MUSEOS DE NORUEGA
De las sardinas en lata al oro negro
POR JOAQUIN RABAGO (*) Joaquín Rábago
Las sardinas y el petróleo, desde su descubrimiento en el mar del Norte, han constituido la riqueza marina de este país escandinavo y dos singulares museos, ambos en Stavanger, así lo atestiguan.
A pocos metros del puerto deambulan los turistas.
Españoles, muchos de ellos, se ven atraídos por el Lysefjorden, uno de los fiordos de vistas más espectaculares de Noruega.
Por esa zona, en una calleja de casas blancas de madera adornadas de flores de todos los colores, está el Museo Noruego de las Conservas.
Aprovecha el local de una de las antiguas fábricas de la ciudad cuyo interior data de los años que mediaron entre 1880 y 1930.
Ofrece testimonio de una industria que fue, durante la primera mitad del siglo XX, el principal rubro exportador del país y muy especialmente de Stavanger.
Hasta un 70 por ciento de las exportaciones de sardinas salía de esta ciudad, que en 1925 llegó a reunir 59 de las 198 fábricas de conserva de pescado que había en toda Noruega.
Claro que, a partir de los años 50 y 60, comenzó un rápido proceso de declive.
En 1978 y, como consecuencia en buena parte del establecimiento del Mercado Común Europeo, sólo quedaban en el país 21 fábricas conserveras, 9 de ellas en esta ciudad.
En 1981, las pocas plantas que quedaban se fusionaron en una compañía llamada, en inglés, Norway Foods Limited, cuya sede principal estaba, precisamente, en Stavanger.
El objetivo del museo, inaugurado oficialmente en 1982 en el edificio que ocupaba la antigua fábrica de Christian Bjelland & Co, es mostrar todo el proceso de la industria como la fabricación de las latas, que en un principio se troquelaban mediante grandes prensas.
También, el lavado de las sardinas, su ensartado para ahumarlas en una sala especial, su descabezamiento y su colocación en latas, que eran luego esterilizadas, lavadas y etiquetadas.
Desde 1910, aproximadamente, comenzó a añadirse automáticamente con una máquina el aceite de oliva --todavía puede verse una vieja lata de la empresa española Carbonell-- y otro adelanto tecnológico fue la invención, a principios del siglo XX, de la máquina de engatillado para las latas rectangulares.
Gracias a ese invento se superó uno de los mayores handicaps de la industria conservera.
La máquina patentada en 1901, por Hans J Reinart, permitía cerrar unas 800 latas en una hora, cuando antes había que soldarlas, una a una, y un soldador avezado no superaba las 600 unidades en una larga jornada.
Todo original.
La antigua fábrica convertida en museo se ha conservado en estado original y así puede verse no sólo toda la maquinaria sino también desde el primitivo retrete de los trabajadores --en torno a un centenar-- o los relojes para fichar, hasta la elegante sala de reuniones del consejo de administración.
Muy distinto del Museo de las Conservas es el dedicado al oro negro.
Esta materia prima que ha convertido a Noruega en uno de los países más ricos del mundo.
Sobre todo, gracias a la creación de una compañía petrolera nacional --Statoil-- y de un fondo que permitirá que buena parte del dinero así generado beneficie a generaciones futuras, para la fecha ya no lejana en que se hayan acabado las reservas de crudo y gas natural del Mar del Norte.
Los principales yacimientos de petróleo en aguas noruegas, --Ekofisk, Statfjord, Gullfaks, Oseberg y Troll-- se descubrieron entre 1969 y 1979.
En cambio, el Museo del Petróleo fue inaugurado oficialmente, por el rey Harald V, en 1999, más de veinte años después de que se pensara en su construcción.
Encargado a la firma de arquitectos Lunde & Lovseth, en las aguas del puerto, el edificio, fue concebido como una interpretación escenográfica de las sólidas rocas noruegas, del paisaje abierto a la costa y de las instalaciones petroleras en el mar.
Atrae, anualmente, a más de 90.000 visitantes de todo el mundo, incluidos interesados de otros países petroleros, como Venezuela, Angola o Azerbaiyán, según explicó su director gerente, Finn E Krogh.
El museo documenta las distintas actividades de la industria petrolera offshore.
Muestra las soluciones más innovadoras de perforación y producción, no se olvida de los accidentes ocurridos en el mar y permite hacerse una idea muy completa de lo que es la vida cotidiana de todos los que trabajan en una de esas plataformas.
(*) Agencia EFE.