"De todas las profesiones se puede desconfiar"
El famoso mentalista español llegó a la ciudad para brindar seminarios para dejar de fumar y para controlar el estrés y la ansiedad.
Maximiliano Palou
"La Nueva Provincia"
Tony Kamo se sienta a la mesa redonda y dice "no". En realidad no lo dice él, se lo hacen decir. Y sin hipnosis.
--Quiero que me hipnotices ¿podés? --le digo.
El productor que lo acompaña dice que va a ser imposible:
--No es el show que venimos a hacer a Bahía. Vinimos por el seminario de dejar de fumar y por el de control de estrés y ansiedad --dice el hombre.
Tony no sabe muy bien qué decir. Mira extrañado. Pero lo cierto es que "el hipnotizador más famoso del mundo", según su página web (www.tonykamo.com), esa tarde no hipnotizará.
***
Mi compañera Laura y mi compañero Sergio están conmigo, con el productor y con Tony.
Ella quería verlo de cerca para saber cómo podía dominar su estrés. El quería dejar de luchar contra su adicción al cigarrillo.
Entonces el mentalista español toma la palabra:
--El cigarrillo está relacionado con todo aquello que da placer y con este seminario logro que eso te dé asco. Tu mente quedará programada para que el cigarrillo te cause náuseas.
--¿Cómo? --le pregunta Sergio.
--Claro que primero tiene que haber voluntad del interesado. Y se hace mediante un método de sugestión progresiva.
Lo miro. Se da cuenta de que no alcanzo a comprenderlo.
--No es ningún método tradicional. Lo que se logra es que desaparezca la ansiedad y va a funcionar cuando yo ya no esté porque, si no, qué sentido tendría.
El curso empieza con una historia, luego se van haciendo ejercicios, un descanso y después se logra el punto final: la técnica para dejar el cigarrillo.
--Es tan efectivo que en ese descanso se brinda la oportunidad de decidir si deseas o no continuar. En caso de que quieras marcharte se te devuelve el importe que has pagado.
--¿Por qué creés que la gente fuma?
--Bueno, el fumador es una persona y siempre está buscando excusas: "Que de algo hay que morir", "que mi abuelo fumó hasta los 90 y tantos", "que yo no me siento mal". Excusas, excusas. Incluso algunos están listos para venir al curso, pero te dicen: "¿Toda la vida sin fumar? Quiero, quiero, pero no sé, qué va a pasar cuando vaya a una reunión con amigos y ellos fumen y yo no".
***
Tony dice que es psicólogo y que las técnicas que aplica fueron creadas por él a través de 31 años de trayectoria.
--Empecé cuando estaba en el bachillerato. Un día les dije a mis compañeros de clase que los iba a dormir y que durante el sueño les iba a leer el resumen de un examen para que lo retuvieran en su mente. El resultado fue que todos supieron ese examen --cuenta.
--¿Tenés que convivir con el mote de chanta?
--De todas las profesiones se puede desconfiar: de los médicos, de los periodistas. Y de la mía también. De todos. Todas las profesiones mal usadas son peligrosas.
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Mi compañera Laura le cuenta a Tony que hace 20 años fue a un show suyo.
--Entramos con una amiga dispuestas a que nos hipnotices. Estuvimos en el escenario y veíamos cómo ibas y venías.
--La hipnosis se hace con una serie de sugestiones que provocan un efecto de somnolencia y con las indicaciones adecuadas se llega a la hipnosis --explica Tony.
--Hay una especie de show --le digo.
--Sí, claro, con la hipnosis se hace un espectáculo divertido. Estos seminarios (en nuestra ciudad se hizo ayer) para dejar de fumar y para superar la ansiedad y el estrés son más serios: son temas que hacen a la salud.
Tony Kamo se para. Saluda muy educadamente y se va.
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Sergio promete que intentará ir al seminario para dejar de fumar. Me quedo hablando con mi compañera Laura y le hago más preguntas.
--¿Cómo fue, qué te acordás de la hipnosis?
--Quería vivir esa experiencia con mi amiga.
--¿Pero te hipnotizó de verdad?
--Sí. No sé qué papelón debo haber hecho, pero me hipnotizó. Me di cuenta de que podría haber hecho cualquier cosa porque después vi a mi amiga que se abanicaba porque este hombre --con esa voz monocorde y pausada que lo ayuda mucho para dormirte-- le decía que hacía muchísimo calor, un calor asfixiante, tanto que casi se saca la ropa. Pero él la despertó a tiempo. Todavía hoy se acuerda de la anécdota y me cuenta que yo lloraba de risa y ella, que no entendía nada, estaba bañada en sudor.
--¿Y cómo quedaste?
--Nada. No sentí nada especial después.
--Entonces, ¿le creo?
--A mí me hipnotizó.