A 20 años de una explosión que sacudió todo Puerto Belgrano
Adrián Luciani / [email protected]
El 9 de septiembre de 1997 parecía ser un día más para los miles de militares y trabajadores civiles de la Base Naval de Puerto Belgrano.
Con mar calmo y cielo despejado, apenas una suave brisa se encargaba de romper la monotonía en la dársena militar. Sin embargo, a las 11.15 todo cambiaría.
Un intenso silbido, similar al de los aviones en vuelo rasante, se extendió por espacio de varios segundos, y luego sobrevino un tremendo estallido.
Tal fue su magnitud que en Punta Alta se desató el caos, con cientos de personas que se agolparon en el acceso principal temiendo por la vida de familiares y amigos.
Allí, e incluso desde puntos tan lejanos como la ruta 229 o la autopista que une Punta Alta con Bahía Blanca, se pudo ver una densa columna de humo que se elevaba cientos de metros. Casi todos, por no decir todos, pensaron lo peor.
Las primeras noticias recibidas dieron cuenta de una explosión en el petrolero “Presidente Illia”, una nave de 170 metros de eslora y 60 mil toneladas, propiedad de la empresa Transportes Marítimos Petroleros SA.
Luego se supo que, por milagro, sólo hubo 26 personas heridas. En cuanto a los daños materiales, la explosión produjo el hundimiento de dos embarcaciones turísticas, la “Curiyú” y la “Isla Noel”, en la primera navegaron Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Juan Domingo Perón y Arturo Illia, mientras que la segunda habían realizado excursiones de pesca Menem y Duhalde.
También sufrieron importantes daños varios edificios de la Base y vehículos estacionados en proximidades del muelle Bravo Sur, donde estaba amarrado el petrolero.
“¡No hay muertos!, que eso quede claro. Repito: no hay ningún muerto”, insistió el entonces segundo jefe de la Base, capitán de navío Mario Otamendi, negando así las primeras informaciones radiales que hablaban de un escenario peor.
En el mismo sentido se pronunció, una vez que numerosas dotaciones de bomberos extinguieron las llamas, la máxima autoridad naval en ese momento en la Base, el vicealmirante César Enrique Garro. “Fue un milagro de Dios”, repitió hasta el cansancio.
Luego le seguiría el juez federal Luis Dardanelli Alsina, quien tras recorrer el escenario del accidente dijo: “Como creo en Dios, digo que es obra de El que no estemos hablando de una tragedia”.
La explosión que dio origen al siniestro se produjo por una chispa despedida en trabajos de soldadura realizados en el buque. El soplete entró en contacto con gases emanados de los tanques del petrolero, los cuales no habían sido correctamente desgasificados.