Pigüé: a 15 años de un día de furia que, por poco, no terminó en tragedia
Fue en el desalojo de la planta de Gatic, el 12 de agosto de 2004. Hubo gases lacrimógenos y disparos de estruendo. “Poner el cuerpo entonces valió la pena”, dijo Francisco Martínez, presidente de Cooperativa Textiles, que hoy emplea a 120 personas.
Guillermo D. Rueda
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“Desastre, desolación, angustia, injusticia. Fue un día nefasto”.
Son las palabras que aplica hoy Francisco Martínez, presidente de Cooperativa Textiles Pigüé, a 15 años de, acaso, el hecho de mayor repercusión que haya vivido Pigüé, la cabecera de Saavedra, a 132 kilómetros de Bahía Blanca.
Francisco Martínez, presidente de Cooperativa Textiles Pigüé.
Fue durante la ocupación de la planta de Gatic por parte de los trabajadores que, en medio de una crisis que acumulaba 8 años, pérdidas de fuentes laborales, salarios caídos y reestructuraciones (levantadas y caídas en forma sistemática), habían quedado en el medio de una disputa entre la familia Bakchellian, que daba sus últimos manotazos, y un eventual comprador (Guillermo Gotelli), con la justicia dirimiendo para completar la escenografía.
Una escena impensada en Pigüé: la Infantería dominando la escena.
“No queríamos que ningún compañero saliera lastimado. En principio tuvimos una táctica errónea, porque todos nos fuimos adelante a esperar la orden de allanamiento, pero la Infantería ingresó por atrás, donde estaban las mujeres”, recuerda.
Martínez dijo que los trabajadores confiaban en la experiencia de otros obreros que los acompañaban, que pertenecían al Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER).
“Nos decían que tuviéramos cuidado y que siempre intentáramos negociar, pero en un momento llegaron los gases lacrimógenos y los disparos”, cuenta.
“Quería estar solo en el mundo; verdaderamente. Se acercaban mi familia, escuchaba a mi mamá y a mis hermanos, a los familiares de nuestros compañeros, y todos con la angustia de estar del otro lado del predio. Eso nos generaba una doble preocupación: personal y familiar”, afirma.
Los hechos sucedieron el jueves 12 de agosto de 2004, pero la historia se inició el 20 de febrero de igual año, cuando operarios de Gatic, asesorados por Eduardo Murúa, líder del MNER, conformaron la Cooperativa Textiles Pigüé.
Desde ese febrero unos 100 empleados de Gatic estaban ocupando la planta, a fin de —se sostenía— resguardar y proteger la fuente de trabajo.
Eduardo Bakchellian, fundador de Gatic.
Los días pasaban y la incertidumbre era la moneda que más cotizaba. La eventual venta de Eduardo Bakchellian, fundador de Gatic, al grupo Indular Manufacturas SA, de Guillermo Gotelli, no se terminaba de cerrar. Y menos con la planta ocupada.
Así, llegó la orden de desalojo. La emitió María Pía Fava de Solana, entonces jueza titular del Juzgado de Garantías Nº 2 de Bahía Blanca.
“Nosotros queríamos que los depositantes judiciales sean el intendente (por Rubén Grenada) y los concejales. Eso lo logramos. Salimos de las instalaciones... pero no cumplió: el jefe comunal entregó las llaves a la justicia”, asegura Martínez, en diálogo con La Nueva.
El intendente Grenada formó parte de la negociación.
“Fue una de las jornadas más dolorosas de Pigüé en su historia. Quedará en el recuerdo permanente. ¿Por qué? porque no queremos esto para los trabajadores de acá, ni para ningún otro del país”, dice.
“¿Si hubiera hecho lo mismo? ¡Claro! El resultado está en la realidad: somos la única empresa escriturada de la provincia; contamos con más de 120 trabajadores, cuando han cerrado unas 500 empresas textiles en el país en estos cuatro años; no tenemos deudas y, con el cambio de rumbo económico que se viene, vamos a volver a lo iniciado en términos de trabajo y de producción”, comenta.
“Sabemos que este tipo de empresas suelen estar prejuiciadas, pero nosotros creemos en el formato cooperativista”, dice Martínez.
“Nunca imaginamos que nos iban a reprimir. No éramos usurpadores, sino trabajadores”, dice Sandra Wasinger, una de las 40 trabajadoras que estuvieron ese jueves 12.
Sandra Wasinger, empleada administrativa de CTP.
“En un momento los vimos llegar y nos impresionamos. Los infantes eran más de 180, muy distintos respecto de los policías”, agrega.
“Como se pensaba que iban a ingresar por adelante (de la planta), a las mujeres nos mandaron atrás, justo por donde rompieron candados y portones, y entraron tirando gases. No parecía real lo que veíamos”, afirma.
“Nos ardía la vista; no podíamos respirar. Son experiencias que no te las olvidás más”, asevera.
“Lo que más recuerdo es que en medio del caos saltaba pozos que, en realidad, no existían... Y que cuando veníamos hacia adelante se paró una persona vestida de civil, que parecía transmitir una serenidad especial, y me dijo: 'Tranquila hija; tranquila'. Me hizo bien. Luego supe que era el padre Arrúa”, recuerda.
Wasinger —quien lleva 34 años en la planta, con 19 en Gatic— dice que varios compañeros quedaron golpeados y que parte del valor lo tomaron de la gente del MNER.
“Fue un largo día de negociaciones. Nos quedamos ahí hasta casi las 21. Le entregamos las llaves al intendente (por Grenada), porque nos aseguró que las iban a cuidar y que nos quedáramos tranquilos, que volveríamos a entrar”, relata.
Guillermo Gotelli, de Indular Manufacturas.
“Después hizo todo lo contrario: se las dio a Gotelli, que quería la fábrica para venderla, pero no para dar trabajo. Recién volvimos a la planta el 12 de enero (de 2005)”, dijo.
Wasinger admitió que estos 15 años no han sido fáciles: “Pero al menos tenemos de esperanza de levantarnos cada mañana, de tener un trabajo y de sentirnos dignos de contar con un salario que, poco o mucho, nos lo ganamos. Esa es nuestra historia ahora”, indicó.
Antes de ese miércoles 12 de enero, el 22 de diciembre las cámaras de Diputados y de Senadores bonaerenses promulgaron la ley de expropiación (Nº 13.289), iniciando oficialmente el camino de autogestión de la Cooperativa Textiles Pigüé.