Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Bahía Blanca, la ciudad de las calles de tierra

Es una de las que más se han extendido en el país, crecimiento que respondió más a iniciativas privadas que a una planificación municipal.

   De acuerdo a una nota publicada por este diario en su edición del 12 de enero último, nuestra ciudad tiene más de la mitad de su planta urbana compuesta por calles de tierra, sin pavimentar y, en muchos casos, sin ningún tipo de acondicionamiento.
   Casi 7 mil de las 12.700 cuadras existentes son de tierra. En una ciudad donde el viento y el clima semiárido hacen además que durante el año esas calles estén secas y sean proveedoras de tierra que invade viviendas y perjudica a paseantes y conductores.
   Una lluvia alcanza para ponerlas en pésimas condiciones, volverlas poco menos que intransitables, sin que la Municipalidad disponga de la maquinaria necesaria para atender, de manera inmediata y simultánea, esa situación.
   No menos dificultad generan estas calles a los ómnibus que atienden el transporte de pasajeros. El día a día de marchar por estas calles afecta sus motores y equipos, además de los tiempos de circulación y la comodidad de los pasajeros.
   La ciudad paga el precio de ser una de las que más se ha extendido en las últimas décadas en el país, un crecimiento que ha respondido más a emprendimientos privados que a una planificación municipal sustentable.
   Cada nuevo barrio o urbanización en general prescinde de ofrecer calles pavimentadas. Los desarrolladores se han acostumbrado a llevar todos los servicios -electricidad, agua, gas- costeando las obras necesarias, pero se desentienden de una cuestión no menos importante como el pavimento y, en muchos casos, la forestación.
   Del mismo modo que se afrontan los costos de abrir calles, dividir las manzanas en lotes o promocionar la venta, debieran tomar a su cargo la pavimentación, como parte de una oferta urbana que exceda al barrio y atienda las condiciones generales de la ciudad.
    Por otra parte, asumiendo que el municipio no tiene los recursos necesarios para encarar este tipo de obras, sería importante agilizar sistemas alternativos para pavimentar, a partir de la formación de consorcios vecinales y acuerdos con empresas constructoras.
    Es perjudicial resignarse a que es imposible pavimentar y que la ciudad debe asumir esa carencia de manera definitiva. Buscar respuestas y generar caminos alternativos debiera ser una de las premisas del Estado.