Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Viajan hacia Alaska en combi y se dieron el gusto en Epecuén

Natalia Beracochea y Alejandro Roncero decidieron cambiar de estilo de vida, y gran parte de la aventura la sustentan promocionando los destinos que visitan. Son de Quilmes y Berazategui y están disfrutando las propuestas de Carhué.

Alejandro y Natalia, en un alto en el camino. / Fotos: gentileza familia Roncero y Beracochea

   Natalia y Alejandro se conocieron en 2008 y, un año después, hicieron un viaje juntos, a dedo, por el norte argentino. En Iruya, terminó de decantar ese sentimiento de fascinación que ambos tenían por viajar y empezaron a pensar cómo hacer de esa aventura un estilo de vida.

   Un lugareño les sugirió hacer un cine ambulante y, un año después, concretaron el proyecto en un Fiat 147. Con un proyector y una pochoclera recorrieron casi todo el país con Cine Nómade.

   El emprendimiento funcionó y pasaron películas en campings, bares plazas y hasta cerros. Estuvieron en Mendoza, San Luis y Córdoba, entre otros destinos, pero solo iban un mes y volvían a sus trabajos formales: ella como profesora de Matemáticas y él como realizador audiovisual.

   Hasta que un día dijeron Basta. ¡Cambio de vida! Y  dejaron entrar en sus vidas a Aura, la combi que los acompañaría en su aventura hasta Alaska.

   En eso está, con Camino de las Utopías, como se los puede encontrar en Facebook.

   La aventura que se inició en 2017, con algunos vaivenes, los trajo hasta Carhué, donde están desde hace varios días disfrutando de los atractivos del lugar y compartiendo con sus seguidores en las redes sociales las bondades del destino. Además de visitar las ruinas y de difundir su historia hicieron una prueba de calidad de las aguas termales y curativas del Lago Epecuén y probaron la fangoterapia.

   Mientras disfrutaban de las propuestas del destino, guitarra en mano, dialogaron con La Nueva. sobre su estadía, planes y su particular aventura.

La historia

   “Partimos el 12 de agosto de 2017, rumbo a Alaska, pero el viaje empezó antes, cuando compramos la combi. No ¡antes!, en 2009, después de hacer un viaje a Jujuy, de mochila. Sabíamos que queríamos viajar, pero no sabíamos muy bien adonde ni cómo hacerlo”, contó Natalia.

   Por entonces, ella trabajaba como profesora de Matemáticas y había logrado tener horas como titular. “Para cualquier profe que recién se inicia, eso es como llegar a la cima: tenía 20 horas de clases, los colegios me quedaban cerca de casa, los grupos eran hermosos y tenía una buena relación con mis alumnos”, contó.

   Sin embargo, algo le hacía ruido sobre su estilo de vida y decidió dar un giro. Su sueño le susurraba tentaciones al oído: “Hacélo ahora”.

   “Me estaba sofocando un poco saber que iba a tener que trabajar 25 o 30 años para después jubilarme y recién entonces poder hacer esto que tanto quería, viajar. Eso me angustiaba. Y dije: no sé si voy a vivir 25 o 30 años más. Lo hago ahora que puedo y me la juego”, comentó.

   Alejandro, por su parte, también tenía un trabajo fijo, en la municipalidad de Quilmes como camarógrafo editor y sonidista. Y desde los 20 años se dedicaba a este tipo de empleos como realizador audiovisual.

   Tampoco se sentía a gusto con su situación y juntos decidieron cambiar sus realidades y comprar a Ara, una combi del 87 que tuvieron que poner a punto para partir. “Sabíamos que asumiríamos riesgos y que no sería fácil. Es duro, pero lo elegimos”, dijo Alejandro.

   Natalia aclaró: “No estamos de vacaciones, pero en 9 meses de viaje vivimos experiencias increíbles. Más que los paisajes que vimos lo maravilloso fue conectar con los lugares y las personas.

   Hay una frase en uno de nuestros videos, que dijo un viajero, que nos quedó grabada: 'Los mejores paisajes están dentro de las personas”.

   Durante su camino a Alaska visitaron provincias argentinas y cruzaron hacia Uruguay, Brasil y Paraguay. El viaje se truncó temporalmente por un problema de salud de la mamá de Alejandro. Luego de unos meses, lo retomaron.

   “El proyecto detrás del viaje es ser felices, porque somos seres curiosos por naturaleza y, si además se puede aportar un granito de arena a este mundo cruel, mejor”, destacó Alejandro.

   Natalia aseguró que no fue fácil lo que les tocó vivir en la etapa en que tuvieron que regresar, pero el apoyo de la familia sumó mucho para que pudieran retomarlo.

   “El viaje es un modo de vida; se remonta a la utopía de romper fronteras, salir de lo establecido”, reflexionó Alejandro.

   Natalia es nacida en Uruguay, pero sus papás y hermanos residen en Berazategui, su antiguo hogar.

   “El camino te enseña que no existen religiones ni partidos políticos, que somos todos iguales y el fin es el mismo. La gente es muy solidaria. Hay más gente buena que mala”, dijo.

   En la misma sintonía, Alejandro expresó su motivación y aprendizaje. “Rescato que hemos estado con personas de ideologías y religiones muy diferentes, pero convergemos en que somos buenos seres humanos, como la mayoría y no deberíamos dividirnos por banderas o carátulas”, añadió.

   Pueden seguir su viaje por las redes sociales. En Facebook: Camino de las utopías.