Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Focos de tensión del macrismo en la recta final

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   En una rápida enumeración, que luego será menester desmenuzar, en despachos políticos de la Casa Rosada definían en las últimas horas al menos cuatro focos de tensión que el presidente y su mesa chica deberán atender  en la recta final hacia las elecciones de octubre. Que tendrá una parada previa, y no menor, en una fecha que a pesar de los esfuerzos del macrismo de paladar negro sigue generando incógnitas dentro y fuera del gobierno, dentro y fuera de Cambiemos: el 22 de junio, cuando vencerá el plazo para anotar a los candidatos que competirán en las elecciones presidenciales.

   No hay que abundar demasiado para imaginar las razones de ese detalle en particular. Puertas adentro y afuera del oficialismo no terminan de acallarse los planteos y reclamos más o menos larvados sobre la "necesaria" candidatura de María Eugenia Vidal. Un despropósito mayúsculo, devuelven en despachos políticos, por donde se lo mire. Primero porque no hay reemplazo para Vidal en la provincia. Y segundo porque por regla elemental del  manual de la política una renuncia de Macri a la candidatura sería la aceptación del fracaso liso y llano de su gestión. Para peor, con gruesos interrogantes acerca de si ese salto al vacío no terminaría comprometiendo su principal obsesión de hoy, que es  terminar su mandato en tiempo y forma.

   Veamos aquella enumeración. El primer foco comenzará a desmadejarse hoy en Córdoba con la reelección de Juan Schiaretti. Por cuerda separada el gobierno busca decodificar la impredecible convención nacional de la Unión Cívica Radical del próximo 27 de mayo. Deberá trajinar en el medio los detalles del tembloroso acuerdo para la firma de diez políticas públicas básicas que aseguren gobernabilidad con ayuda de la oposición. Y finalmente debe asumir que el cuasi lanzamiento de Cristina Fernández en la Feria del Libro podría convertirse en un balazo en los pies de quienes apostaron todo a la grieta.

   La reelección de Schiaretti al decir de observadores propios y ajenos podría dejar a la vista un primer resultado no deseado por Macri y su círculo cerrado. El gobernador cordobés pondrá sobre la mesa  --como le gustaba alardear a Eduardo Duhalde--  la montaña de votos que lo consagrará para un tercer mandato. Y con ese bagaje se posicionará como "articulador" del peronismo alternativo en busca de la mejor candidatura para octubre, que le permita terciar con éxito en medio de la grieta que proponen Macri y la abogada exitosa. Schiaretti no pierde las esperanzas de convencer a Roberto Lavagna para que se someta a una interna, desde la que imagina que saldrá una fórmula competitiva, apalancada además por el aporte de socialistas, progresistas y hasta de radicales desencantados de Cambiemos.

   Lo hará además el heredero de José Manuel de la Sota sobre la base de otro escenario incontrastable: el derrumbe del radicalismo cordobés de la mano de la tozudez de Macri por sostener la candidatura de Mario Negri, un mal desafío a los correligionarios de la Docta. Justo en la provincia que le brindó al ingeniero, después de Buenos Aires,  el mayor caudal de votos en 2015, sin los cuales hoy no sería presidente.

   La convención nacional de los radicales encierra ahora mismo no pocas incógnitas, y algunos malos pronósticos, que otra vez el purismo de Marcos peña y Jaime Durán Barba no permitirían superar de la mejor manera. Claramente hay en ese escenario una puja que envuelve a todo Cambiemos y que bien podría dejar a la coalición partida en dos. Ante la presunción de una derrota en octubre y noviembre, un sector "alineado pero no tanto" del partido, que encabeza su titular Alfredo Cornejo, iría con la propuesta de apoyar una fórmula encabezada por Macri con Martín Lousteau de acompañante a vice. Más la incorporación no negociable de peronistas federales, socialistas santafecinos y progresistas de Margarita Stolbizer. El sector más díscolo de los herederos de Alem, cuyas cabezas visibles son Ricardo Alfonsín y Federico Storani, impulsaría una salida de la coalición Cambiemos y proponer una fórmula Lavagna-Lousteau con el mismo formato de alianzas. En el medio, una tercera línea que respondería a Enrique Nosiglia aspira a quedarse adentro pero con Vidal de candidata presidencial y un vice radical (¿Cornejo, Sanz?) en la fórmula.

   El acuerdo social que propuso el gobierno, tarde y cuando la imagen presidencial y las expectativas de la reelección hacen agua, probablemente no llegue a nada, convertido en un compendio de buenas intenciones. En la Casa Rosada reconocen que aquel primer intento de la "gran foto" de todos los convocados junto a Macri, ya no podrá ser. Suman los rechazos de Lavagna y Massa, y el previsible de Cristina. En todo caso el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quedó como el responsable de administrar lo poco que quedó de aquella fantasía, que es reunirse por separado con los gobernadores peronistas, y encima aceptar que los famosos diez puntos son apenas una guía de temas pasibles de ser modificados ante mejores propuestas de la oposición. "Estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros", parafraseaba a Marx, a Groucho Marx, un encumbrado senador peronista.

   El lanzamiento encubierto de Cristina en la presentación del best seller Sinceramente no hizo más que acelerar los análisis internos dentro del gobierno, y más puntualmente entre las alas dura y blanda del macrismo, sobre los alcances de esa jugada y las consecuencias que podría tener en las chances de Macri de conseguir la reelección. Enmascarada, como en las campañas de 2007 y 2011, la doctora no le habló ahora a sus fanáticos, y ni falta que hacía, sino al tercio de votantes que hoy están enojados con el gobierno y a los que no terminaría de seducir una más previsible candidatura del peronismo alternativo.