¡Gracias por venir Roger Federer!
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Miles de fanáticos del tenis cumplieron su sueño. Durante dos noches pudieron apreciar la elegancia, el talento y la precisión de uno de los mejores tenistas de la historia.
Roger Federer le dejó el corazón contento a los argentinos y, como corolario a su visita, ayer se despidió con un triunfo sobre Juan Martín Del Potro por 6-4 y 7-6 (7-1 en el tie break) en el segundo partido de exhibición desarrollado nuevamente en estadio Pipa de Tigre.
Al igual que ayer (triunfó el argentino en tres sets) Federer y Del Potro jugaron un tenis de altísimo vuelo.
La soltura de su drive, la naturalidad de su revés y la excelencia de su servicio fueron parte de un abanico casi interminable de recursos que desplegó el suizo y que hicieron delirar a los más de 20.000 fanáticos.
El suizo y el tandilense jugaron al palo por palo y eso devino en un show memorable. El duelo de estilos contrapuestos, con Federer variando ángulos y golpes y Del Potro con su habitual arsenal de disparos mortales, fue una fusión perfecta.
De tramité parejo y con puntos espectaculares, esta vez el partido fue para el segundo mejor tenista de la actualidad. En el primer set Federer quebró el saque de Del Potro en el décimo juego y cerró el parcial por 6-4, mientras que el segundo, aún más equilibrado, lo ganó en tie break, por 7-1.
El público disfrutó de un espectáculo inolvidable y Federer, con una sencillez que abruma, agradeció y devolvió cada gesto de admiración y cariño de la gente.
El final fue el que todos esperaban. Federer y Del Potro en el centro de la cancha, recibiendo el cariño de miles de personas que le agradecieron por semejante espectáculo. A su lado, Guillermo Vilas y José Luis Clerc, quienes se enfrentaron en la previa de ambas exhibiciones.
PARA GRISADO
Cumplió otro deseo
Roger Federer cumplió ayer otro de sus deseos en la visita a la Argentina y jugó un partido de fútbol-tenis en La Bombonera, junto al ex goleador del seleccionado argentino Gabriel Batistuta y el tandilense Juan Martín Del Potro, entre otras figuras.
Fue el último gran gusto que se dio Federer, quizá el único que le faltaba, puesto que apenas arribó al país había probado el asado y los vinos argentinos.