Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Los cartoneros también buscan subsistir en medio de la pandemia

Con la reapertura de los comercios, reaparecieron en el macrocentro y en distintos barrios de la ciudad. A veces llenan sus carros rápido, otras les cuesta más; pero dicen que no queda otra que seguir. 

Imágenes: Emmanuel Briane - Edición video: Belén Uriarte

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

   Con la reactivación de la actividad comercial en Bahía Blanca, los cartoneros volvieron a las calles aunque la rutina es distinta: el cierre de los locales a las 17 los obliga a salir más temprano y retornar con la caída del sol.

   En el sector de Villa Caracol hay varios carros —muchos con caballos, que no se ven en el sector céntrico desde la eliminación de tracción a sangre en 2014—, aunque la mayoría traslada chatarras. Yendo hacia Noroeste también hay recolectores que trasladan lo que juntan en bicicleta o en pequeños carros que llevan caminando. Y en el centro muchos están motorizados: camionetas, autos y motos también forman parte de la actividad de los cartoneros. 

   —Algo se vende. Siempre ando con el barbijo pero hoy me lo olvidé; también tengo guantes y a veces me pongo doble —dice Nicolás, quien vive en Villa Caracol y anda en un carro a caballo.

   Él, como muchos de sus vecinos, junta más que nada chatarra y cuando tiene una cantidad considerable la vende. Sale temprano y regresa a su casa a las 16. Dice que en ese sector la gente sale igual y no todos se cuidan por la pandemia: a pocos metros, decenas de chicos corren detrás de una pelota sin ningún tipo de protección dando cuenta de eso.

   Dejando atrás ese sector que combina algunas construcciones de ladrillos con varias casas de chapas y bajando por Rondeau, se observa a un hombre que tira de un carro con su bici. La cadena está salida y por eso va caminando con el vehículo a cuestas. Cuenta que se llama Carlos, tiene 62 años y siempre trabajó como albañil, pero al no poder jubilarse por falta de aportes decidió juntar cartones.    

   —Lo hago para llegar a fin de mes… con esto le compro los remedios a mi señora, que sufre del corazón. Y así vamos tirando hasta que pase la epidemia esta, vamos a ver qué sale —dice con el barbijo puesto y una gorra con los colores de Boca.

   Cuando le sale algún trabajo de albañilería, lo agarra. Hace poco hizo contrapiso y colocó un portón y unas ventanas en un domicilio. Son tareas esporádicas, pero todo suma.

   Carlos cuenta que lleva más de un año cartoneando y que lo que más rinde es el papel blanco. Antes de la pandemia iba hasta los hospitales Español y de la Asociación Médica porque ahí conseguía mucha cantidad de ese papel, pero desde la llegada del coronavirus y viendo la cantidad de contagios decidió cambiar su itinerario. Pega la vuelta antes y recorre parte del sector de calle Don Bosco, donde funcionan varios comercios.

   —Vendo dos veces por mes. Ahora tengo nueve bolsones de cartón, dos de papel común, uno de blanco y cuatro de nylon. Con los de nylon salvo el flete. Me quedan 5 mil pesos; he llegado a hacer 8 mil pero tenés que juntar muchos bolsones.

   Sale todos los días de la semana de 13 a 17 y los domingos, de 8 a 12. Asegura que desde que abrieron todos los locales tarda menos tiempo en llenar su carro.

   En el centro se ve poco movimiento pasadas las 17. Muchos negocios dejan cajas y bolsas acumuladas en sus puertas a la espera de algún recolector. No se ven grupos de cartoneros conversando en alguna esquina, como en otros tiempos. Tímidamente algunos aparecen cerca de las 18 para recoger el material que dejaron los comerciantes.

   La mayoría tiene algún vehículo para llevarlo. Por calle Zelarrayán un hombre que transporta cartones en su moto dice que "algo se junta": circula lento y para cuando ve algún bulto en la vereda, al que luego se acerca para reconocer de qué se trata. No quiere hablar y ni bien sube la bolsa o caja a su moto se prepara nuevamente para seguir su marcha.

   A dos cuadras, más precisamente en Estomba y Rodríguez, para otro cartonero que va en moto para juntar unas cajas que dejaron sobre la vereda de una casa funeraria. No tiene problemas en contar su historia: dice que se llama Gustavo, que es papá de cuatro nenas (tiene otro hijo en camino) y que toda su vida trabajó en la calle.

   Le hubiese gustado ser futbolista o tener la posibilidad de estudiar para dedicarse al periodismo deportivo, pero no pudo. De todas maneras, se muestra agradecido: "Lo importante es seguir vivo y poder trabajar con honestidad".

   Con el barbijo diseñado por su pareja y una campera gruesa para aplacar el frío, cuenta que hace de todo para poder llegar a fin de mes: forma parte de una cooperativa de trabajo que se encarga de la limpieza de espacios públicos, hace changas como cortar el pasto y en los huecos sale con el carro para juntar papel, cartón o lo que encuentre.

   —Está un poco complicado, no hay laburo y mucha gente sale a juntar cartones. Somos los más perjudicados, porque gente que, por ejemplo, laburaba de albañil y ahora no tiene trabajo en la obra sale a juntar fierros, nos saca los metales… Yo junto cartón, fierro, chatarras, hago changuitas, pero no es ni el 10 % de lo que había antes de la pandemia. 

  Gustavo confiesa que en otros momentos podía cambiar las cubiertas de su moto o mejorar el vehículo de trabajo, pero desde hace varios meses no le queda resto para invertir. 

   Horarios no tiene. Si agarra alguna changa a la mañana, sale a cartonear a la tarde; cuando no hay nada recorre la ciudad dos o tres veces al día para llenar su carro.

   —Vendo dos veces al mes, capaz me hago 5 lucas cada quincena, es decir, 10 mil al mes. La mayoría junta cartón y el cartón no lo aumentan hace como un año. Son dos peleas: la pandemia, que la tenemos todos; y los precios de lo que vendemos que están re bajos, no los aumentan hace tiempo. Lo que más vale es el papel blanco, está 14 pesos el kilo.

 

Cuánto pagan

  La empresa de reciclados que funciona en Paunero al 300 compra el cartón a $ 7 el kilo, el papel blanco a $ 14 y el papel de segunda a $ 5. El diario vale $ 8, el nylon $ 5 y el plástico (duro), $12 (aumentó respecto al listado que se muestra a continuación).

   "Estos son los precios de lista de los particulares que vienen acá", aclaró una de las trabajadoras en diálogo con La Nueva.

   Y añadió: "Los recolectores eligen la papelera según el precio, el servicio o quienes reciben mayor pesaje. Nosotros recibimos desde papel a plásticos. A grandes generadores que entregan varias toneladas por mes se les mejora el precio".

  Por su parte, la chatarrería ubicada en Acceso Puertos al 1.400 indicó a través de WhatsApp que paga 3 pesos el kilo de chapa y $ 4 el de hierro. Los mismos valores se manejan en el local que funciona en Blandengues al 2.000.

 

Cooperativas con recolectores

   Ezequiel Antonelli, quien pertenece a Políticas Sociales del Municipio y es uno de los coordinadores de los cartoneros, indicó que en 2014 —cuando se eliminó la tracción a sangre en el macrocentro— se hizo un relevamiento de los que andaban a caballo y decenas fueron incluidos en el programa municipal de ayuda social Prenom, por el que reciben una remuneración a cambio de distintos trabajos.

   Se trata de 58 hombres y 30 mujeres de los sectores de Villa Caracol y Bajo Rondeau que, desde entonces, se abocan a distintas tareas. Entre ellas, construcción de casas para familias que no pueden pagar un albañil y de un SUM en la plaza de Villa Caracol —donde se va a llevar la escuela de adultos con oficios, para la que ya hay 40 preinscriptos—, como así también trabajos de limpieza en el barrio, plazas aledañas e instituciones municipales.

   Según indicó Antonelli, algunos continúan juntando cartones y otros elementos que transportan en camionetas: "Hay algunos carros a caballo (pocos) que andan en la periferia, más que nada chatarreando por el valor que tienen los fierros".

   También señaló que en 2017 se hizo un programa parecido para los cartoneros de Costa Blanca, quienes fueron pasando por distintas etapas y ahora pertenecen a una cooperativa de trabajo que se dedica a la limpieza y mantenimiento de los baños y los predios de las ferias de los parques.

   Se trata de la cooperativa de trabajo Tierra de Paz Limitada, que reúne a 18 cartoneros de ese sector.

   Un trabajo similar se llevó a cabo hace un año en el relleno sanitario, donde algunos recolectores pasaron a formar parte de la cooperativa de trabajo Taller Uno.

   Patricio Pañepi, también coordinador de los cartoneros —impulsó con Antonelli el proyecto "Que ningún chico de Villa Caracol duerma en piso de tierra"—, agregó que "antes les preguntabas a los nenes y nenas (de ese sector) a qué se dedicaban sus padres y te decían a cirujear; hoy te dicen que trabajan en el SUM y hacen casas".

   De todas formas, señaló que siguen siendo sectores vulnerables.

   Junto a Antonelli trabaja actualmente en la concientización del cuidado de los servicios: "Se está haciendo una obra muy grande de tendido eléctrico en Villa Caracol y la idea es que la gente pague un mínimo para que no se derroche la energía".

   Entre los problemas que más preocupan enumeró el embarazo adolescente, la violencia doméstica y las adicciones, tema que abordan en conjunto con el centro de salud del sector. 

   "Falta mucha educación. Tratamos de concientizar y educar, pero es avanzar un paso y retroceder cinco", lamentó Pañepi, quien a su vez señaló que antes de la pandemia se organizaban charlas con profesionales (psicólogos, enfermeras, maestras, etc) y distintos talleres, a los que se retornará poscuarentena.