Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Roberto Spagnoli, testigo directo de la historia de la Corporación

“Yo me sumé en 1955, a pedido del tesorero de aquel entonces, que se llamaba Francisco Bessone", señaló el actual vicepresidente tercero.

Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Pablo Andrés Alvarez / palvarez@lanueva.com

   Con sus “jóvenes” 79 años, Roberto Spagnoli fue testigo directo de los grandes hitos de la Corporación del Comercio, la Industria y los Servicios de Bahía Blanca.

   Hijo de Guido, quien fundó la marroquinería Bambi allá por 1934 (el negocio familiar acaba de cumplir 75 años de existencia en el microcentro bahiense), Roberto aún es parte de la comisión directiva de la entidad (es vicepresidente tercero), en un trabajo que inició ad honorem cuando apenas tenía 16 años.

   “Tengo muchos años, pero en la fundación no estuve”, dice Roberto, mientras larga una sonora carcajada.

   Pero enseguida demuestra una memoria prodigiosa, en la que se mezclan algunas fechas pero los detalles siguen intactos de este hombre que aún va todos los días al comercio familiar.

   “Yo me sumé en 1955, a pedido del tesorero de aquel entonces, que se llamaba Francisco Bessone y era muy amigo de mi padre.  Ni siquiera se había construido el edificio todavía, porque recuerdo que la sede estaba en la segunda cuadra de calle Soler”.

   Y agregó: “En aquella época, la Corporación nucleaba alrededor de 40 cámaras distintas, porque cada rubro u oficio tenían sus propios convenios. No existían las gremiales empresarias y los sindicatos. Yo empecé a trabajar en la de Comercio. Después de un par de años me sumaron al Directorio general. Y me mantengo en ese lugar hasta la fecha. He visto pasar muchísimos presidentes y he sido testigo de grandes trabajos”.

   En aquellos tiempos había, como mucho, 500 socios. Hoy ya son más de 3.000.

   “Siempre se formaron lindos grupos de trabajo, que son la clave del crecimiento”, sostuvo Spagnoli. 

El teléfono masivo

   “El Plan Telecorp al principio fue un éxito. Y yo digo que el teléfono llegó masivamente a Bahía Blanca gracias a la Corporación. Después casi nos fundimos por ese tema, pero al principio fue revolucionario”.

   --¿Cómo surgió?

   --En aquellos años Entel no disponía de aparatos para ampliar el servicio. Entonces, la Corporación decidió poner el dinero para hacer la obra para financiarla y la gente venía a pagar a nuestra sede de acuerdo al plan de ahorro que le correspondía. Con la plata que sobraba, se le poveía el servicio a instituciones públicas o carenciadas, como el Hogar del Anciano, el Hogar del Niño, el Patronato de la Infancia.

   “Pero cuando se inició el último plan, que eran alrededor de 5.000 teléfonos, Entel dijo que ya no tenía más capacidad para seguir instalando. Entonces propuso construir un edificio propio, que es el que hoy está en la primera cuadra de Berutti, al lado de la actual sede de Telefónica. Y a eso se sumó que hubo que realizar tendidos subterráneos a distintos puntos de la ciudad. Pero en plena ejecución de la obra llegó el Rodrigazo y los valores se fueron a las nubes. Y a la gente no le podíamos pedir más. Así y todo, la Corporación logró terminar la obra, pero adquiriendo deudas con distintas entidades crediticias”.

  “Un banco privado que tenía sede en Bahía, nos ofreció un préstamo a cambio de un remanente de teléfonos. Pero tuvimos tanta mala suerte que ese banco quebró y toda la deuda pasó al Banco Central, que empezó a reclamar el pago. No se pudo afrontar en ese momento, pero después se canceló con plata de los bolsillos de varios asociados”.

   También, a mediados de la década del '60 y principios del '70, la Corporación dio el empuje necesario para que el gobierno nacional permitiera el desembarco del polo petroquímico a nuestra ciudad.

   "En marzo de 1971, el movimiento "Bahía Blanca de pie" reunió a las 162 entidades que la conformaban en dependencias de la Corporación del Comercio y la Industria de nuestra ciudad, para delinear los pasos a seguir buscando que el presidente, Agustín Lanusse, confirmara definitivamente que el Polo se instalaría aquí", recordó.

Campaña de ayudas

   “Nos pusimos al frente de muchas, sobre todo cuando se producían inundaciones en otras partes del país. Recuerdo que toda la ciudad colaboraba y las empresas transportistas asociadas a la Corporación ponían los camiones en forma gratuita para llevar lo recaudado. También somos padrinos de la Escuela 60, a la que siempre se trató de ayudar con elementos o algunos trabajos de infraestructura o mantenimiento. Siempre colaboramos con entidades de beneficencia. 

   --La Corporación dio un salto de calidad con el edificio que construyó.
   --Sin dudas, porque fue uno de los primeros que se hicieron frente a la Plaza Rivadavia. Pero la construcción también fue problemática. A la par que se iba levantando, se iban vendiendo los pisos, pero hubo momentos de crisis que costaba vender y cobrar para seguir adelante.

   --¿Y el predio?

   --Es otro hito importantísimo. La mayoría de las instalaciones existentes se realizaron a fines de la década del '80. Y a partir de ahí se pensó en organizar una feria, que nos permitió contactarnos con las ciudades de la zona y luego con provincias. Así nació FISA, que ya es una historia conocida.

   --¿Cómo analiza el presente?

   --Los tiempos han cambiado mucho. Hoy la Corporación es manejada en forma profesional. Antes era todo a pulmón y se hacía lo que se podía. Hoy es una entidad que tiene un respaldo social enorme, cuyo nombre garantiza credibilidad y seriedad.