Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Elena perdió la visión a los 33 años y el deporte le salvó la vida

Madre de dos hijos, que tenían 5 y 7 años, tuvo que afrontar la adversidad. Hoy es ganadora, por encima de resultados.

Elena Avalos (primer plano), Víctor, Beatriz, Cristian, Mirta, Gisela, Miguel y Oscar. Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa)

   Perder a su papá significó para Elena un dolor imposible de digerir. Un trauma que con el correr del tiempo le significó la pérdida de la visión por una enfermedad tan cruel como incomprensible.

   Tenía 33, pero dos años antes empezó con una enfermedad -toxoplasmosis- por ahora irreversible que la hizo tocar fondo. Sólo su marido (Víctor) y sus hijos (Daniel y Claudio, por entonces con 5 y 7 años) la mantuvieron de pie.

   "Lo mío fue algo insólito, porque he recorrido muchos hospitales, muchos lugares y la toxoplasmosis es común en todos los ciudadanos. El 80% de la población lo tiene, pero pasa desapercibido en cualquier persona. Entré en un estado depresivo con la muerte de mi papá (Armando). Bajaron mis defensas y ahí me agarré la enfermedad", contó Elena.

   "Mi papá me acompañaba a todos lados, era un gran compañero", recordó.

   Ya a los 53 años las bochas aparecen como un deporte que encaja perfectamente en su trayectoria, que está avalada por éxitos y compromisos.

   "De chica hice natación, lanzamiento de bala, atletismo y vóleibol. Pero luego perdí la vista y mis primeros pasos fueron fortalecerme interiormente porque no quería saber nada con el mundo; para mí se había terminado".

   —¿Cómo fue el período de rehabilitación?

   —Duro, difícil. Empecé con el bastón y a estudiar Braile. Fue un volver a empezar, no podía ni cortar la comida. Del plato se me caía todo y yo decía: "Por Dios, qué me pasa".

   "Los profesores, con paciencia, me ayudaron a mejorar, a usar el bastón y escribir en Braile. Eso complementado con un buen psiquiatra y una buena psicóloga, además del apoyo de mi familia. Acá en Bahía estamos solos, no tenemos familiares", dijo la oriunda de San Justo, quien hace 35 años está radicada en nuestra ciudad.

   "Mi marido es de Capital Federal, pero nos conocimos acá (risas)...", sostuvo.

   Los progresos la llevaron a entrenarse en un gimnasio y aprender baile. Luego siguió con atletismo -corría en el Parque de Mayo acompañada de la profe Gisela-, torball, tenis y karate.

   "Iba agudizando todos mis sentidos. Estaba recanchera, escuchaba los ruidos", aseguró.

   Todas las actividades fueron moldeando su estilo, hasta que volvió a encontrar su lugar en el mundo con el karate.

   "Es lo mío. En 2016 obtuve el campeonato nacional en Córdoba en la categoría Kata, y puede revalidar el título durante tres años consecutivos. Hace poco participé de un torneo en Mendoza y mi próxima meta será en Córdoba el 14 de septiembre", señaló, a la vez que aclaró que complementa esta actividad con la práctica de judo, los días lunes, miércoles y viernes en el club Estudiantes.

Un estado más pasivo

   "Estoy muy contenta de haber probado en las bochas, porque todo lo que sume para nosotros, los discapacitados, es importante. Una puerta más que se abre", reflexionó Elena, feliz de haber participado recientemente de los torneos exhibición disputados en La Falda y Villa Mitre.

   "Se va armando un lindo grupo. Ya hay 17 personas con intenciones de jugar. Estuvimos entrenando y nos gustó la exhibición porque nos visitaron jugadores de Paraná, los campeones de la Confederación de Entre Ríos", dijo.

   "Nunca había jugado. La primera experiencia fue muy linda, pese a la pasividad de un deporte al que no estoy acostumbrada. Vengo del karate, donde todo es potencia", contó.

   —¿Cómo te orientás para arrimar la bocha?

   —Con la palabra del guía. Escuchás la voz y calculás la distancia. Cuando te hace referencia a qué distancia quedó del bochín, vos variás la fuerza o corregís la dirección.

El club Almafuerte, testigo de los mejores arrimes

   Mientras el coordinador Oscar Sánchez recibía el pedido de asistencia en la zona lindante a las canchas, las bochas ya estaban en su posición esperando rodar sobre la alfombra.

   Precisamente, el piso de alfombra del club Almafuerte sorprendió a los no videntes, que empezaron a indagar y preguntar por las superficies en las que se juega.

   Mirta Baier y Beatriz Balle compararon el flamante piso -único en Bahía- con el de tierra de las canchas donde ya estuvieron.

   "¿Este es más lento o más rápido?", preguntaron, a la vez que recibían respuesta sobre una superficie sintética que también desean conocer.

   "Nos gustan los desafíos", dijo Mirta, quien siguió su trayecto acompañada de Elena y su esposo Víctor, Cristian Caro, Miguel Cibelli y la guía Gisela Miño.

   La pose para las fotos arrancó muchas sonrisas, pero lo mejor de todo fue el desenvolvimiento de cada uno al momento de arrimar.

   Todos fueron perfeccionando sus tiros, mientras escuchaban la voz del "Cuca" Sánchez.

   "De acá van a salir buenos jugadores", afirmó Elena, una de las más entusiasmadas.

Mirta Baier, en un intento por arrimar la bocha.

¿Lo de Elena habrá sido suerte de principiante?

   Le ganó al campeón. Seguramente el entrerriano Ramón Vallejos se llevó una sorpresa mayúscula por haber sido derrotado en el partido exhibición jugado en Villa Mitre. "Jugué 3 partidos y los gané a todos. Uno fue ante el campeón (risas); y eso que fue él quien pidió enfrentarme", dijo Elena.

   ¿Habrá revancha en Sunchales? Rápida adaptación. "No es suerte. A todos los deportes me adapto rápido. Soy de agudizar el oído y corregir rápido, tener precisión. Pienso que puedo adaptarme muy bien a este juego. Tenemos muchas ganas de empezar a competir entre nosotros para que se vaya armando un lindo grupo".