Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com y Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
Seguimos con los arqueros. Después del test cultural donde el resultado fue anecdótico, Guido Villar y Facundo Tavoliere se calzaron los guantes, eligieron la pelota y se dirigieron hacia el arco que da a calle Chile, en el silencio inmenso de un estadio Carminatti vacío, pero que vibrará como si tuviera vida propia el próximo domingo, cuando Olimpo y Villa Mitre vuelvan a protagonizar el clásico tras 12 años.
Ya no habían más preguntas y respuestas. Era la hora de los penales, se someterse a un mano a mano que terminó de una manera impensada. Al menos para nosotros, los del La Nueva.
“¿Qué jugamos? Un asado, ¿te va?”, saltó el “1” aurinegro, mirando fijo a su colega tricolor.

“Sí, dale, pero completo, y completo incluye la bebida. Porque cuando me pagues no me vas a decir que lleve lo que voy a tomar”, replicó “Balú” sin achicarse en lo más mínimo.
Ya en el sorteo para ver quien pateaba primero hubo trampa, así que imagínese lo que vino después...