Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Urtubey en Bahía Blanca: “Necesitamos un sistema que nos obligue a buscar el consenso”

Durante su paso por la ciudad, el precandidato a vicepresidente por Consenso Federal dijo que, si es electo, Roberto Lavagna impulsará una fuerte reforma política y tributaria. La necesidad de un plan estratégico a largo plazo, la relación con el FMI, la grieta, el ofrecimiento de Macri y sus frecuentes visitas a Bahía Blanca cuando era más joven.

Juan Manuel Urtubey. Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Juan Ignacio Schwerdt / [email protected]

   El precandidato a vicepresidente por Consenso Federal, Juan Manuel Urtubey, dijo que si Roberto Lavagna gana las elecciones lo primero que hará será promover una reforma del sistema político que limite las atribuciones del presidente, le dé mayor participación al Congreso y, en definitiva, “obligue a los gobernantes a buscar el consenso”.

   “Si no modificamos nuestro sistema de gobierno va a ser imposible consensuar el plan de desarrollo que necesita el país, y la gente va a estar cada vez peor”, advirtió el gobernador salteño en el programa Hechos de Radio, que se emite por LU2.

   También dijo que Lavagna tiene entre sus planes una reforma impositiva que "grave la riqueza y no a la producción o a quienes generan empleo" y enfatizó que la única forma de afrontar las negociaciones que se vienen, por la refinanciación de la deuda con el FMI, es "fijando un rumbo claro para los próximos años y aplicando un plan de crecimiento sustentable de todas las regiones del país".

   “El federalismo es eso -señaló-. No es una discusión por plata entre el presidente y los gobernadores, o entre gobernadores e intendentes. Esto, en todo caso, es una cuestión de poder que a mí me tiene sin cuidado”.

   -¿Sin cuidado?

   -Es decir, a mí no me preocupa si la plata que hay que invertir en Bahía Blanca la maneja el intendente, el gobernador o el presidente. Lo que sí me importa es que haya un plan de política pública que determine cómo debe funcionar cada subsistema económico de la Argentina.

   “No podemos seguir en esta lógica de que por un lado hay una economía real y, por el otro, hay economías regionales a las que les tiro lo que me sobra para entretenerlos. No puede ser así. Hay que generar un programa económico que integre a cada una de las partes de la economía para darle potencia al proceso global”.

   -¿Cuál es el último programa de este tipo que recuerda?

   -La Argentina hace mucho que no tiene algo así. No me quiero poner romántico, pero los Planes Quinquenales que se plantaron hace 70 años tenían una mirada así. Hoy, en cambio, hemos desarticulado las oficinas de planificación.

   “En mi provincia diseñamos un plan estratégico. Nos llevó varios años. Se llama Salta 2030, lo aprobamos por la Legislatura y creamos además el Consejo Económico y Social, que hace el seguimiento del plan. Gracias a esto, los gobiernos de turno están obligados a hacer lo que nuestra sociedad dijo que quiere para los próximos años”.

Tenemos al mejor candidato, que es Roberto Lavagna. Demostró a los argentinos que sabe lo que hay que hacer. Pero él solo no puede arreglar nada. Por eso hay que ir a una profunda reforma del sistema político; si no, vamos a seguir atados al mesianismo”.

   -¿Cómo llegó a un consenso con la oposición?

   -Entendiendo que el poder no es tuyo, sino de la gente. O sea, los políticos peleamos, discutimos y todo eso, pero en esto pusimos a la sociedad en primer lugar: habilitamos la participación ciudadana y ella pasó por arriba de la política.

 

   -¿Cree posible consensuar un plan de este tipo a nivel nacional?

   -Sin dudas, porque si nos quedamos en la anecdótico, en la pelea Macri-Cristina, en si vuelve ella o si sigue el que está, no vamos a ningún lado. El mundo no termina ahí. Argentina tiene que proyectarse a 100 años, no a 5 o 6.

El error central de este gobierno fue subestimar la envergadura de la crisis y sobreestimar el prestigio personal de (Mauricio) Macri como herramienta para salir de esa crisis. Acá no te salva una persona, sino un sistema”.

   -¿Lo frustra tener que tener que hablar de este tema en 2019?

   -La verdad que sí. Es una enorme decepción, pero no con las personas, sino con el sistema político. Si no modificamos nuestro sistema de gobierno, esto va a seguir pasando y la gente va a estar cada vez peor.

 

   -Modificar el sistema de gobierno implicaría un fuerte cambio cultural. Hablamos de reconfigurar la forma en que entendemos el ejercicio del poder.

   -Sí, pero esencialmente recuperar la idea de lo trascendente como sociedad. Hoy queremos que todo se resuelva mañana o, si es hoy, mejor; sin embargo, los países se construyen en milenios. Estamos todos muy montados en nuestro ego, y nos creemos que somos mucho más importantes de lo que somos.

   “La realidad es que lo que necesita la sociedad son pequeños articuladores que vayan acordando entre sí y generando una cadena virtuosa que termine haciendo crecer a la Argentina. Y esto no se va a dar con el clima que hoy vive la política local”.

"Hay que eliminar impuestos a la generación de empleo y a las pymes"

   -¿Con qué propuesta llegaría Consenso Federal a esa gran mesa donde se discuta un plan para los próximos 20 o 30 años?

   -Primero hay que cambiar la forma de gobernar. Salir del hiperpresidencialismo e ir hacia un sistema semiparlamentario, con un Jefe de Gabinete designado en acuerdo con el Congreso. Esto obligaría a tener un gobierno de coalición de prepo.

   “Alguno puede decir que acá no es así, que somos culturalmente distintos... bueno, hay que cambiar, porque hasta ahora nos va bastante mal así. Necesitamos algo que nos obligue a buscar el consenso. Del clima de confrontación que hoy tiene Argentina nada bueno puede salir”.

 

   -¿Y a partir de allí?

   -Con una política más estabilizada, hay que ir a lo sustantivo: un programa económico basado en el crecimiento y el desarrollo. Es lo que planteamos con Lavagna: hay que poner a funcionar al país, que hace 8 años que no crece. Si el país no crece, no genera empleo ni actividad económica, tampoco vamos a resolver los problemas fiscales, no vamos a pagar las deudas, no vamos a hacer nada. La solución es crecer.

 

   -¿A partir de qué acciones?

   -Por ejemplo, modificar la matriz tributaria. Hay que eliminar impuestos a la generación de empleo y a las pymes. Cuantos menos impuestos cobremos, más va a crecer la actividad económica y más va a recaudar el Estado; hoy, subiendo los impuestos, bajó la recaudación. Entonces hay que hacer al revés.

Amo a Bahía Blanca. Tuve la oportunidad de venir muchas veces porque me une una situación medio rara con la ciudad. El fundador de la Escuela Naval Argentina, que está acá cerca, era un tatarabuelo mío, Clodomiro Urtubey, y he tenido oportunidad de venir varias veces a participar de distintos actos".

   -¿Se puede bajar impuestos en este contexto?

   -Situaciones de este tipo se resuelven con dinero o con tiempo. Dinero no tenemos, entonces apelemos al tiempo. Recuperemos la confianza. Lo que tenemos que hacer es decirle al mundo: “miren, hacia allí va a ir la Argentina durante los próximos años”. Si sancionamos las leyes que corresponden, fijamos un rumbo claro y logramos recuperar la confianza, ganaremos tiempo y podremos ir acomodando las variables. Esto es algo básico, pero lamentablemente todo lo que se creía que este gobierno podría lograr en este aspecto no lo logró.

 

   -Más allá de lo que usted dice, estamos en una coyuntura que exige respuestas urgentes. El país logro superávit primario pero continúa con un alto déficit fiscal, y las demandas sociales se multiplican día a día...

   -Eso que usted menciona hay que aclararlo. Tener superavit primario y déficit financiero es como decir que uno llegó a fin de mes y pagó todos los gastos con el sueldo... salvo el de la tarjeta de crédito. Es lo mismo. Antes Argentina tenía déficit primario y destinaba el 5% de sus recursos a pagar deudas; hoy no tiene déficit primario, pero el pago de las deudas se lleva el 16% de los recursos. Es decir, cambió la composición del déficit, pero en definitiva no hubo un cambio estructural.

 

   -¿Qué hay que hacer, entonces?

   -Lo mismo que hacemos con nuestra pyme cuando tenemos un problema de deuda con el banco: te ponés tu mejor traje, entrás al banco y le decís al oficial de créditos que te refinancie la deuda para que puedas vender más, y así pagues la deuda. Si no, no vas a poder pagar.

Siempre estuve en contra del alineamiento automático, porque implica eliminar la razón y, con ello, la democracia. La razón es la exteriorización de la libertad; si uno no es libre de decir que está de acuerdo o en contra de algo, el sistema no es 100% democrático”.

   -Siguiendo con su ejemplo, entiendo que el banco -que en este caso es el FMI- va a aceptar, pero va a exigir ciertas condiciones nuevas. ¿Qué respuestas hay que darle cuando reclame reformas como la laboral o la previsional?

   -Se responde diciéndole que vamos a hacer las reformas que nos permitan crecer, porque eso es lo que Argentina necesita. ¿Cuáles son esas reformas? La tributaria, por ejempo, pero no para subir impuestos, sino para bajarlos a la actividad productiva. Hoy tenemos un sistema de incentivos incorrecto: le “pegamos” más a quien agrega valor que al patrimonio. Como consecuencia, tenés una Argentina con empresarios ricos y empresas fundidas. Lo que necesitamos es un país con empresas solventes y empresarios no tan ricos. Hoy castigamos la actividad productiva, el agregado de valor. Es algo incomprensible.

Cambiemos, el kircherismo y la ampliación de la grieta

   -¿Cómo imagina la campaña de Consenso Federal tras las primarias?

   -Ahí es cuando va a arrancar. Sabemos que largamos de atrás porque los dos grandes polos de poder político y económico se disputan el poder tratando de invisibilizar a los demás, pero vamos a utilizar las primarias para mostrar que hay otras opciones.

 

   -¿Considera que esos dos grandes polos que menciona alimentan la grieta?

   -Sí, ellos son socios. Necesitan que no exista más nada que ellos.

 

   -¿Cómo se difunden entonces las ideas de las terceras fuerzas?

   -Hablando con la gente, con los industriales, predicando y predicando hasta que esa prédica llegue a la gente.

En el anterior gobierno, si yo apoyaba una decisión de la expresidenta, era kirchnerista; y, si no lo hacía, me había pasado a los enemigos. No es así. A este gobierno lo ayudamos mucho y le dimos gobernabilidad, y entonces para algunos yo tenía que ser vicepresidente. Y no, tampoco es así”.

   -¿Cómo convive con la idea de que Roberto Lavagna quizá no llegue a ser presidente?

   -Como le decía recién, lo que ha complicado a la política argentina es la pérdida del sentido de lo trascendente. Queremos todo ya. A mí me encantaría ganar la elección, pero si no ganamos, en definitiva, estamos iniciando un camino que un día va a permitir una Argentina diferente. Voy a laburar incansablemente para que esto arranque hoy, pero entiendo que lo importante es generar un cambio estructural. Si pensara de otra forma, habría aceptado las miles de propuestas que tuve de otros sectores.

 

   -¿Macri le ofreció ser su compañero de fórmula?

   -Eso es efectivamente cierto, pero no me perdonaría entregar mis convicciones por ocupar un cargo público. No me interesa. Tengo mis ideas, sé lo que hay que hacer en Argentina. Si pensando lo que yo pienso me toca tener una gran responsabilidad, buenísimo; y, si no me toca ninguna, voy a tener la tranquilidad espiritual de saber que soy coherente con lo que pienso.

   -¿Qué sería hoy de Consenso Federal si Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto no se hubieran ido? ¿Se lo pregunta?

   -Sí, y mi percepción, ahora que pasó el tiempo, es que Lavagna tenía razón. Él me decía “¿vamos a ir a primarias contra gente está más cerca de otros sectores, y en definitiva nos vamos a desgastar?”. Yo estaba en desacuerdo, pero el tiempo le dio la razón.

 

   -¿A Massa y a Pichetto se los tragó la grieta?

   -Fue la obsesión por ocupar un espacio de poder. Nosotros, en cambio, estamos construyendo un espacio, abriendo un camino. ¿Llegaremos a destino? Espero que sí; y, si no, llegará otro. Hay una percepción, en quienes están en la lógica del poder, de que la sociedad argentina mansamente se va a quedar con esto. Yo tengo mis dudas. Advierto que una importante cantidad de gente está harta de estos juegos de poder. Por eso, si logramos llevar nuestro mensaje a la gente, indudablemente somos competitivos y podemos ganar la elección.