Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Villas miseria en Bahía

En 1958, un artículo de este diario daba cuenta de una realidad que Bahía Blanca ya no podía ignorar: la existencia de las primeras villas miseria. Un año antes, el periodista y escritor Bernardo Verbitsky había acuñado ese termino en su libro Villa Miseria también es América, dando cuenta de estos asentamientos poblacionales, originados a partir de la imposibilidad de cientos de familias que no tenían donde vivir.




 EN 1958, un artículo de este diario daba cuenta de una realidad que Bahía Blanca ya no podía ignorar: la existencia de las primeras villas miseria. Un año antes, el periodista y escritor Bernardo Verbitsky había acuñado ese termino en su libro Villa Miseria también es América, dando cuenta de estos asentamientos poblacionales, originados a partir de la imposibilidad de cientos de familias que no tenían donde vivir.




 EL RECONOCIMIENTO de esa presencia tenía que ver además con que la primera villa miseria "oficial" estaba ubicada en un espacio que no podía ignorarse: a orillas del arroyo Napostá, una franja de terreno ubicada entre calles Belgrano y Las Heras. Se la bautizó "Palihue Chico", en particular referencia al vecino barrio Parque.




 DESDE ENTONCES, las villas miseria no solo se han convertido en una realidad de toda la Argentina, sino que en particular en nuestra ciudad se han multiplicado por toda su geografía. Las muchas hectáreas de tierras desocupadas, y en gran parte abandonadas a su suerte --en principio por las empresas del ferrocarril o entes como Vialidad Nacional, entre otras-- permitieron la proliferación de estos "asentamientos ilegales".




 EL 16 de septiembre pasado, este diario realizó un relevamiento por las "nuevas villas", nacidas en terrenos existentes en calle Don Bosco al 3300, en cercanías de Villa Talleres y en tierras linderas al Arroyo Napostá. "Son hijos de la bronca y del olvido de la clase dirigente", se animó a manifestar un familiar de un joven que plantó un árbol en uno de esos sitios, como primer paso para levantar su precaria casa de chapa y cartón.




 ESTOS BARRIOS no son un tema menor en la ciudad. Por el contrario. Son parte de una realidad que se mantiene en el tiempo, que crece y se desarrolla día a día. Muchas de estas villas intentan seguir el camino de otras nacidas hace décadas, como Villa Miramar o barrio Spurr, que lograron convertir una usurpación en un bien reconocido como propio por el Estado.




 MUCHOS LEVANTAN sus casas de chapa, madera y cartón para verlas arrasadas a las pocas horas por máquinas del municipio. Sin embargo, no abandonan su objetivo y siguen buscando terrenos "sin dueño". "Hay una cultura de ocupar tierras que surge de una necesidad concreta", explican desde la comuna.




 NO ES una situación simple de resolver. Por el contrario: es de altísima complejidad, social y legal. Pero las villas miseria están ahí manifestando una necesidad, una carencia, una imposibilidad. Se dice, muchas veces con demasiada liviandad, que toda necesidad genera un derecho. Las usurpaciones son acciones ilegales, pero las villas miseria bahienses son reales. El último censo nacional (2001) determinó que 35 mil bahienses tienen sus "necesidades básicas insatisfechas". Ahí están.