Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El empresario bahiense que le dijo "no" a Julio de Vido

José Teitelbaum no cedió a las presiones del secretario Roberto Baratta. Su declaración está en manos del juez Claudio Bonadío.

Foto: Archivo La Nueva

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   José Teitelbaum es bahiense, ingeniero civil y empresario de la construcción, con una carrera de más de 70 años en el rubro. 

   En los últimos días su nombre alcanzó difusión nacional, luego de que el diario "La Nación" publicara una entrevista con un título que no pasó desapercibido: "La increíble batalla del constructor que se negó a pagarle coimas a Baratta".

   Roberto Baratta era la mano derecha del ex ministro Julio de Vido. Ambos están detenidos, acusados de defraudación y otros males.

   Teitelbaum tiene 97 años, una lucidez impecable y recuerda con cariño su niñez y adolescencia en nuestra ciudad. "Estudié en el Colegio Británico de avenida Colón (no existe más) y en el Nacional. Luego me fui a Buenos Aires a estudiar ingeniería en la UBA, en Bahía no había universidad todavía", dice.

   Los datos que aportó sobre las presiones que recibió durante el gobierno de los Kirchner en relación a obras que estaban a su cargo fueron incluidos en la causa que investiga el juez Claudio Bonadío, en particular la de haber tenido que ceder una, paralizada por falta de pago por parte del Estado, para "no meterme en algo ilegal", según confesó.

   Teitelbaum atiende el teléfono fijo de su casa en la Ciudad de Buenos Aires. Se alegra del llamado de La Nueva. "Soy de esa ciudad, es una alegría hablar con ustedes", indica. 

   Repasa rápidamente parte de su vida familiar. "Mi papá era odontólogo, muy amigo de Enrique Julio, el fundador del diario", señala con un dejo de orgullo.

   Apenas recibido de ingeniero comenzó a trabajar con obras particulares y fue montando su empresa. 

   El ejercicio de su profesión lo trajo de nuevo a la ciduad. "Hicimos algunos edificios para COVIARA (Construcción de Viviendas para la Armada) y también emprendimientos particulares".

   Sus obras locales tienen un sello distintivo. Un importante retiro de la línea municipal, práctica poco habitual por estos lados, como en el edificio de Caronti 555 (Albatros VII) y el de Alem 1300 (Albatros XVII), realizados entre 1979 y 1981, sumando 6.500 metros cuadrados.

 

   Es de su autoría también el edificio de 11 pisos de Vieytes y Moreno, realizado entre 1974 y 1976. Para esa obra contrató al ingeniero Daniel Galak, recién egresado de la UNS, que hoy recuerda claramente aquel emprendimiento. "Teitelbaum era de estar mucho sobre la obra, seguía cada paso. También intervenía en la parte comercial, discutía los precios y los trabajos", indica. 

   Ese edificio fue bautizado "Arnoldo Teitelbaum", en memoria del padre del ingeniero, y el apellido está grabado en la placa de bronce del portero eléctrico.

   Otro inmueble atractivo, con generoso frente y marcados balcones, es el Delfín I, de 13 pisos, en Casanova al 300. Fue construido dentro del Plan Federal del Banco Hipotecario nacional. En el acceso hay una placa con el nombre de José Teitelbaum.

"No quería nada ilegal"

   Teitelbaum vivió un penosa experiencia durante el gobierno kirchnerista. 

   Refiere que en varias ocasiones estuvo con Roberto Baratta, en el "ministerio de la corrupción", como menciona al Ministerio de Planificación, que manejaba Julio De Vido. 

   El empresario llevaba años intentando retomar la construcción de un centro tecnológico del Conicet en Santa Fe, frenado por falta de pago. Jamás logró destrabar la obra y nunca accedió al pago de coimas que lo hubiesen permitido.

   El Estado había reconocido que correspondía abonarle 2 millones de pesos adeudados, pero, al decir de Teitelbaum, tanto De Vido como otro de sus secretarios, José López, fueron "escollos insalvables para retomar la constucción". 

   En un momento le propusieron cederla  a otra empresa a cambio de recibir nuevos contratos. 

   "Rechacé ese pedido, no quería nada ilegal", reconoce. 

   En 2006, con su empresa en convocatoria de acreedores, finalmente entregó la obra a Supercemento, para poder hacer frente a su delicada situación económica.

   Toda esta historia está ahora en manos del juez Bonadío, entregada por la Oficina Anticorrupción. La causa sigue en instrucción.