“Me acosté con Ted”
Cuando Skyler le dice a su esposo Walt: "Me acosté con Ted", se deja ver toda la maldad a la que puede llegar una mujer. Él tiene cáncer, es profesor de Química y fabrica drogas a escondidas. Lo único que le preocupa es dejarle dinero a su familia.
A Breaking Bad se la vende como una historia sobre drogas, narcos y policías. Pero no, es una clara historia de lo difícil de la existencia.
Es lacerante con la muerte de una chica de 20 años. El padre no dice nada, no llora, no descarga su bronca hacia el novio de su hija que la devolvió a las drogas. Mira. Sólo mira. Sólo ve pasar el cuerpo enfundado en una bolsa negra.
Es difícil cuando ese chico de 8 años que mata para los narcos aparece muerto. Es patética cuando muestra la vida de esa prostituta. Una mujer que seguro-seguro va a morir de algo horrible. O cuando te cuenta la vida de un nene de 5 años en una casa espantosa y con 2 padres que pelean por las últimas dosis de metanfetamina.
Son 45 minutos de piñas y piñas acá. Bien acá. Casi no hay nada de qué reírse. Casi no hay nada de respiro. Casi no hay manera de dejar de clavarte más de un capítulo por noche.