Bahía Blanca | Jueves, 11 de diciembre

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Los misterios del universo, sentimientos y valores en el cine para Neifert

Publicó 11 libros y una gran cantidad de críticas cinematográficas. Charlamos con Agustín, quien editó el galardonado Signos y valores espirituales en el cine.
Fotos: Archivo

Franco Pignol / [email protected]

El crítico de cine Agustín Neifert editó Signos y valores espirituales en el cine y acaba de ser reconocido con el premio a la trayectoria en el Festival Internacional de Cine Religioso (ARFECINE).

El libro analiza películas que se prestan a un rico análisis acerca de la espiritualidad tanto de producción nacional como internacional.

“El cine puede crear, sostener o reafirmar la espiritualidad, depende de varios factores: los valores que propone, la calidad cinematográfica y la belleza de sus imágenes. Según Juan Pablo II, ‘la belleza es, en un cierto sentido, la expresión visible del bien, así como el bien es la condición metafísica de la belleza’”, explica Neifert.

-¿Cuál fue una de las obras más influyentes desde el punto de vista espiritual, en toda la historia del cine?

-Es difícil destacar una sola. Mencionaré cuatro: La pasión de Juana de Arco (1928), de Carl T. Dreyer; El séptimo sello (1956), de Ingmar Bergman, su obra de mayor grandeza metafísica; El Evangelio según San Mateo (1964), de Pier Paolo Pasolini; y El noveno día (2005), de Volker Schlöndorff, que trata sobre el sacerdote luxemburgués Jean Bernard (1907-1994), que estuvo preso en el campo de concentración de Dachau por condenar la política racista de Hitler. Le conceden nueve días de “licencia” para gestionar ante el obispo una declaración a favor del Tercer Reich. Si no lo obtiene, él, su familia y los 2.700 sacerdotes en Dachau serán aniquilados. Asume una decisión de acuerdo con su conciencia y regresa al campo de concentración. Logra sobrevivir y en 1947 es designado presidente de la Organización Católica Mundial del Cine (OCIC, hoy Signis). “Siempre me ha fascinado –comentó Schlöndorff- cómo algunas personas poseen esas convicciones tan fuertes y nunca parecen dudar sobre lo que tienen que hacer”.

-¿Cuál fue la película que más lo enfrentó y le hizo preguntar como espectador acerca de cuestiones espirituales? ¿Por qué?

-El sacrificio (1985), de Andrei Tarkovski, que trata sobre un dramaturgo alejado de los escenarios que, al escuchar sobre una inminente catástrofe nuclear, ofrece despojarse de todo para evitarla. “El sacrificio equivale a una ofrenda –comentó el director- y consiste en dejar lo que se tiene para reencontrar la armonía y renovar el vínculo con Dios y con la vida”. El filme es un canto de espiritualidad y de amor y, a la vez, un desgarrador discurso metafísico. En un plano alegórico, retoma los temas del sacrificio y la redención, que sólo son posibles desde la libertad interior.

-¿Una película con poca o nula riqueza espiritual puede convertirse en un clásico?

-Sí. La espiritualidad no es condición para adquirir la categoría de clásico. El concepto de “clásico” alude más a la forma fílmica que a su contenido.

-¿Cómo se puede analizar espiritualmente “El padrino”, de Coppola?

-En todas las películas es posible descubrir rasgos de espiritualidad. Analizar las tres películas que conforman la saga exige verificar por qué y de qué forma el director desarrolla los temas. Me refiero a la ambición, la violencia, la inmoralidad, los códigos del crimen organizado, la vinculación de la mafia con la política (“cuanto más subo –afirma Michael Corleone- más corrupción encuentro”), el enfermizo concepto de familia del “padrino” y su doble vida. Porque mientras aparenta una ejemplar conducta familiar, ordena masacres para defender sus negocios y desafía hasta límites patológicos los atavismos instintivos de venganza. Esas variables se pueden confrontar con los verdaderos valores humanos y espirituales y reflexionar sobre las diferencias.