Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Las hijas del Profe Galeano seguirán aisladas y monitoreadas en nuestra ciudad

Los primeros controles que les hicieron en Buenos Aires, a donde llegaron tras ser repatriadas desde Perú por el gobierno argentino, fueron preventivos ya que no presentaban síntomas de COVID-19. “El protocolo les permite volver a casa, así que las estoy esperando”, dijo Marcos, el paciente  padre de ambas.

Anrtonella y Agiostina, en el avión Hércules, a punto de partir hacia la Argentina. Fotos: Gentileza familia Galeano.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   Pese a que llegaron a Buenos Aires el viernes minutos antes de la medianoche, Antonella (25 años) y Agostina (21), las hijas del Profe Marcos Galeano --actualmente a cargo de la preparación física del primer equipo de Sansinena en el Federal A-- que fueron repatriadas desde Perú por el gobierno argentino llegarán a Bahía pasadas las 21 de hoy.

   Anto y Agos fueron parte de los 140 turistas que, gracias al “puente militar” que trazaron ambos países, pudieron ser repatriadas por dos aviones Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, que partieron de la ciudad de Arequipa, único lugar con clima favorable para que bajen las aeronaves. 

   El operativo de retorno, que se llevó a cabo como consecuencia de las restricciones impuestas para evitar la propagación del coronavirus, contó con 138 argentinos que estaban varados en Cusco, además de las dos hijas de Galeano, quienes se encontraban en Tacna, poblado distante a 370 de Arequipa, a donde pudieron arribar en taxi.

   Para poder abordar estos vuelos, los viajeros que esperaban en Cusco debieron primero recorrer por tierra 550 kilómetros hasta llegar a Arequipa, ya que las aeronaves del ejército argentino no podían acceder a la ex capital del imperio Inca debido a que la altura de esa ciudad hace imposible cualquier operación aérea de estas características.

   “El objetivo principal se cumplió, la chicas ya están en Argentina y volviendo a Bahía en un micro especial que puso a disposición la Cancillería como parte del protocolo de repatriación. Estarán llegando a Bahía pasadas las 21”, explicó Marcos Galeano, quien después de 15 días de “pesadilla” pudo tener una noche con 6 horas de sueño.

   Después del aterrizaje de los aviones en el aeropuerto militar de El Palomar, el total de restituidos se dividió en tres grupos: los que declararon residencia en Capital Federal fueron derivados a hoteles (de alta o baja complejidad según los casos reportados) especialmente acondicionados para el tratamiento de pacientes infectados o con síntomas, mientras que a los del interior los separaron en zona norte y sur antes de designarle el micro correspondiente.

   Previamente, y durante casi toda la madrugada, Antonella y Agostina fueron controladas mediante reactivos que midieron sus temperaturas corporales, hasta que pudieron subir al micro casi a las 8, después de un desayuno abundante y obligatorio.

   “Tras llegar a El Palomar se quedaron ahí cumpliendo las normativas del protocolo, llenando formularios y listas de empadronamientos. Están viniendo en un colectivo `lechero’, que entra  a cada lugar donde hay un pasajero para dejar. Así que imagínate, un viaje de 8 horas se convierte en uno de 12 o 13. Eso, ahora, es lo que menos importa. Se bancaron tantas…”, señaló el “Profe” Marcos.

   “No le hicieron el test de coronavirus porque ellas venían de una ciudad peruana (Tacna) donde no se detectaron casos positivos ni existieron contagios. Y como habían cumplido con la cuarentena, con mis hijas actuaron en forma casi normal; solo les tomaron la fiebre constantemente”, relató el PF.

   “La salida de Tacna se dio gracias a una gestión logística del senador provincial Marcelo Feliú, quien consiguió que el Consulado peruano redacte y oficialice el permiso especial por el que tanto habíamos insistido días anteriores”, agregó, haciendo referencia también a el proceder de Jeny Villanueva, responsable del área de turismo en Tacna.

   “Ella fue clave para diseñar un permiso de libre circulación entre Tacna y Arequipa. La verdad, su gestión fue un éxito, y es por eso que voy a hacer una carta de agradecimiento al consulado peruano nombrando especialmente a esta señora”.

   Aunque la lista de agradecimientos de Marcos parece interminable…

   “Seguro que en este momento me voy a olvidar de alguien, pero prometo que a todos los que nos dieron una mano les voy a agradecer personalmente. Hubo gente que estuvo en los momentos más críticos, como el `Gory’  Salvucci, el `Bocha’ Arias, la actual dirigencia y los empleados de Olimpo, la prensa, mis colegas de Educación Física, el club Sansinena, Whitense, Walter Perazzo, el `Profe’ Espósito… ,¿Quiénes más? Ufff… un montón de gente; lo positivo de andar en las malas es que sabes a quien tenés al lado”.

   “La odisea fue terrible, de una historia gigante se desataron algunos acontecimientos increíbles, dignos para escribir un libro. Un ejemplo: el taxista que las llevó de Tacna a Arequipa se las jugaba a llevarlas sin permiso (después se lo consiguieron), y eso habla a las claras del corazón de un tipo que quería colaborar más allá del dinero (y del riesgo) que podía percibir por el viaje”, describió Marcos.

   “Lo económico pasó a un segundo plano, es cierto, pero el mes que viene le tendré que hacer frente a la tarjeta de crédito. Imaginate que mientras las chicas estaban en Tacna, entre alquiler y comida gastábamos 36 dólares por día”.

   --¿No pudiste ir a buscarlas a El Palomar?

   --No, porque apenas llegaron se activó el protocolo de aislamiento y monitoreo, que seguirá rigurosamente en nuestro hogar con la visita de un médico. Ya nos dijeron que no pueden salir ni hacer las compras.  Ellas vienen con una denuncia que aclara que están ingresando a la ciudad después de estar en un lugar (Tacna) de bajo riesgo de contagio.

   --Les va a costar organizar y hacer otro viaje, ¿no?

   --Ya me dijeron que por 20 años no saldrán de Bahía…(risas). Les comenté siempre que este viaje iba a ser una anécdota, que tendrán mucho para contar, aunque también les manifesté la idea que tengo: vamos a ir a Perú en familia, con la camioneta, pasando por cada lugar donde hubo gente que nos dieron una mano. Vamos a ir de Tacna hasta Machu Pichu, el lugar que ellas querían visitar y no pudieron.

   --¿Es una promesa?

   --Estaría bueno.