Monumento a César Milstein: en foco con el universo
Mario R. Minervino
Desde hace diez años, 2008, un aro color naranja, sostenido por siete columnas distribuidas de manera casi caótica, se erige en el Paseo de calle Cuyo, en el cruce con calle Rosario.
Es una escultura metálica que se eleva sobre el terreno y actúa como una suerte de pérgola con un par de poltrona ubicadas debajo.
Un modesto cartel indica que se trata de un homenaje a César Milstein, el bahiense que hace 34 años recibió el galardón más prestigioso que esta humanidad tenga: el premio Nobel.
Lo obtuvo en la categoría de Medicina y Farmacología, a pesar de ser Milstein doctor en Química.
Trabajando como director de la división Química de la Universidad de Cambridge, en Londres, describió la técnica para generar anticuerpos monoclonares, un tratamiento importante para enfermedades como artritis reumatoide y cánceres, entre otras.
La obra
Diseñada por el arquitecto Horacio Miglierina, la obra es un memorial, monumento conmemorativo cuya función es conservar la memoria de un hecho o de una persona.
El diseño, alegórico, conforma una especie de gran lente que permite mirar el universo o, mejor expresado, poner foco en la porción del cosmos que Milstein pudo ver durante su infancia y adolescencia en Bahía Blanca. "La intención fue representar sensaciones similares entre el investigador, que miraba ese mismo cielo, y cualquier ciudadano que pase por el lugar", explicó Miglierina.
La inclinación dada al conjunto posibilita que cada 24 de marzo, fecha de fallecimiento del científico, enfoque hacia la Cruz del Sur, emblemático conjunto de estrellas. "La obra se trabajó como una pieza, no tiene una forma definida: conforma un espacio con contenido interior y albergue", añadió Miglierina.
Admirador de Roald Amundsen, el explorador noruego que dirigió la expedición que por primera vez alcanzó el Polo Sur, Milstein solía citarlo para graficar como "la curiosidad y el poder de lo desconocido" han sido motores de la evolución, desde "el infinito mundo del microscopio hasta la inmensidad desconocida del universo". La obra de calle Cuyo combina estos extremos, recortada su silueta contra el maravilloso cielo azul.