Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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No es el camino

Por Hernán el "Loco" Montenegro*
Foto: Archivo-La Nueva.

   LE ROBARON A MI HIJA... La primera reacción es "los mato, les meto balas y al carajo". Estoy harto, no los aguanto más. No soporto la situación de tener que sacar lo peor de mí. Detesto lo peor de mí: encima, conociéndome, ¡¡¡no tengo límites!!!

   Me chupa un reverendo cojón todo cuando me tocan a los míos… Y los que me conocen pueden dar fe, ¡¡¡no paro!!!

   Pero ¿sabés qué? No es el camino. Cuando me calmo, la sangre se me enfría, trato de reflexionar, de meterme adentro mío y serenarme y pensar. Me hace bien, me humaniza, me devuelve a mi esencia: la no violencia. Reconozco mi reacción y lo que debo ser y hacer.

   Y me encuentro con realidades de la sociedad que construimos, llena de valores inexistentes, de valores superfluos, de necesidades que no nos son necesarias, llenas de todo vale. Total, ¿qué? Si los que deberían pensar y sentir por sus pares hacen lo mismo… ¿Te das cuenta? Los que deberían darnos un ejemplo son peores que los pibes que les robaron a mi hija la casa, sus cosas, las ropas de sus hijos, su intimidad, las cosas que no tienen valor económico pero que fueron ganadas con el sudor de un padre y una madre jóvenes que creen en la vida… ¡Por eso procrean! Quieren ser una familia, vivir juntos, amarse y ver crecer a sus hijos.

   ¿Está mal eso?, me pregunto. Yo creo que está bien, ¿no te parece? Debiera ser nuestro faro, pero, ¿sabés qué?, los que nos debieran representar se cagan en nosotros. Para ellos somos UN VOTO y nada más.

   ¡Qué pena! ¡¡Si supieran que cuidándonos seríamos fieles hasta la eternidad!! Seríamos quienes les daríamos la posibilidad de crecer en su metier, en ayudarlos a experimentar algo que al menos para mí es lo más importante… ¡EL OTRO!

   Pero, ¿sabés qué?... Les chupa un huevo.

   Están llenos de vanidades falsas, porque en definitiva terminan todos cayendo por el mismo lugar: la ¡CODICIA! Diversas madres, pero el mismo hijoputismo. Son enfermos y enferman; son peor que la misma enfermedad, ¡¡¡porque encima se reproducen como ratas!!! Se apañan, se autoconsumen y se defienden..., ¡¡igual que la puta RATA!!

   SÍ, dije RATA. Esa mierda que tenés en el patio de tu casa, que se come todo y te invade. A ver si entendés: de esa lacra hablo, esa mierda que para un lado u otro vos votaste y la ves bajar a tu patio para comerte lo que tengas.

   Marco Polo se las llevó a los europeos y nuestros abuelos nos la trajeron a nosotros… Y hoy hay nueve por cada ser humano en la Tierra. Pero la RATA es analógico en mi escrito; hablo de la peor RATA, la humana, la que nos comió el alma y la vida.

   La que nos hace creer que un culo es más importante que una vida, que un par de tetas ganan más que una buena mujer de verdad, que el éxito es más importante que el ser (me gustaría que alguien me defina ÉXITO), que el ser buena gente no vende. Claro, si lo único que consumimos es mierda: amamos lo malo, lo feo, lo nefasto. En fin.

   Y así estamos. Por eso agradezco al más allá no haber agarrado una pistola y salir a matar. ¿Sabés por qué? Porque no hubiera hecho justicia y mucho menos hubiera dado una luz a los demás. Me enojé, quise robar vidas, odié, lloré, me dolió. Pero elegí —creo yo, lo mejor— contártelo y al mismo tiempo tomar un libro y leer, gozar, visionar, soñar y olvidar lo malo a cambio de un mejor mañana.

   Nuestros costados oscuros están y estarán siempre, pero nuestra LUZ es la que nos hará mejores. Creo yo...

*Exbasquetbolista bahiense. Publicó el texto en su Facebook.