Colores que tienen su significado
La orina es, simplemente, un exceso de agua y residuos que los riñones filtran de la sangre.
Su color varía usualmente del amarillo pálido al ámbar profundo, según la concentración y las proporciones de sustancias de desecho y agua. Esto, a su vez, depende, en parte, de cuánto líquido consume una persona diariamente.
Hoy se sabe que el color característico de la orina se debe a parte de las sustancias que excreta, pero algunos alquimistas medievales creían que su color dorado se debía a la presencia de oro y realizaron toda clase de experimentos, intentando extraer el oro de la orina, lo que, obviamente, fracasó.
Pero un mercader alemán y alquimista aficionado, llamado Henning Brand, descubrió el fósforo, por primera vez en la historia, mientras realizaba un experimento con orina, intentando encontrar oro.
Por lo general, la orina de una persona sana está compuesta por un 95 por ciento de agua, que, a su vez, contiene sustancias disueltas que el cuerpo no necesita y desecha.
Entre ellas se destacan la urea (formada en el hígado y derivada de la destrucción de las proteínas), que alcanza un 3 por ciento.
El 2 por ciento restante son sustancias minerales, como potasio, sodio y cloro, iones de fosfato y sulfato, ácido úrico y creatinina (desecho de la creatina, elemento muscular).
Diariamente, y en condiciones normales, un adulto elimina entre 1.200 y 1.500 centímetros cúbicos de orina.
En general, se presta poca atención a la orina, salvo que su color u olor (que pueden ser afectados por una cantidad sorprendente de factores), sean muy inusuales.
Claro que algunas veces los cambios en la orina señalan un problema de salud, que puede ser relativamente benigno, como, por ejemplo, una infección urinaria.
O, también, serio, como un cáncer de riñón o vejiga.
Por eso, es bueno conocer algunos datos que transmiten los especialistas en este tema, para diferenciar entre cuándo se puede seguir tranquilo y cuándo conviene consultar con un médico.
Alteraciones por alimentos
Las remolachas, las moras y el ruibarbo pueden hacer que la orina se vuelva temporariamente rosada o roja, lo que puede resultar alarmante, si se la confunde con sangre.
El pigmento que da a la remolacha su profundo color magenta es estable sólo a ciertos niveles de acidez del estómago y, en general, es muy suave como para mostrarse en la orina de la mayoría de la gente.
El fenómeno de la coloración le ocurre sólo a entre el 10 y el 14 por ciento de las personas.
Aún si alguien está dentro de ese grupo, comer remolachas no siempre le producirá un efecto visible, porque la acidez del estómago depende de cuándo la haya comido y con qué otras cosas.
El ruibarbo también puede volver a la orina de un color como el té o marrón oscuro, al igual que las habas y el aloe.
Las zanahorias, el jugo de zanahorias y la vitamina C pueden darle un color anaranjado y la vitamina B puede volverla de un amarillo verdoso intenso.
Los espárragos algunas veces dan a la orina un tinte verdoso y un olor característico.
El por qué es un tema de especulación.
Algunos dicen que se debe al azufre que contienen los fertilizantes que se aplican a la planta de espárragos.
Otros sugieren que, además, las personas que tienen un determinado gen rompen a las proteínas que contienen azufre, lo que libera ese olor característico
De todas formas, el consenso actual parece ser que algunas personas producen ese olor en la orina luego de comer espárrago y otras no y que algunas lo detectan mientras que otras, no.
Infecciones urinarias
Algunos problemas, como las infecciones del tracto urinario, pueden modificar la apariencia de la orina.
Estas infecciones afectan a cerca de la mitad de las mujeres, al menos una vez por día.
La mucosidad y las células blancas asociadas a las infecciones urinarias pueden volver turbia a la orina y causar un olor desagradable.
Los síntomas que producen estas infecciones incluyen necesidad de orinar urgente y frecuente, ardor al orinar y dolor abdominal.
Por eso, es importante acudir al médico si se experimenta alguno de esos síntomas, que casi siempre desaparecen rápidamente, luego de comenzar una medicación con antibióticos en forma oral.
Las infecciones del tracto urinario también pueden provocar que aya sangre en la orina, lo que se denomina hematuria.
Si la cantidad es pequeña, la orina parece normal y la sangre sólo se ve al microscopio, pero si es mayor, la orina puede verse rosada, roja o de color cola.
Piedritas dolorosas
Una posible causa de hematuria son las piedras en los riñones.
Estas piedras son masas duras, cristalinas que van desde el tamaño de un grano de arena al de una perla y se forman dentro del tracto urinario o el riñón.
Una piedra puede provocar hematuria si irrita el uréter, que es el tubo que transporta la orina del riñón a la vejiga.
Las piedras en el riñón también pueden provocar mucho dolor, fiebre y vómitos, por lo que es bueno solicitar enseguida atención médica.
Claro que muchas piedras pasan a través del cuerpo sin que eso sea necesario.
Otra causa de la hematuria es una herida en la parte superior o inferior del tracto urinario, que puede producirse, por ejemplo, al sufrir un accidente de auto o una caída.
El ejercicio agotador, especialmente correr, algunas veces pueden causar hematuria por daños en la vejiga.
Algunas fuentes de hematuria menos comunes son el cáncer de vejiga y el de riñón u otras enfermedades del riñón.
Por tales motivos, es conveniente acudir al médico, si se detecta que la orina está rojiza, sin que se sepa la causa.
También algunos medicamentos pueden alterar la coloración de la orina.
Por ejemplo, la clorpromazina y la tioridaziona, que se usan como antipsicóticos, pueden darle una tonalidad rojiza.
La warfarina, un anticoagulante, puede volverla anaranjada; la amitriptilina y la indometacina, un antiinflamatorio, pueden volverla azul o verdosa, y el metronidazo, un antiparasitario, y la primaquina, que se usa como medicación contra la malaria, pueden tornarla color te o marrón oscura.
De manera que si una persona está tomando medicación, pueden consultarle a su médico, en caso de notar algún cambio.
En dos trazos
Fundamental
David Roldán [email protected]
No podemos negar que el agua constituye un elemento imprescindible para nuestra vida.
Al igual que el resto de los organismos existentes sobre la tierra, el nuestro está compuesto, en su mayor parte, por agua.
Sin ella, el cuerpo deteriora rápidamente, en un proceso de deshidratación, que nos puede llevar a la muerte.
Algunas personas han llegado a aguantar muchísimos días sin ingerir alimento alguno, pero sólo muy pocos sin el agua.
Más allá se ayudarnos a realizar la digestión y permitir su circulación dentro del aparato digestivo, junto a la fibra ayudan a realizar los movimientos peristálticos (contracciones del músculo intestinal) que terminarán con la expulsión de las heces en la defecación.
Pues bien, convengamos que el metabolismo corporal produce sustancias tóxicas que deben expulsarse del organismo para evitar su propio envenenamiento.
En consecuencia, es necesario beber mucha agua para ayudar al riñón a expulsar los productos de deshecho, entre ellos el calcio, cuya acumulación, en este órgano, puede provocar la aparición de cálculos renales o las piedritas, según se consigna en el artículo central.
¿Qué más se puede decir?
Que así como el organismo pierde agua a través de los poros, --en mayor medida en épocas calurosas-- necesita recuperar esos niveles.
En consecuencia, no perdamos de vista este rol trascendente del agua para nuestra vida.
Ahora bien, ¿qué cantidad debemos ingerir todos los días?
Lo aconsejable, según los especialistas, es no bajar de dos litros y, si es posible, acercarnos a tres.
Nuestro cuerpo, si lo hacemos de manera regular y continua, estará sumamente agradecido.
Nosotros nos sentiremos mucho mejor.