Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Los bahienses más pobres no acceden a empleos de calidad

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

En Bahía Blanca, ser parte del colectivo de ciudadanos que menos gana equivale a tener un empleo de menor calidad frente a los más acomodados, de acuerdo con un informe del Instituto de Investigaciones Económicas y Sectoriales del Sur (IIESS). 
El estudio, que toma datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC para los años 2016 a 2018 pertencientes al aglomerado Bahía Blanca-General Cerri (BBC), divide a la población en tres segmentos de ingresos: altos, medios y bajos. 
Con todo, el cruce de datos que hicieron los investigadores del IIESS es aleccionador, ya que tanto la inactividad, categoría que refiere a los bahienses que no tienen ni buscan empleo, como el cuentapropismo, se incrementan a niveles de ingresos bajos, ocurriendo exactamente lo contrario en los niveles medios y altos. 
Vale aclarar que del grupo de inactivos, los autores del informe excluyen a  los menores de 18 años y a los jubilados y pensionados, aunque si se incluye tanto a individuos que no están disponibles para trabajar (discapacidad física) como a aquellos que están disponibles, pero han abandonado la búsqueda por no percibir oportunidades laborales atractivas (desalentados), entre otros. 
“Dada la distribución probablemente equilibrada de la discapacidad entre niveles de ingreso interpretamos el diferente peso de la inactividad en los distintos niveles de ingreso como un indicador tentativo de la incidencia de la inactividad por desaliento”, aclararon los autores del estudio. 
De esta manera, la inactividad que evidencian los menores estratos de ingresos estaría más motivada por la falta de oportunidades de trabajo que por problemas de discapacidad. 
Así, para los niveles de ingresos bajos y con respecto al total de ocupados, el 52 por ciento de los bahienses permanecía en la inactividad, frente al 28% de quienes pertenecían al estrato de ingresos medios y 19% de altos, según el informe que elaboraron los economistas Gustavo Burachik, Gisela Mara y Marina Tortul. 
“Interpretamos estas diferencias en la proporción de inactivos como un indicador de la mayor presencia en el segmento de bajos ingresos de personas sin empleo, potencialmente disponibles para trabajar pero que han dejado de buscar posiblemente por falta de perspectivas favorables. 
También el cuentapropismo está mucho más difundido en el segmento de población de ingresos bajos (30% de la ocupación total) que en el de ingresos altos (sólo 11% de la ocupación total). 
“Es evidente que esta mayor incidencia del cuentapropismo en el grupo de ingresos bajos no puede explicarse por su mayor acceso a oportunidades de carrera laboral independiente sobre la base de una especialización técnica o profesional. 
“Resulta más razonable interpretarla como un síntoma de escasez de puestos de trabajo asalariado en condiciones adecuadas de remuneración y condiciones laborales”, señaló el estudio. 
En paralelo, la incidencia del trabajo asalariado no registrado también está relacionada negativamente con el nivel de ingreso, ya que alcanza al 33% de los ocupados en el segmento de bajos ingresos, pero apenas al 9% en el grupo de ingresos altos. 

Disociación
De acuerdo con Burachik, los resultados del informe “se replican a nivel nacional. Además, no han habido grandes cambios en el tiempo con respecto a la relación calidad de empleos y niveles de ingresos”. 
Sin embargo, hay algunas particularidades para nuestra ciudad frente al resto de las urbes argentinas. 
Es que al analizar la evolución de estos indicadores entre el segundo trimestre de 2016 y el primero de 2018, BBC tiene, en general, una menor proporción de inactivos por ocupado que la media nacional en los tres grupos de ingreso. 
Dos, el segmento de población de ingresos medios y altos de BBC tiene en general una menor incidencia del cuentapropismo que a nivel nacional. 
“Esto sugiere que en el ámbito local la población de ingresos altos se compone más bien de patrones y empleados en relación de dependencia con altos salarios (puestos jerárquicos)”, adviertieron desde los investigadores del IIESS. Tres, en los tres grupos de ingresos la incidencia del trabajo asalariado sin descuentos jubilatorios es más baja que la media nacional”. 


Hipótesis varias
Para el académico, la causa crucial no está enteramente relacionada con los menores niveles educativos que exhiben los estratos bajos frente a los altos (N de R: la terminalidad de la escuela media es muy baja entre los más pobres, por ejemplo) sino con una demanda laboral que no puede reaccionar. 
“Yo creo que el problema de empleo es de demanda, no de oferta. Acá lo que tenemos es que no hay pedidos de empleo por la contracción de la economía. Si es verdad que la gente de mayores niveles educativos tiene más chance de hallar un trabajo, pero no porque enfrente una demanda laboral dinámica, sino porque puede desplazar a aquellos de ingresos más bajos y, por lo tanto, de menor educación, de un puesto de trabajo menos calificado”, señaló Burachik. 
Agregó que por esta razón “hay un claro fenómeno de sobrecalificación laboral y no es extraño ver a chicos con terciarios o profesorados atendiendo pizzerías o boliches”. 
“En síntesis, lógicamente que las chances de inserción mejoran con la educación, pero a costa de desplazar a trabajadores menos calificados, que son los más pobres”, advirtió. 
Señaló que “esto no es un fenómeno exclusivamente local ni nacional, sino global, porque no es raro toparse con este tipo de situaciones en algunos países europeos, donde los jóvenes deben acceder a trabajos que no son acordes a su nivel educativo”. 
Burachik no dudó en calificar al gasto en programas de calificación como  pero es un “gasto inútil de recursos. Acá lo que falta es demanda, porque si la economía creciera, habría demanda de todo tipo de empleo, independientemente de su calificación”. 
Por eso, señaló que las políticas de empleo ofrecen “solucines parciales. Hace falta es una política integral de inversión pública, algo que claramente no está en la agenda del Gobierno, ni tampoco estaba en la del anterior. 
“La actual administración tendría que encarar una agresivo plan de inversión pública, articulando la capacitación con ese plan de inversión, basado en infraestructura. 
“Sólo de esa forma se podrá salir rápidamente de la emergencia laboral”, expicó el docente de la UNS. 

AUH e incentivos
Con relación a la inactividad, podría pensarse que la falta de incentivos para la búsqueda de empleo, más allá del desaliento, es la principal causa que impulsa a los menos acomodados a intentar mejorar su situación laboral. 
Y a la hora de buscar candidatos para esa supuesta falta de esfuerzo por parte de los que menos tienen, surgen las transferencias monetarias que se realizan desde el Gobierno. 
“Eso no es verdad. La evidencia es negativa. Varios trabajos coinciden en que no es cierto que por el hecho de recibir una transferencia estatal, como por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo (AUH) la gente deja de buscar trabajo”, señaló Burachik. 
La actividad no repunta
La economía registró en  octubre una baja del 4% respecto de igual período de 2017, con lo  que alcanzó una racha de siete meses seguidos en recesión, informó  el INDEC.
El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), en su  medición desestacionalizada, experimentó una suba del 0,9% contra  septiembre.
Con estos resultados el indicador acumuló en lo que va del año  una retracción del 1,7% contra igual período de 2017, afectado por  la corrida cambiaria, la inflación, la devaluación y el derrumbe  del consumo, en medio de una fuerte baja en los niveles de  inversión.
Otro factor que afectó principalmente al sector agrícola fue la  sequía que se dio en amplios sectores del país y que condicionó la  cosecha.
El proceso recesivo, según la estadística oficial, arrancó en  abril con una merma interanual del 0,3% y luego se profundizó en  mayo con una caída del 5%.
En julio, el EMAE se desplomó 6,6% en la medición interanual;  en agosto cedió 1,9% y en septiembre la contracción se ubicó en el  6,1%.
En octubre, los sectores que pudieron eludir la caída fueron  los siguientes: pesca con un fuerte aumento del 28,4%;  agricultura, ganadería, caza y silvicultura, 2,9%; enseñanza, 1,1%  y servicios sociales y salud, 0,02%.
Por el contrario, la caída más fuerte correspondió a comercio  mayorista y minorista con el 11,2%; industria manufacturera, 5,3%;  construcción, 4,7%; hoteles y restaurantes, 3,4%; transporte y  comunicaciones, 3,3%; explotación de minas y canteras, 2,7% e  intermediación financiera, 2,3%.
El freno en la actividad impactó también el sector público, ya  que la caída en la economía repercute en una menor cantidad de  transacciones. 
De este modo, el indicador impacta en la recaudación  tributaria, y en octubre se reflejó en una baja de 6,2% en los  impuestos netos de subsidios.