Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Chocolate con barbijo

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   Parecía un “cuento chino”, lejano, distante, remoto, improbable; sin embargo no lo era; y en esta cuestión, como en tantas otras también hay grieta.

   Lo cierto es que lo lejano se convirtió en cercano, lo improbable en “letalmente palpable”; aquello que parecía un cuento chino se convertía en pandemia. Y empezamos a esperarlo, a especular con el virus y el abordaje.

   También como un cuento circulaban versiones, recetas y noticias falsas: hasta el Presidente aseguró que la bebida caliente era adecuada para mitigar el Covid-19. Como “titulares” rutilantes destellaban fórmulas; ¡Ibuprofeno si! luego ¡no! y la gente salía “en manada” a buscar paracetamol… ¡Alcohol en gel si! ¡luego no! ¡sirve el jabón! ¡Barbijos nooooo! En los últimos días “tapaboca” siiiii….

   Y mientras esperamos “el pico” y sacamos una nueva cuenta que se traduce en camas y respiradores, como dice mi abuela “cambian de idea como de calzón…”. 

   Repetido hasta el cansancio que “el virus es nuevo y la situación es dinámica”, y tras estar padeciendo los embates del “encierro” la gran pregunta es ¿cómo nos afecta este cambio de opinión? ¿Hasta dónde se puede “volantear” en medio de una pandemia máxime cuando los recursos son escasos?

   Si bien desde la Psicología promovemos los cambios entendiendo que cambiar de opinión tras un procesos de reflexión, cambiar de opciones de vida es saludable y hasta superador, en la situación que atravesamos puede resultar caótico.

   ¿Barbijos no? ¿Barbijos sí?

   Esta pandemia nos enfrenta a una avalancha de información científica y “vulgar”, nos remite a un lugar en el que es imposible aprehender todo lo que circula y poder procesarlo, amalgamado con el miedo y la “cuarentena”, la proliferación de datos nos demanda un esfuerzo mental al que no estamos acostumbrados.

   Tal vez en esta era de hiperconexión hay demasiadas opiniones, demasiadas ideas, demasiadas especulaciones, y esto que para algunos era lejano y hasta negado nos sacude de “un cachetazo” porque no hay certezas; el coronavirus no respeta fronteras, edades, clases sociales, y nos arroja -sin barbijo- a lo desconocido, a lo distinto, a lo inseguro. La incertidumbre de no saber a “ciencia cierta” cómo salir, cuándo salir y lo que es peor con “que saldo”, sorprende y aterra.

   No es fácil lidiar con lo desconocido ni con lo incierto y si además le agregamos “cambios de consignas” la desconfianza aumenta y el estrés se torna crónico. Estamos frente a “un enemigo invisible”, los cambios de estrategia deben estar fundamentados pues de lo contrario la sensación de fragilidad y de desamparo aumentan.

   En tiempos en los que un estornudo se convierte en arma letal, en tiempos en los que inconscientemente tocarse la cara nos catapulta a salir corriendo a lavarse con agua, jabón, lavandina, alcohol y cuanto antiséptico se haya recomendado, mantener la calma es una proeza. Por eso, consignas claras, reglas definidas, información científica y certera son buenos antídotos; por lo pronto el ingenio no descansa y hasta en los conejos de chocolate se ven barbijos. A pesar de la pandemia y de lo incierto ¡Felices Pascuas!