Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

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Vivir en Corea: entre la Universidad, la pandemia y las secuelas de la guerra

Martín Boldes es bahiense, abogado y desde agosto del año pasado está en Seúl realizando una maestría. “Es difícil comparar, acá es todo muy formal y la estrategia es muy distinta: no se paró la actividad", relató sobre la cuarentena.

Por Mauro Giovannini / mgiovannini@lanueva.com

   Las diferencias entre el barrio Pacífico y Dongdaemun-gu son incalculables. Siempre hablando de los días "normales".

   Imagínense lo que sucede hoy por hoy, con el coronavirus arrasando al mundo y un conflicto que, si bien no repercute en las calles, se mantiene latente entre las dos Coreas.

   Martín Boldes está desde agosto del año pasado en Seúl, ciudad a la que llegó para hacer una maestría pensando en quedarse un año completo. Aunque el cierre de fronteras le pone un interrogante a su futuro. “Argentina no está vendiendo pasajes hasta septiembre”, aseguró.

   “A fines de 2018 estaba buscando oportunidades para estudiar afuera y, en esa búsqueda encontré ésta en la Universidad de Seúl en Administración Urbana y Planificación. Son esas cosas que aplicás y esperás a ver si suceden o no, porque antes de venir no tenía idea de nada de Corea más allá del Mundial de fútbol de 2002”, contó este abogado de 26 años.

   Martín vive en el Campus de la Universidad, con otros estudiantes extranjeros, por lo que el ambiente “es un poco más internacional” que en la propia vida de la capital surcoreana.

   “Están muy preparados —continuó— para recibir a las personas que vienen de afuera, porque es imposible entender el idioma, pero los carteles y un montón de cosas tienen su inscripción en inglés. El ejemplo claro es el transporte, todo funciona perfectamente increíble y está en coreano, en chino, japonés y en inglés”.

   “La comida es una de las cosas que más extraño. Se comen muchos vegetales, fritos y cosas picantes, muy picantes. Es lo más difícil de acostumbrarse”, añadió en diálogo con La Nueva, cuando "allá" era cerca de la medianoche y "acá" pisábamos el mediodía.

   Corea del Sur pasó de ser el segundo país más afectado por el COVID-19 a ser uno de los que mejor está gestionando la situación.

   Desde que detectó su primer gran brote a fines de febrero, el país asiático aplanó su curva de contagios en solo tres semanas gracias a un programa que ha combinado testeo masivo de casos sospechosos, seguimiento exhaustivo de rastros de infección y hospitalización generalizada.

   “Hasta mediados de febrero la situación estuvo controlada pese a estar cerca de China. Pero una persona de una comunidad religiosa volvió de un retiro espiritual en Hong Kong, presentó síntomas y no dijo nada y contagió a mucha gente. El virus se desparramó por todos lados. A partir de ahí, Corea tomó un enfoque diferente, no basado en la cuarentena sino en el seguimiento de los casos y el cuidado de la gente”, narró el bahiense.

   La primera víctima mortal por coronavirus se registró en Corea el 20 de febrero último. Ese día se reportaron 53 nuevos casos, lo que elevó a 104 el número de contagios desde que el virus comenzó a propagarse.

   En tanto, el último reporte señaló que —hasta el momento— han fallecido 254 personas (dos en las últimas 24 horas); mientras que son 10.804 (tres) los contagiados, aunque con un dato relevante: 9.283, el 85,9 %, ya están recuperados. Corea del Sur tiene 51 millones de habitantes, siendo casi 10 los que viven en la capital.

   “Por temas de contaminación, el barbijo acá es bastante habitual, así que no fue difícil (implementarlo). Hubo un acatamiento importante y varias empresas decidieron que sus empleados trabajen desde la casa”, continuó el abogado.

   “En un principio —agregó— tuvieron cifras altas pero porque reflejaron la realidad de lo que estaba pasando al hacer muchos testeos".

   En ese sentido, sobre fines de marzo, el embajador de Corea en Argentina, Jang Myung-soo, dijo que su país combate al coronavirus con una "colaboración esencial entre el gobierno y los ciudadanos”.

   "La razón del éxito de Corea para reducir la mortalidad y el contagio del coronavirus es el despliegue rápido de las pruebas y las cuarentenas dispuestas al inicio del brote en uno de los focos específicos, en el que la mayoría de contagios pertenecían a un grupo religioso de la ciudad de Daegu al sudeste de Corea. Eso fue vital para que el virus no se propague a otras ciudades", analizó el diplomático.

   Por su parte, Boldes describió que de a poco, en Seúl se está volviendo a la normalidad, aunque con algunas medidas puntuales.

   “Ahora volvimos a una situación de normalidad, la gente anda en la calle, trabaja en sus oficinas. Aunque con barbijos por todos lados, todo el mundo tiene uno o una máscara y muchos locales no te dejan entrar si no lo tenés puesto. También hay alcohol en gel por todos lados y en los accesos a la Universidad hay un escáner, como el de los metales, pero para saber si tenés temperatura", contó.

   “Yo había vuelto de un viaje por Indonesia a fines de febrero y la Universidad me buscó en el aeropuerto y me hizo quedar en un departamento sin salir absolutamente para nada por 14 días. Fue un trastorno. Estaba solo. Además, la cuarentena por si sola te despelota los horarios, con la diferencia horaria, mis amigos me hablaban cuando acá eran las 4 o 5 de la mañana... Todo el contacto humano que tuve fue con una persona vestida como si trabajara en una planta nuclear que pasaba a traerme las comidas”, recordó.

   “No soy especialista —señaló—, pero por lo que he leído y por lo que vivo acá, en Argentina se actuó de manera responsable y en una primera instancia, cuando había muchas dudas. No sé si es ejemplo mundial, no a ese nivel, pero en la región ha tomado medidas acertadas". 

   "Es difícil comparar a Corea con Argentina, acá es todo muy formal y la estrategia es muy distinta: no se paró la actividad. Allá, la gente no tiene para comer y tiene que salir a ganarse el mango, no puede hacer home office y ya está”, sostuvo.

   Seúl está situada en el noroeste del país, a unos 50 kilómetros de la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, resultante del conflicto bélico que tuvo lugar entre 1950 y 1953.

    “Me interesa el tema y pregunté mucho. La gente grande, que tiene familiares o ha vivido en Corea del Norte de chica, tiene más presente el tema y anhela la reunificación. Los jóvenes, a medida que se van perdiendo los lazos, se va diluyendo el interés y el conocimiento de Corea del Norte", observó Martín.

   "Corea del Sur es un país desarrollado con una calidad de vida que le costaría mucho equilibrarse con la del Norte. Si se abrieran las fronteras, probablemente la gente de Corea del Norte se vendría corriendo para acá. No obstante, la realidad es que en la vida diaria el conflicto no se siente para nada”, completó.

   Si todo marcha tal cual lo planificado, el barrio Pacífico tendrá allá por agosto un bahiense con muchas más historias por contar.