Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El acuerdo Mercosur-Unión Europea, ¿una oportunidad o una amenaza para Bahía?

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

    Un saldo positivo para las economías regionales, como la miel y la ganadería, con daños colaterales menos nocivos en términos de empleo con relación a otras localidades de nuestro país sería el resultado para la ciudad y la zona del acuerdo de libre comercio firmado entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE).

     Pese a que aún resta largo camino por andar, ya que el arreglo comercial se haya en plena etapa de traducciones, al tiempo que deberá enfrentar la resistencia de algunos parlamentarios que, de uno y otro lado de cada país, ya adelantaron su rechazo a la iniciativa.

      De hecho, días atrás el portavoz del gobierno francés, Sibeth Ndiaye, declaró a medios internacionales que “vamos a mirarlo con detalle y, en función, de estos detalles se va a decidir”, agregó en una entrevista con la cadena de noticias BFM.

    Pese a ello, lo cierto es que los avances no son despreciables y todo hace pensar que no habrá, al menos en el mediano plazo, marcha atrás para este acuerdo.

      Es que la apertura económica conduce por un sendero virtuoso que, bien transitado, ayuda al crecimiento y al desarrollo: de acuerdo con un informe del Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca-Argentina (CREEBBA), los países con mayor coeficiente de apertura -la suma de las exportaciones e importaciones como porcentaje del PBI- ostentan, a su vez, los mayores niveles de PBI per cápita.

      En el gráfico 1 que acompaña a esta nota, pueden observarse datos correspondientes al coeficiente de apertura de los países del Mercosur, además de Chile, China, Nueva Zelanda, Alemania, Francia, y España en 2018.

      “Allí se advierte que aquellos países que exhiben un coeficiente mayor, es decir, son más abiertos al intercambio con el exterior, muestran un ingreso per cápita más elevado”, señalan  Gonzalo Semilla, Jerónimo Etcheverry y Andrés Meiller, economistas del Centro de Estudios local y autores de un completo informe sobre el acuerdo.

      Cómo se observa, Argentina y Brasil, cuyas economías alcanzan índices que no superan el 30%, tienen un PBI per cápita del 45% y 34% respecto del promedio de los países analizados, lo cual implica que generan menos riqueza en relación al resto, pese a que han incrementado considerablemente su apertura en los últimos 30 años (gráfico 2). Los otros países, aunque la redujeron, parten de niveles más altos de apertura.

      Aceptando lo anterior, sobretodo, para el caso argentino, donde resulta indispensable la obtención de divisas genuinas que le permitan morigerar los desequilibrios externos, todo hace pensar que dar marcha atrás no debería ser una opción.

      Entonces ¿cuáles son, en concreto y con lo poco que todavía se conoce, los potenciales impactos de un arreglo de este tipo para Bahía Blanca y su región?

      “Desde el punto de vista local y regional, resulta muy prematura una evaluación de impacto económico, aunque se desliza una posible mejora en el sector agropecuario, con efecto dinamizador en los movimientos exportadores del puerto local”.

      “Dado que no hay producción automotriz regional se descartan efectos negativos por el ingreso de automotores extranjeros”, concluyen los técnicos del CREEBBA.  

      Para el economista bahiense Pablo Besmedrisnik, director de la consultora Invenómica, la agricultura no intensiva y el biodiesel, que siempre estuvieron en la agenda de la integración entre la Argentina y la UE, son algunos de los sectores que podrían verse beneficiados con el tratado comercial.

     “Las firmas del polo petroquímico no se verán afectadas en forma negativa, porque hablamos de empresas que ya están encastradas en el comercio internacional. Si veo potenciales beneficios para las pymes que las proveen de servicios industriales”, estima Besmedrisnik.

     Para el analista, las potenciales heridas estarán del lado del sector automotriz nacional.

     “Si hay algo que distingue a Europa es su enorme competitividad en términos de industria automotriz, muy superior a la nuestra. Hay enormes diferencias de competitividad, especialmente, en todas las actividades ligadas a este sector. Pero aún en este sentido, como Bahía Blanca tiene la ‘ventaja’ de no tener una asociación directa entre industria y sector autromtriz, no veo grandes problemas”.

     En otras ciudades argentinas, como el Gran Córdoba, el Gran Rosario y el Conurbano, la situación no es la misma, ya que las terminales automotrices son importantes generadores de empleo directo e indirecto.

     Desde el CREEBBA agregaron que otros sectores con presencia podrían sacarle jugo al acuerdo: la economía de nuestra ciudad cuenta con un incipiente pero pujante entramado de empresas que fabrican conocimiento “made in Bahía Blanca”, como el desarrollo de software.

     Incluso, algunas  ya tienen una amplia experiencia exportadora, lo que los dejaría muy bien posicionados frente a un potencial cliente europeo. Y no es cualquier cliente: la UE es el primer importador mundial de servicios, por valores que superan los 700.000 millones de euros anuales.  

     “Hay sectores que pueden resultar beneficiados de este mayor grado de competencia, tal como los servicios del conocimiento, economías regionales que producen bienes agroindustriales como la vitivinícola y los tradicionales commodities agrícolas”, confirman desde el CREEBBA.

Compensar

     Así como los economistas coinciden en su mayoría en que el comercio mundial genera beneficios, también advierten acerca de la adecuada falta de compensación para los posibles rezagados.

     “En el actual contexto macroeconómico y dada la estructura productiva del país, es fundamental generar un sendero previsible para las empresas que producen dentro del territorio nacional. Resulta evidente que en el corto plazo las pymes locales no se encuentran en igualdad de condiciones para competir con las del mercado europeo”, alertan desde el Centro local.

      Besmedrisnik coincide. “En un proceso como este, hay que tratar de que minimizar los efectos adversos. Cuando Argentina ingresó al Mercosur y al mismo tiempo se realizaron las privatizaciones, no se compensó a los perdedores, generando conflictos sociales, a diferencia de lo que ocurrió en EE.UU. Que, cuando firmó un acuerdo con Chile, una economía muchísimo más pequeña, emprendió políticas públicas para compensar a los trabajadores afectados”.

¡Manos a la obra!

     Para Sandra Massheimer, coordinadora de Cooperativas Exportadoras de Miel del Sudoeste Bonaerense (CEMSOB), el anuncio es una excelente oportunidad para el sector.

     Por eso, recomienda “esperar trabajando” para lograr el mayor aprovechamiento posible de la parte de la cuota que quedará para nuestro país, la que se decidirá en base a variables aún desconocidas.

     Es que las 45.000 toneladas de miel que, según el primer borrador del acuerdo, se importarán desde la Unión Europea sin pagar el arancel del 17,3 por ciento, son para repartir entre los cuatro miembros activos que integran el Mercosur, ya que Venezuela fue suspendida a raíz de la crisis institucional que vive actualmente.

     “Es un llamado a nuestra cadena de valor para trabajar en forma mancomunada. Tenemos que avanzar con cuestiones como el fraccionado en origen, la inocuidad alimentaria y la infraestructura. Deberíamos poder exportar por el puerto local por ejemplo, no sólo por Buenos Aires”, advierte.

      Agrega que “si a todo lo anterior le agregamos hábiles vendedores, entonces, si podríamos aprovechar al máximo la parte de la cuota que nos correspondería, porque, al fin y al cabo, la misma se va a decidir en base a criterios como cantidad (per cápita) o calidad”.

     Advierte que en los últimos años los sectores apícolas del resto de los socios del Mercosur han ganado en capacidades.

      “Brasil ha desarrollado muchísimo el segmento orgánico y posee competencias e infraestructura para mieles fraccionadas que nosotros no tenemos. Tenemos la ventaja de la calidad y que la miel argentina es reconocida en Europa, pero estamos hablando de mercados muy exigentes, con lo cual, insisto, hay que trabajar institucionalmente desde toda la cadena de valor para que este arreglo comercial sea realmente provechoso”, señala.

      “La integración tiene muchísimas bondades, el tema es hacerlo inteligentemente”, finaliza Besmedrisnik.