Los carnavales de antaño, con buenos recuerdos y anécdotas
En la columna anterior recordamos cómo eran los corsos hace muchos años, en una Punta Alta con aires de pueblo. Banderines y guirnaldas engalanaban la calle, por donde desfilaban las comparsas, murgas y carruajes profusamente adornados.
También estaban las mascaritas; es decir, los disfrazados. A la vera se instalaban palcos, igualmente adornados, que se alquilaban para dar mayor comodidad a los concurrentes.
Pero no se trataba tan sólo de palcos para observar, sino de verdaderas vidrieras para ser visto.
El palco principal era ocupado por los jurados y la comisión organizadora que dictaminaban y otorgaban premios a la máscara o grupo de máscaras más original, a la mejor comparsa, mejor murga, al carruaje mejor adornado y al palco mejor adornado.
Finalizado el corso, la diversión del carnaval muchas veces continuaba en la pista de baile.
En 1917, en las páginas de "Nueva Época" se podía leer: "Terminado el corso en la noche del 18, un buen número de familias conocidas se dio cita en el amplio salón del club Gimnasia y Esgrima, donde se improvisó un baile que se desarrolló en medio de la mayor animación y alegría.
Los miembros de la comisión atendieron con toda galantería a la concurrencia, la que pasó momentos de agradable sociabilidad al participar de esta tertulia.
Vimos entre la concurrencia a las familias de Etchart, Silva, Gómez, Rocca, Piñero, Bobillo, Gambier, Gaudino, Bueno, Alvarez, Terrero, Rubio, Figares, Matta y otras cuyos nombres escapan a nuestro recuerdo así como a la gran mayoría de los asociados del club, varios de los cuales se hallaban disfrazados, haciendo más simpático el bullicio de la sala con sus bromas y sus chistes.
El profesor Egidio Mazzini hizo oír su reconocido repertorio, en compañía de un violinista, terminando tan simpática reunión en las primeras horas de la madrugada".
Varios clubes y sociedades ofrecían bailes de carnaval a sus asociados, como Germania, Estrella del Sur, etcétera, pero pronto se volvieron tradicionales los "bailes de disfraz y fantasía" organizados por la Sociedad Argentina.
"Los bailes de carnaval, patrocinados por dicha sociedad, han hecho época en nuestro ambiente y por ello son esperados con singular deseo por el elemento juvenil, que se dispone asistir a ellos con el sano anhelo de pasar algunas veladas de grata expansión en medio del bullicio y de la alegría que producen los festivales de esa índole.
Aquellos bailes eran el corolario de los festejos de carnaval e incluían, al término de la última noche, la entrega de premios.
Fuentes utilizadas:: "La Nación", "Nueva Época" (24/2/ 1917) y "La Nueva Comuna" (enero de 1929).