Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Al menos dos personas pierden la vida cada mes en siniestros viales

 El médico Pedro Silberman, quien encabeza un grupo de la UNS especializado en estudiar la problemática, sostuvo que la tasa de mortalidad en la ciudad es muy alta. 

Fotos: Archivo y Pablo Presti-LN.

   Cuando apenas transcurrieron trece días de 2019, la triste estadística refleja que el tránsito bahiense ya se cobró dos jóvenes vidas y que la necesidad de encontrar una solución al tema no admite dilaciones. 

   Varias situaciones, entre ellas conducir bajo los efectos del alcohol, están causando una combinación letal.

   “En Bahía Blanca, aproximadamente, estamos entre los 24 y 28 fallecidos por año, es decir, un promedio de por lo menos dos víctimas por mes; lo cual tiene mucho impacto, porque por lo general se trata de personas jóvenes, con todo lo que implica”, comienza diciendo el médico Pedro Silberman, decano del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional del Sur y director del Grupo Interdisciplinario para el Estudio de Colisiones Viales (GIECoV).

   En la víspera, Marcelo Garnica (27) dejó de existir como consecuencia de las lesiones que sufrió luego que perdiera el control de su moto Honda Wave y colisionara contra un árbol en la zona de Alvarado al 1000.

   El joven era acompañado por Juan Cruz Giusiano (25), quien al cierre de esta edición se encontraba internado en estado reservado, en el área de Terapia Intensiva del Hospital Municipal.

   El profesional agrega que “la mortalidad es muy grande en Bahía Blanca, mayor que en varias ciudades. Nosotros hemos publicado hace poco un artículo en la revista Salud Pública de Argentina donde planteamos que la mortalidad por accidente de tránsito en Bahía Blanca, en términos relativos, comparados con la cantidad de población, es mucho mayor que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es una problemática importante”.

   Allí se indicó que en el primer lustro de esta década, nuestra ciudad registraba una tasa de 12,3 fallecidos en colisiones viales cada cien mil habitantes, contra 4,7 de CABA.

   Silberman asegura que “a nivel internacional se sabe que por lo menos en el 50% de las muertes por siniestro de tránsito está implicado el alcohol, que es una sustancia, y como tal, no es buena ni mala; el tema es quién y cuánto consume, además de qué hace cuando lo consumió”.

   El médico es contundente al decir que “en el caso de los accidentes de tránsito, yo abono a la idea de tolerancia cero. En principio, no parece que pueda haber un límite mínimo permitido, porque a partir de 0,2 (gramos de alcohol en sangre) empieza a producir algún tipo de alteración que puede generar riesgo en el manejo. Y cada 0,2 que aumenta duplica ese riesgo. Entonces, una persona que está entre 0,5 y 0,9 puede tener siete veces más riesgo de tener un accidente mortal si conduce”.

Consenso moral

   Silberman considera que “las leyes son bastante permisivas. Si una persona tiene mucho más de 0,5 de alcohol en sangre, va a 100 kilómetros horarios en una arteria que tiene que ir a 40, atropella a un persona, la mata y se escapa, puede recibir de 3 a 6 años de prisión”.

   “Las leyes se construyen a partir de un consenso moral. Todos estamos de acuerdo que no hay que matar, entonces le dan la pena mayor a la persona que mata a alguien. Ahora, si no hay un consenso de que el exceso de alcohol es malo, no va a haber una ley que termine siendo dura para aquel que la transgrede”, agrega.

   También opina que el tránsito es un sistema y que funciona en la medida que la sociedad acepte determinados consensos.

   “La ingesta de alcohol tiene un defecto de origen que se relaciona con la moral. Cuando vemos que una persona que se excedió en la bebida mata a un transeúnte, lo adjudicamos al alcohol; pero en otras circunstancias es como que tenemos una buena perspectiva o mirada del alcohol: nos juntamos a tomar, hacemos determinados rituales que tienen que ver con beber, nos resulta hasta simpático aquel que se excede y que hace lío en la fiesta. Hay una moral contemplativa con el tema del alcohol y uno no puede escindir eso de lo que, obviamente, derrama por algún borde”.

   En este sentido, refiere que “la mirada moral sobre el consumo de alcohol tiene que ser más restrictiva, más punitiva, porque así lo hacemos con otras drogas y otras sustancias”.
“Tenemos que empezar a construir socialmente que el exceso de alcohol es malo, que no tiene ninguna veta para caernos simpático. Tiene que ser, por ejemplo, lo que es hoy fumar en un lugar cerrado. Debe tener ese rechazo para que se pueda construir una sociedad donde en el alcohol sea lo que es, un factor de riesgo, una carga de enfermedad”, finaliza.

Otras consideraciones

   El médico Pedro Silberman confirma que “la mayor tasa de fallecimiento ocurre en personas que van en motocicletas, porque los accidentes son más graves y tienen menores posibilidades de salvarse, ya que el cuerpo es la carrocería. Y las personas que andan en motos son, en general, más jóvenes”.

   También sostiene que  “en peatones hay distintas edades. Lo que se plantea en esos términos es que estos accidentes, en general, se dan en personas de mayor promedio de edad”.

   Comenta que “una persona que maneja un auto tiene que tener mayor responsabilidad que el peatón, lo cual no implica que este último no la tenga”.

   Para el facultativo también juega en contra la falta de planificación urbana.

   “Una ciudad debe tener un sector en el cual los peatones estén protegidos, con determinadas protecciones organizativas estructurales en los lugares donde hay escuelas, más allá de que se estacione en cualquier lado. Las personas que están a cargo de la planificación y la gestión de una ciudad tienen que tener políticas en ese sentido”. 

   “Donde hay muchos peatones puede haber mucho riesgo, como en el microcentro, entonces tiene que haber un sistema de tránsito más lento, disminuir la cantidad de vehículos individuales por ese sector, contar con vías alternativas para que los autos puedan cruzar la ciudad sin tener que pasar por allí, hacer sendas peatonales sobreelevadas, para que el peatón tenga facilidad, como ahora en la semipeatonal de Alsina, que hace que el automovilista vaya más lento”, concluye.