Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

La voz de cada mañana

Se prende una luz roja y a las 9.05, ni un segundo más, la voz de Lorenzo Natali ofrenda su bienvenida, un ritual que se repite desde marzo de 1986. De allí en más, y durante tres horas, él, que le ha dado casi la mitad de su vida al programa símbolo de LU2 en AM, quedará "cara a cara" con una multitud anónima que no sólo lo escucha, sino que también lo siente el amigo de cada mañana. Fotos: Emmanuel Briane-LNP)
La voz de cada mañana. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

Lorenzo cree que después de 27 años en el aire es poco lo que sus oyentes no saben de él; primero porque dice que es el mismo en todos lados, y segundo porque ha llegado a confiarles intimidades.

Lo que no saben es lo mucho que extraña a sus padres y a su hermana Silvia, o que es un idealista del amor. Tampoco conocen sus miedos, sobre todo esos que se enfatizan cuando se proyecta al mañana y que están conectados con el crecimiento de sus 3 pequeños hijos.

--¿Típicos temores de padre?

--Mi primera hija nació cuando yo tenía 48 años y se me cruzan cosas por la cabeza, propias de un padre grande. Por eso mi mente, que por allí se va mucho más adelante de lo que quiero, me plantea hipotéticas situaciones que deseo evitar. Por fortuna mis chicos crecen sanos y contenidos, pero mis miedos se agigantan al verlos  vulnerables. Me aterra que se dañe lo que amo.

--¿Y cómo se sobrellevan las angustias en el aire

--A esta altura de mi carrera, la profesión me ha permitido apartarlas del micrófono. Para salir adelante siento que se combinan el instinto y la superación personal.

--¿Abruma sentirse cada día ante una multitud anónima?

--Cuando la luz roja se enciende, y como creo que le pasa a la mayoría de los comunicadores, pierdo un poco la conciencia de que estoy en el medio del milagro de la radio. A poco de comenzar el programa me relajo, el tono de la conversación se vuelve el de una ronda de amigos y me libero de las presiones. Mucho me costaría expresarme con naturalidad y equilibrio de estar pendiente de que cada palabra es evaluada simultáneamente por miles de oyentes. De la magnitud de esa responsabilidad me doy cuenta cuando tomo distancia del micrófono. Y allí sí me cuestiono.

Tan habituado a preguntar, tan lejos del micrófono y de su cotidiano escenario, a Lorenzo le cuesta responder cuando él juega de visitante y no es el que pregunta. Se toma un tiempo, reflexiona y reitera con énfasis las frases que considera clave, como cuando advierte que la vigencia de Bienvenidoses producto de un trabajo de equipo y que mucho tiene que ver con la trayectoria de LU2, a la que considera un sinónimo de credibilidad y una parte de la historia de la ciudad y su gente.

--Más allá de las llamadas telefónicas o de los mails, ¿qué otro tipo de vínculos se crean con la audiencia?

--Hay oyentes que me invitan a sus casas, incluso fuera de Bahía Blanca o en el campo; también me llaman para compartir una comida y hasta están quienes me confían problemas de salud propios, o de sus hijos, y otras dificultades, por caso la falta de trabajo. Me tratan como si me conociesen de toda la vida, y todo porque la radio me ha dado un lugar entre ellos. La TV también me ayuda a ser reconocido y estoy muy atento a los saludos, porque no quiero pasar por un antipático.

Diez años antes de Bienvenidos 

--Pibe, vení, agarrate La Nacióny dale con las formaciones de los equipos de Buenos Aires.

--¿Al aire?

--Sí.

--Pero... si se entera el director, me echa.

--Dale, que no se va enterar... ¡Vamos!  Aquí están los equipos de la fecha de hoy con la información que nos trae... Roberto Sapolán. Adelante, Roberto.

--Boca, con la dirección técnica de Juan Carlos Lorenzo, alista a Biasutto, Tesare y Alonso; Pernía, Suñé y Franceschini... Favret, Benítez, Taverna, García Cambón y Feldman.

En aquella tarde de domingo, mientras transcurría el doloroso marzo de 1976, la voz de Lorenzo Natali, "bautizado" Roberto Sapolán por Jorge Palacios, irrumpió en Caravana, el programa que Pipo conducía por LU3.

Ganarse la vida en la radio, esa ilusión de pibe, quedó más cerca cuando Lorenzo tuvo su primer trabajo formal en LU3 Radio del Sur, para cubrir una vacante en la discoteca.

  Palacios, cliente de la churrería que los padres de Lorenzo atendían en la primera cuadra de la calle Soler, estaba al tanto de la verdadera vocación del por entonces estudiante en la UNS y le pasó el dato de la vacante en la discoteca, lo que terminó siendo un salto hasta el umbral de la sala de transmisión, el escenario que más lo apasionaba. Hasta que llegó ese insospechado debut entre la música, los comentarios de Palacios y el fútbol dominguero.

Ya como "flashero" deportivo oficializado, Lorenzo apareció en programas reconocidos de LU3, por caso Exitos de hoy y de siempre, con Gustavo Gabí, y en otras propuestas junto a Pichi Comán y Juan Carlos Mandará.

Dispuesto a seguir adelante, tampoco perdió oportunidad para ensayar la lectura de avisos y no tardó en impresionar a la jefa de publicidad, quien lo recomendó al jefe de locutores, Federico Fernández. Pronto pasó la prueba de rigor y fue la voz comercial de La Peña de Brusa, propuesta de madrugada con música, cine nacional y deporte, sobre todo básquetbol, con la conducción de Bill Américo Brusa, un personaje de la ciudad.

Después de tres años y medio, LU2 apareció en su horizonte. Osvaldo Calcinelli, más conocido como Osvaldo Dugan, lo citó para un reemplazo y a Lorenzo le costó decidirse. Por un lado, los afectos de ese club de amigos que era LU3; por el otro, la proyección y el "mirá que te conviene", que le repetían a coro.

El 16 de octubre de 1979 fue el locutor de Vigencia, un recordado programa de Jorge Tirabasso.

  En 1980, LU2 le confió la conducción de De tarde en tarde, que se mantuvo en el aire por seis años, y después reemplazó a Juan Carlos Mandará en Matices.

En marzo de 1986, la voz de Lorenzo presentó Bienvenidos, el primer capítulo de una historia sin fin.

* * *

--¿La incipiente democracia, las secuelas de la última dictadura y las tan diversas circunstancias político-sociales de la época fueron condicionantes del desarrollo profesional?

--Salvo la lista negra de intérpretes musicales, a mi juicio injustamente marginados, no sufrí censuras. Es obvio que sabía lo que podía decir y lo que no convenía decir, pero el programa, por el formato --se basaba en música y espectáculos-- no tenía un gran compromiso con lo político. Con la afirmación de la democracia, la radio se fue soltando dentro de un proceso gradual y bastante lento por cierto. Hoy me siento totalmente libre para opinar. Nunca tuve cuestiones por lo que he dicho.

--¿El cambio de formato devino en otros roles?

--El programa se modificó cuando las FM, por su mejor fidelidad, se adueñaron de la música, y las AM se volcaron a lo periodístico. Dejé de manejar contenidos livianos para involucrarme con otros aspectos de la realidad que me hicieron sentir más útil, madurar, crecer y comprometerme. También pude viajar para determinadas coberturas que me permitieron acercarme, por ejemplo, a los grandes personajes del mundo del espectáculo. Pero fue clave compartir la tarea con periodistas muy capaces, como Héctor Gay y Rafael Emilio Santiago, un referente de la radio de las últimas décadas, con una asombrosa y espontánea capacidad de expresión.

--¿El programa pierde calidad con tantos chistes, chismes de la farándula o imitaciones?

--No. Los recreos son necesarios, sobre todo ante el azote de tanta mala noticia. Queremos una radio divertida que llegue al oyente y que lo alegre, pero la columna vertebral de la propuesta es la información de los temas salientes de cada día. Formar, informar, acompañar, entretener y divertir son las premisas en momentos en que las FM también se adueñan de formatos periodísticos.   --Internet: ¿aliado o enemigo?

--Un gran aliado para la instantaneidad de la información y por resultar un gran proveedor de oyentes bahienses en el resto del mundo.

--¿Cómo queda la radio frente al avasallante y vertiginoso avance electrónico?

--Indemne. Mientras el diario de papel y la TV pierden mucho terreno ante el hábito que crea la información online, la radio sigue estando en todos lados y mantiene su plena vigencia.

--¿Qué acontecimiento lo dejó sin palabras?

--La despedida del Negro Santiago. Quizás porque de repente se mezclaron muchas sensaciones y tomé conciencia de cómo pasó el tiempo. Siendo un pibe, me ponía detrás de él cuando comentaba los partidos de básquetbol para la televisión. Luego fui seguidor por años de Equilibrio y después, por décadas, estuvimos juntos en el programa. Fue muy emotivo despedirlo e imposible contener las lágrimas.

--¿Qué primicia imagina anunciar el próximo programa?

  --El fin de las desigualdades y de las postales tan dolorosas que sigue mostrando un país que es capaz de generar riquezas para que todos vivamos dignamente.

­--¿Qué queda por decir después de 27 años en el aire?

--Poco por decir y mucho por agradecer el privilegio de sentirme amigo de tanta gente que me acepta con tan sólo escucharme.

Cancha de pelota, sierras, puerto y cine

Gestado en Saldungaray, Lorenzo Natali nació el 16 de diciembre de 1956 en la Maternidad del Sur, hoy Hospital Privado del Sur. Hijo de Rodolfo y de Emiliana Arienti, hasta los 4 años vivió en el pequeño pueblo serrano, donde su padre atendía la cantina de la cancha de pelota hasta que en Ingeniero White compró el cine Jockey Club.

Creció cerca del mar y como Toto, el personaje de la emocionante Cinema Paradiso (1989), se hizo amigo del operador, subía a la cabina de proyección o juntaba los pedacitos de películas cuando venía a las distribuidoras de Bahía Blanca.

White, un pueblo de italianos, casi como el de la película, era un gigantesco patio de juegos con sus estaciones, sus trenes, la canchita de los boy scouts, la playa de Galván y la pileta de Comercial.

Pero el cine no pudo resistir los embates de la televisión y Rodolfo, que ya había probado suerte con la sala del Ideal --hoy La Siempre Verde--, decidió mudarse con su familia a Bahía Blanca. Lorenzo tenía 9 años, se instalaron en una casa de Almafuerte al 300 y su papá lo hizo socio de Estudiantes, pero a él le costó adaptarse, tanto que por un año siguió yendo a la escuela 15 de White.

Terminó la primaria en la escuela 3, de Terrada al 400. Cumplió el nivel secundario en el Ciclo Básico y el Normal e ingresó a la Universidad Nacional del Sur, para seguir la carrera de Contador Público, la que dejó al entrar en LU3, en 1976. Más tarde probó con Agronomía, pero lo suyo era la radio.

Entre 1977/78 fue locutor de Canal 7. En Canal 9 condujo Certamen del saber, programa estudiantil con 3 ciclos (1986-1987/90). También participó de producciones en la televisión por cable, donde, con La noche de los tiempos --compartido con Luis Alberto Cano-- ganó un premio Martín Fierro. Desde 2002, su tarea televisiva se limita a De shopping.Bahía, sí-- "Me gusta el formato de una ciudad con vida propia, todavía bastante segura respecto de otras urbes, que ofrece muchas alternativas para crecer y desarrollarse".Bahía, no-- "Me cuesta admitir que quienes deben regir los destinos de la ciudad piensen más en lo propio que en lo general. También, primordialmente, debemos proteger mejor a nuestros chicos de las adicciones".Bahía a futuro -- "Quiero una Bahía Blanca con seguridad, espacios verdes y tránsito menos denso y vertiginoso; en suma, una ciudad donde la vida no pierda calidad".Premios En 1992, la Asociación de Periodistas de Radio y Televisión del Interior distinguió a Bienvenidos con el Martín Fierro. Un año después también fue premiado por el Concejo Provincial de Ciencias Económicas.