Malones, el terror de los primeros pobladores
Mario Minervino
La historia local recuerda con énfasis una fecha puntual de su historia: el 19 de mayo de 1859, día en que ocurrió el mal llamado "último malón", en referencia al sí último ataque de envergadura de las tribus que habitaban en la zona y que de manera periódica asolaban a la incipiente población bahiense.
El malón se caracterizaba por ser un ataque rápido y sorpresivo a caballo contra el pueblo, fortificaciones y estancias, con el objetivo de saquear para hacerse con ganado, provisiones y prisioneros, sobre todo mujeres jóvenes y niños.
Como esos ataques se hacían a caballo y el éxito de los mismos dependían de cuánto se podían llevar las huestes indígenas, uno de los recursos defensivos era construir zanjas perimetrales al poblado, ya que los equinos no lograban superar ese tipo de obstáculos.
El gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, por caso, hizo cavar una zanja casi paralela al arroyo Maldonado, para compensar los vados de ese cauce que permitían ese paso.
Esta introducción permite dar cuenta de la realidad cotidiana que tocaba vivir a aquellos primeros habitantes del fuerte, atentos cada día a esos ataques: inesperados, violentos y, en muchos casos, devastadores.
Tal era el impacto de esos hechos que la prensa extranjera se hacía eco, siendo estas noticias las primeras referencias internacionales alusivas a nuestra ciudad.
Tal es el caso del periódico "El Genio de la Libertad", de Madrid, que en su edición del domingo 27 de junio de 1852 reflejó en sus páginas uno de aquellos episodios.
Las formas
"Horror causa la triste situación que se nos comunica de los lamentables sucesos ocurridos en las inmediaciones de Bahía Blanca", refiere aquella publicación, dando cuenta de los temores constantes de los bahienses sobre "una invasión de los indios" aprovechando, señalaron, "el desamparo de la frontera".
La publicación tomó para su crónica lo publicado por "El diario de la Tarde" porteño, que criticaba la política desarrollada por Juan Manuel de Rosas en la materia.
"La situación significa el sacrificio de vidas, el cautiverio bárbaro de niños y mujeres, el despojo de fortunas. Todo consecuencia terrible del abandono en que se hallan estas poblaciones", se detalló.
Aquel malón del año 52 --la ciudad llevaba 24 de establecida-- fue protagonizado por 4 mil indios, que atacaron "la campiña del Sud", hasta llegar a apenas cuatro cuadras de nuestra ciudad, "cuyos pobladores se encargaron de alojar a muchas de las familias que habitaban en las afueras del poblado, fortificando las bocacalles del pueblo con montones de carretas; troncos de árboles y todos los objetos más o menos aparentes para la defensa".
Mientras se ensayaban estas acciones, los indios "recorrían como vándalos las campiñas, asesinaban a los hombres que prendían y cautivaban a las mujeres y los niños".
Lideraban estos ataques los caciques Cafulcurá y Renqui, aunque también participaban, se mencionó, "algunos fascinerosos cristianos".
El resultado de aquella incursión permitió el arreo de 20 mil cabezas de ganado lanar, vacuno y yeguarizo, y seguía actuando "en dirección al Sauce, Las Mostazas y Quequén Salado".
También se verificó el derribo de un molino "de mucho valor" que poseía "a pocas cuadras de Bahía Blanca" el vecino Samuel Hale.
Temores
Desde su fundación, en 1828, hasta fines del siglo XIX, el día a día de Bahía Blanca estuvo signado por este tipo de circunstancias, que impedía cualquier intento de crecimiento o desarrollo fuera de la seguridad del fuerte.
La denominada "Campaña al Desierto", más allá de sus formas y métodos, puso punto final a esa circunstancia. La llegada del ferrocarril, en 1884, la habilitación del puerto, en 1885, y el aluvión de inmigrantes cuando cerraba el siglo XIX conformaron la tinta con la que se comenzó a escribir una nueva historia, una segunda fundación.