Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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Sacachispas

Hace 50 años, en agosto de 1963, la casa Los Magos, de San Martín 398, ofrecía en venta los populares botines Sacachispas, lo más cercano que se podía tener a un botín de fútbol profesional. Marca registrada de la Fábrica Argentina Alpargatas, los Sacachispas eran una evolución de las zapatillas Flecha y Pampero, de lona, provistas de ocho tapones cuadrados de goma, con puntera de goma y un vistoso --e ineficaz-- protector circular de tobillos donde se ubicaban el logo y la marca del calzado.

 Hace 50 años, en agosto de 1963, la casa Los Magos, de San Martín 398, ofrecía en venta los populares botines Sacachispas, lo más cercano que se podía tener a un botín de fútbol profesional.


 Marca registrada de la Fábrica Argentina Alpargatas, los Sacachispas eran una evolución de las zapatillas Flecha y Pampero, de lona, provistas de ocho tapones cuadrados de goma, con puntera de goma y un vistoso --e ineficaz-- protector circular de tobillos donde se ubicaban el logo y la marca del calzado.


 Aquel año, el slogan de la marca era "¡Un gol de media cancha!", al que luego se sumaría aquel de "¡Dése el gusto de jugar con tapones!". Para promocionar el calzado --que nunca se utilizó en el fútbol profesional-- se recurría a jugadores famosos. Es el caso de un publicidad de este diario, que planteaba: "¿Como mide sus pases Menéndez?". Pues el secreto estaba en "calzar" segura la pelota y "tener muy medidas las distancias en la cancha". Para eso, "una gran ayuda" eran los Sacachispas, que el crack boquense "usaba en sus entrenamientos". "Es un botín elástico, de puntera fuerte y muy liviano, que permitía medir el pase al centímetro", aseguró.


 Con su tobillera y lengüetas acolchadas con espuma de látex y sus tapones de goma moldeados y vulcanizados, los Sacachispas, se aseguraba, "costaban como un par de zapatillas", pero la realidad es que eran poco menos que inalcanzables, a $ 500 el par: casi 300 dólares de la época.


 Inspirado su nombre el club homónimo --fundado en 1948 por Eduardo Lorenzo, Borocotó--, se dejaron de fabricar en la década del 80, para convertirse en un verdadero objeto de culto.