Bahía Blanca | Jueves, 16 de mayo

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Vandalizado y olvidado: La triste suerte del mirador Belgrano

Desde 1938, cada 20 de junio se honra a la enseña patria. La fecha fue elegida para conmemorar la muerte del prócer, quien murió un día como hoy pero de 1820.
 

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   La suerte en vida de Manuel Belgrano no ha sido de las más agraciadas. A pesar de haber obtenido las victorias más importantes contra los realistas en territorio argentino (Salta y Tucumán), de haber integrado el primer gobierno patrio y del crédito de haber creado nuestra bandera, el hombre murió en la pobreza total, a los 50 años de edad sin que ningún diario de la época diera cuenta de su fallecimiento.

   En nuestra ciudad, un ignorado mirador que lleva su nombre parece asociarse a ese ingrato destino. Sobreviven en el lugar vestigios de un monumento construido en su memoria, el cual no logró sobrevivir al vandalismo.

   El 20 de junio de 1983 el intendente Víctor J.M. Puente encabezó el acto por el Día de la Bandera en el mirador Manuel Belgrano, una loma recostada contra la avenida Fortaleza Protectora Argentina, cerca del cementerio, en medio de un interesante paisaje, con vista hacia la ciudad y, más allá, al mar.

   En el mismo sitio donde hoy aparece un solitario poste de hormigón y un mástil oxidado, se inauguró aquel año un Monumento a la Bandera, materializado por la sede local del Instituto Belgraniano.  

   Fue diseñado por el arquitecto Hernán Grassi, a partir de muy pocos recursos y mucha creatividad. Un poste de hormigón de los utilizados en el tendido eléctrico conformaba el punto principal de atención. Para consolidar el sitio como un paseo se colocaron farolas y bancos.

   Aquel día el acto se cumplió “en el marco de la belleza natural que ofrece la prolongación del parque independencia”, una elevación natural del terreno que permite observar el esplendor de la urbe de cemento”, publicó este diario.

   El mirador consistía en una placita en tres niveles, materializada con bloques de granito, en la cual se destaca el poste de 20 metros y dos cilindros menores a sus costados, revestidos con adoquines. Sobre uno de ellos descansaba el busto del general.

   El capitán de Navío (R) Carlos Migliore mencionó en la ocasión las virtudes de Belgrano, que no fueron pocas: inteligencia, religiosidad, humildad, tesón, creatividad, decisión, austeridad, bondad, espíritu de sacrificio, caballerosidad, altruismo, dotes de estratega, táctico, economista y hombre de estado.

   Puente destacó que el lugar serviría como homenaje permanente a Belgrano, “teniendo en cuenta no solo las grandes victorias militares sino su ejemplo de probidad, nobleza, desprendimiento, creatividad y sacrificio”.

   Pocos días después de aquel primer homenaje, el monumento sufrió el primer acto de vandalismo, con roturas y grafitis de sus componentes. Fue el inicio de una cadena ininterrumpida de agresiones y roturas.

   En 1984, a despecho de los daños, se colocó el busto de Belgrano, obra del escultor Juan Carlos Ferraro, artista de renombre, autor de los monumentos al general San Martín en París, Filadelfia, Londres y Miami, entre otros sitios.

   La obra se convirtió en un atractivo adicional, tanto para quienes celebraban la memoria de Belgrano como para quienes dañaban la obra. Un golpe rompió casi por completo el busto. Fue la agresión que terminó por desalentar a todos.

   El 20 de junio de 1984 el jefe comunal, Juan Carlos Cabirón, manifestó su repudio a los “incalificables ataques”, obra “siniestra de desconocidos”.  Fue la última vez que se rindió homenaje a Belgrano en el lugar.

   En 1985 el acto se hizo en Ingeniero White –era el centenario de esa localidad—y los años siguientes en la plaza Rivadavia y en la avenida Alem. El Instituto Belgraniano, entretanto, obtuvo el visto bueno para realizar una nueva obra en la avenida Parchappe, en su cruce con calle Falucho.

   El 20 de junio de 1989 Cabirón presidió el Día de la Bandera en el nuevo punto, “un modo de reparar el penoso agravio que se cometiera contra el prócer”, según manifestó.

   Desde entonces sigue siendo el lugar donde se celebra cada Día de la Bandera. Aquel Mirador ha quedado entretanto olvidado y perdido.

   No así la memoria del prócer que, por el contrario, cada día adquiere mayor relieve y reconocimiento.