Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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El surf pretender seguir corriendo olas en Claromecó

"No preguntes desde cuándo estoy dentro del agua. Mi deseo es envolverme en agua salada, deslizarme con mi tabla por montañas de agua". Babasónicos *** El verano ya pasó en las playas de este distrito, pero hay actividades que se instalaron y prometen quedarse en invierno.

 "No preguntes desde cuándo estoy dentro del agua.


 Mi deseo es envolverme en agua salada,


 deslizarme con mi tabla por montañas de agua".


  Babasónicos

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 El verano ya pasó en las playas de este distrito, pero hay actividades que se instalaron y prometen quedarse en invierno.


 La pasión por el surf arrastró a muchos adeptos este verano quienes, para Semana Santa, esperan aprovechar los últimos días de calor o, eventualmente, apelar al neoprene para seguir practicando el deporte acuático por excelencia.


 Marcos Mujica nació en Buenos Aires, pero es claromequense por adopción. Su padre creó el parador Barlovento que, en su momento, le dio vida a las playas de Dunamar, mientras que él hizo lo propio con Mister Zogs, una de las dos escuelas de surf que hay en estas playas, donde en 2013 llegó a dar clases a 30 alumnos por día.


 "El surf creció mucho en todo el mundo. Es un deporte muy lindo que se desarrolla en el mar, algo que tiene mucho que ver con el hecho de estar todo el tiempo en contacto con la naturaleza", explicó el rider de 30 años a "La Nueva Provincia".


 "En la Argentina tenemos la contra del clima. El verano es corto y son muy pocos los que se meten a surfear en invierno, con aguas con muy baja temperatura. Aunque para ser un buen surfista hay que hacerlo todo el año", sostuvo.


 Un aspecto que también limitó siempre la práctica del surf fue el tamaño de las olas que rompen en la costa Atlántica, aunque, si bien Mujica reconoce que hay lugares en los que llegan a medir más de tres metros, es en otros países donde se dan ejemplos de tamaños mayores.


 "Cuando empezás a practicar tu personal trainer te dice que el primer viaje de surf tiene que ser en Brasil, donde la presencia (de olas) es más constante, a diferencia de acá, donde el mar suele plancharse por tres o cuatro días", dijo Mujica. Es por eso que no es de extrañar que, en pleno invierno, se vean un par de tablas desafiando las bajas temperaturas con sus humanidades envueltas en neoprene practicando maniobras.


 En Claromecó hay historia de surf. Si bien Marcos --y su amigo Andrés-- son de la última generación, ambos recuerdan que hace quince años ya había surfistas entre los guardavidas de aquellas temporadas de mediados de los '80.


 "En aquellos años estaba el Lobo Mulder, un big rider con un apellido tradicional, que solo entraba cuando había olas grandes", recordó Mujica.

Sin límites.
No son pocos quienes admiran esta actividad, pero son frenados en su práctica por factores como, por ejemplo, la edad. Es durante estas reflexiones donde surge el: "Ya pasó mi tiempo de hacer esto", aunque tal como lo refleja Marcos Mujica, para sentir la actividad, sin llegar a ser un profesional, "no hay límites".





 "Si querés practicar nada más, no hay límites de edad. Podés hacerlo hasta que te den las rodillas y los brazos para poder levantarte", explicó, antes de aclarar que hay que entrenar mucho en la faz aeróbica, fortalecer los hombros y, si es posible, apelar al yoga.


 "Muchos surfistas lo practican porque te da el estiramiento necesario en las piernas y cintura", agregó. Al respecto, el rider local recomendó aumentar trabajo aeróbico con ejercicios de hombros, piernas y "mucha bicicleta", además del ya mencionado yoga.


 El fenómeno del surf en Claromecó tuvo un importante auge en 2013.


 "Nunca vimos que había tanta gente detrás del surf. En la escuelita tuvimos gente de todas las edades, hasta un papá de 50 años que se paró en la segunda clase", dijo, antes de comentar la sensación de ese alumno que, al pararse sobre su tabla, vivió una experiencia postergada en su vida: "Vino, me abrazó, me levantó y gritaba de felicidad".


 Otro aspecto que alimenta la instalación del surf en Claromecó está dado por el hecho de que sus playas son amplias y las olas rompen en toda su extensión.


 "Eso hace que puedan entrar todos los (surfistas) que quieran sin molestarse unos con otros. Antes éramos, a lo sumo, cinco; este año llegamos a ser más de diez al mismo tiempo y cada vez va a haber más", vaticinó Mujica.


 "El surf en Claromecó va a seguir creciendo. Hay cada vez más surfers en Tres Arroyos y existe un punto que cada vez va a ser más grande", dijo. En ese sentido, adelantó que el año que viene está previsto realizar un torneo entre aquellos que ya aprendieron, más alguna exhibición a cargo de deportistas de otros lugares.


Cómo se vive en la otra orilla







 Así como en Dunamar se impone Mr. Zogs, a metros del faro, sobre el final de la avenida Costanera se encuentran los responsables de Orilla Gurú.


 Facundo Lazarte, instructor de surf, nativo de Mar del Plata y Ana Bayúgar, de Tres Arroyos, se mudaron a Claromecó hace dos años y se impusieron el estilo de vida surfer con clases y comunión con la naturaleza.


 "Estamos trabajando desde diciembre de 2011", recordó Ana, antes de compartir la experiencia vivida en la última temporada.


 "Vivimos una muy buena experiencia, dado que se acercaron a Orilla Gurú muchas personas de diferentes edades, tanto niños, como jóvenes y padres de ambos sexos, con ganas de aprender y divertirse", agregó.


 "Creemos que esto se debe al gran crecimiento que ha tenido el deporte en los últimos años, sumado al rol activo que hoy tiene el turista en los centros turísticos. Además, para Claromecó la posibilidad de tomar clases de surf es una nueva opción", remarcó.


 La escuela Orilla Gurú ofrece clases personalizadas dadas por un instructor avalado por la Asociación de Surf Argentina, Javier Lazarte, y constituye la otra opción de todos los aficionados que deseen incursionar en este deporte y, tal vez, su ubicación sea más cómoda de acuerdo con el lugar que hallan elegido para permanecer en Claromecó.