Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

4 proyectos bahienses y un infinito por descubrir

Un doblador de ropa automático y un detector de monóxido son solo algunos de los inventos que se les ocurren a los chicos que van a Infinito por descubrir, el centro de innovación y creatividad ubicado en Santa Fe y Fitz Roy.

 

Por Damián Vallejos / dvallejos@lanueva.com
Imágenes: Pablo Goicochea
Edición de video: Francisco Villañáñez

 

   El brazo automático no funciona pero José no se incomoda. Tiene 12 años, espera mostrar a las cámaras el doblador de ropa que inventó pero no se desespera y lo arregla con paciencia. La tolerancia al trabajo bajo presión es uno de los “15 mandamientos” que sigue Infinito por descubrir.

   José Dumming es uno de los cientos de chicos que ya estuvieron en el centro que se inauguró en julio del 2017 en Santa Fe y Fitz Roy, donde se pasó de apilar motos abandonadas a juntar y fortalecer ideas y proyectos de niños y adolescentes.

   Él vio que su habitación —como la de otros que conocía— era un despelote: las remeras enrolladas o dobladas así nomás y el placard transformado en un agujero negro. Y se le prendió la lamparita: hizo un doblador automático de ropa.

   —Mi pieza… mi pieza siempre era un quilombo. Le pregunté a mamá si era buena idea y me dijo que era buenísima —cuenta.

   José piensa llevarlo a su casa cuando lo termine. Hoy dobla remeras y shorts porque todavía no le da la fuerza para acomodar buzos o pantalones grandes.

   Las cosas en Infinito por descubrir pasan por varios procesos. El proyecto llega y es sometido a opiniones y debates con colegas en el exploratorio de ideas, todo entre chicos y chicas de 6 a 18 años.

   Así se cumple el escuchar y participar activamente, otro de los mandamientos que llaman habilidades blandas.

   —Los chicos exploran, se conocen, se encuentran, arman grupos de amigos. El exploratorio sería como la cocina. Acá se intenciona, se imagina, se investiga y se arranca con el proceso creativo de hacer realidad tu proyecto—cuenta Sebastián Luce, uno de los coordinadores pedagógicos de Infinito Bahía Blanca.

   En ese momento es cuando también se le busca un sentido: impacto social, ecológico, político o emocional, que involucre a la comunidad.

   Y muchas veces los proyectos son atravesados por todos los laboratorios: Multimedia, Ciencia, Fabricación y Sonido. A través de sus ideas, los chicos van pidiendo cada vez más conocimientos para avanzar.

   Cuando a José se le complicó con el doblador de ropa recibió ayuda de Toby. Y José cuenta que Toby lo ayudó en varios momentos del proyecto.

   Tobías Alfonso tiene 11 años y su proyecto puede terminar con un impacto muy profundo en la comunidad. Está en fase de prueba, le faltan retoques pero va muy encaminado: hizo un autito que puede recorrer las zonas de calefactores y detectar si hay monóxido de carbono en el ambiente. Si es así, suena una chicharra. Si es así, puede salvar vidas.

   —En casa tenemos un calefactor que es muy defectuoso. Me surgió generar esto. Sé que puede servirle a la comunidad porque el monóxido de carbono puede matarte —dice, entendiendo TODO.

   Tanto Tobías como José “viven” en el laboratorio de Fabricación. Ahí tienen computadoras, remalladoras, láser, impresoras 3D, todo tipo de herramientas, plaquetas, pintura y mucha electrónica; todo lo que se pueda hacer con las manos, se puede hacer ahí.

   El auto de Toby puede recorrer una zona siguiendo una línea hecha con cintex en el piso y se frena antes de chocar una pared. Todo lo hizo ahí adentro, en Infinito, con orientaciones de los facilitadores.

   En Infinito no hay docentes. No se llaman así y no quieren que los llamen así. Son facilitadores. No dan indicaciones ni imponen decisiones. Ayudan en el proceso y sugieren alternativas. Facilitan el camino.  

   Antes de dar vuelta el doblador de ropa de José para encontrar el problema que se le presentó, el facilitador le preguntó si quería hacerlo. Y recién ante la respuesta positiva lo ayudó y se lo dio vuelta.

   Luces cuenta que cualquier chico puede ir a Infinito por descubrir de martes a sábado. Simplemente tienen que ir con sus padres a anotarse y completar todos los datos una vez. Luego van cuando quieren para trabajar en sus proyectos o se anotan en las actividades programadas. 

   —¿Quién define las actividades y contenidos?

   —Proponemos las nuestras acá y otras vienen del resto de los centros de Infinito [hay en Jujuy, Mendoza y Posadas] o del programa Educar del Ministerio de Educación. Vamos intercambiando ideas. La línea general es muy abierta. Vamos a hacer talleres y visitas a escuelas, eso nació de Bahía. Hay mucha libertad de los contenidos.

   Mientras Luces habla se escucha una voz de fondo. Rocío Ramírez canta en el espacio de Sonido, que tiene instrumentos, una sala de edición y más equipos para hacer, entre otras cosas, música.

   Rocío tiene 14 años y quiere vivir de la música. Es cantante y ahora está haciendo su versión de Música en ti de Soy Luna.

   Graba la voz, ya tiene la base y luego apunta a hacer el videoclip.

   —Practico varias veces hasta que quede. Cuando esté completa y terminada la edito, le pongo los efectos y ya queda. Después se hará el video que estoy pensando cómo hacerlo actuado—cuenta.

   Para ella Infinito es aprender y cumplir sueños. Y hacer lo que a uno le gusta. Quizás luego en Multimedia puedan hacerle un sitio web o enseñarle cómo difundir su canción a través de mensajes.

   Y para mensajes también nació el proyecto de una aplicación en este centro. Se llama Megamensajes y la está haciendo Federico Corzo, que tiene 11 años.

   —Es una página web de comunicación que tiene para enviar mensajes privados y grupales, juegos, un blog y una tienda—dice Fede.

   Y agrega que quiere aprender los lenguajes de programación Java Script y C++ para que termine siendo una aplicación de Android y Windows.

   La idea se le había ocurrido cuando tenía 8. Y ahora la pudo realizar. Las posibilidades en este centro creativo son infinitas.

  

Más data de Infinito

Dos modalidades

* Proyectos. Los chicos hacen realidad las ideas que presentaron.

* Actividades. Son aleatorias y tienen hora de comienzo y finalización.

Preparan talleres. En los próximos días harán talleres que consistirán en encuentros grupales para desarrollar ideas con impacto social.

Los más chicos. Tienen un Minilab para los niños y niñas de 6 a 8 años con contenidos orientados más hacia lo lúdico y lo analógico, sin mucho digital.

Muchas visitas. Las escuelas pueden ir a conocer el centro de innovación creativa. “El año pasado quedaron 140 visitas pendientes”, dice el coordinador Sebastián Luce.

Ayudas. Si bien reciben ayuda de Nación y el Municipio, también aceptan “Padrinos” para poder abastecerse de insumos.

La inversión. Nación recuperó el lugar e hizo la inversión inicial de 30 millones de pesos.