohibir, pero lo mejor es diferenciar”, explicó.

   “¿Qué pasa? Salen 100 millones de dólares de crédito, por ejemplo, y como una cosechadora o un tractor valen 30 veces más que un implemento, se terminan llevando el 70 % del crédito y nuestro sector se queda sin nada”, agregó.

   “Una cosechadora vale 800.000 dólares y una tolva cuesta U$S 25.000”, comparó.

   “La maquinaria agrícola no está en contra de ninguna multinacional, sino que queremos que se diferencien los productos”, comentó Cestari.

   “En determinado momento, algún gobierno, porque esto viene desde hace muchos años, debería establecer diferencias entre lo que es nacional respecto de lo que no lo es. Pero no para regalar algo, sino para tener el mismo trato que cuando salimos a competir a Brasil, en relación a quienes vienen desde allá a vender sus productos”, relató.

   Cestari celebró el hecho de que el sector sólo estuvo sin trabajar en los primeros 15 días de la cuarentena, al extremo de admitir que, en algún momento, hasta pensó en adelantar las vacaciones para el personal de su empresa, algo impensado en este momento, y resumió las necesidades del sector de maquinaria.

   “Precisamos lo mismo que el productor. El requiere invertir para estar actualizado, y nosotros también para poder competir con lo que ingresa desde afuera y  posicionarnos mejor cuando salimos a exportar”, aseguró.

Mercado de implementos

   Para José Luis Dassie, director de Metalfor, el crecimiento sostenido del sector es de alrededor de 30 % respecto de un año complejo, en ventas, como fue 2019.

   “Hasta Expoagro (10 al 13 de marzo) había una demanda contenida por falta de créditos, pero aparecieron y se pudieron hacer buenos negocios. Luego de la muestra, el productor decidió generar una reserva de valor y convirtió sus granos en maquinarias”, sostuvo.

   Dassie agregó que el sector está ávido de generar negocios para poder cambiar sus herramientas.

José Luis Dassie, director de Metalfor.

   “Está claro que cuando hay crédito a largo plazo el productor toma la decisión de comprar una máquina Okm”, sostuvo.

   Metalfor es una empresa líder en pulverizadoras y el crecimiento de este año se advierte en que, a esta altura, ya han comercializado más unidades que en todo el último año.

   En el mercado total nacional, en 2019 se vendieron unas 620 unidades y, a fin de este año, se podría llegar a unas 800.

   “Si uno analiza el contexto, asume que el mercado debería ir creciendo a partir de la incorporación de más herramientas financieras. El año 2011 (uno de los mejores) fue de 2.200 máquinas, de las cuales Metalfor vendió unas 500”, referenció Dassie, en diálogo con Pool de Periodistas por vía Zoom.

   Otra alternativa de amplia comercialización es la venta de maquinarias reacondicionadas.

   “Metalfor es la única empresa que hace la refabricación de sus propias máquinas”, comentó Daniel Brusa, director de ingeniería de la firma.

La maquinaria agrícola nacional tiene más de 1.200 fábricas, de las cuales un 30 % exporta a más de 85 países.

   “Cuando se vende una máquina nueva, en el 90 % de los casos se acepta una usada como parte de pago. Ahí se inicia nuestra tarea, también pensando en la sustentabilidad ambiental. Esas máquinas se refuncionalizan con un proceso industrial, algo que antes era sólo artesanal”, agregó.

   Las unidades se comercializan con garantías semejantes a una 0km. En algunos casos se trata de modelos 1994, con rodado bajo, sin suspensión neumática ni aire acondicionado. “Todas terminan con elementos nuevos”, sostuvo Brusa.

   “¿Precios? Hay que situarse en la operatividad de cada una, pero no superan el 50-60 % del valor de una Okm. El productor sabe que, independientemente del modelo, lo que compra no afecta su calidad de aplicación”; agregó Dassie.

   Respecto de las herramientas financieras, dijo que una alternativa viable en este incremento de ventas son los créditos a tasas fijas, con granos o con dólares y en canje.

  “Cada 100.000 dólares, el productor se ahorra cuatro camiones de maíz en un canje. Los créditos son a más de 36 meses en granos, que es la moneda fuerte del productor, a pagar en cuotas semestrales”, añadió.

   En cuanto al porcentaje de elementos nacionales de la maquinaria, aclaró que no es lo mismo una autopropulsada respecto de una de arrastre.

   “El mayor porcentaje está en los elementos de tecnología y, en este sentido, en algunas estamos rondando el 40 %. Pero en equipos de arrastre, no llega al 5 % de los elementos importados”, contó Dassie.

   “Pero vale una aclaración: si bien de importado estamos en un 40 %, cuando se mira el valor de la máquina en su conjunto el costo de fabricación tiene un impacto de arriba del 80 % de insumos dolarizados que, insisto, no quiere decir importados. Por ejemplo: la chapa la compramos a un valor dólar”, contó.

   También aludió Dassie al fomento de la industria nacional, respecto de las tasas de los créditos.

   “Los recursos del Estado no son infinitos y deben estar dirigidos a un determinado sector y, si es generador de trabajo nacional, como toda la maquinaria agrícola, pensamos que financiarlas con ese origen tiene que ser algo diferencial para el sector bancario. No debe dar lo mismo el financiamiento de una máquina que no se fabrica en el país respecto de una que sí”, amplió.

   “Tenemos que establecer eso, en forma clara, para pensar en que los recursos sean bien asignados y más accesibles, para que el productor tenga su máquina y para que la industria se mantenga en pie”, aseguró Dassie.

“Entendemos que toda tasa accesible debe ser dirigida a dar trabajo y mano de obra dentro de nuestro país”, aseguró Dassie.

    “¿Qué necesitamos? Estabilidad en el mediano y largo plazo. No se puede hacer un plan exportador si no se cuenta con un horizonte a largo plazo”, comentó Javier Grasso, gerente comercial de la empresa.

   “Más allá del financiamiento propio, necesitamos reintegros adecuados, para que sean ágiles, y la posibilidad de ingresos de divisas”, agregó.

   “Tenemos clientes (NdR: en el exterior) a los cuales estamos dispuestos a financiar en 36 meses, pero hay restricciones para hacerlo no más allá de 90 o 180 días, dependiendo de la partida arancelaria. Esto, al final, termina jugando en contra para exportar”, explicó Grasso.