Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

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El arma utilizada en el crimen tenía deficiencias

La pistola calibre 22, marca Tala, que habría manipulado Claudio Guillermo Morales (29), al momento de efectuarse el disparo que terminó con la vida de Ricardo Gualberto Pelayes (42), durante el trágico asalto perpetrado en el corralón de Vieytes 2246, presentaba deficiencias, según declaró ayer un perito balístico.

 La pistola calibre 22, marca Tala, que habría manipulado Claudio Guillermo Morales (29), al momento de efectuarse el disparo que terminó con la vida de Ricardo Gualberto Pelayes (42), durante el trágico asalto perpetrado en el corralón de Vieytes 2246, presentaba deficiencias, según declaró ayer un perito balístico.


 El testigo señaló que esas fallas provocaban que el arma tuviera que recargarse en forma manual luego de cada disparo, lo que insumía cierto tiempo, de lo que se deduciría que el malviviente ingresó en el comercio Lacimen S.A. con la pistola lista para ser utilizada, con una bala en la recámara.


 El perito David Esteban Lastra admitió luego que la falta del cubregatillo, podría originar un disparo como resultado de un enganche accidental.


 Las conclusiones del experto fueron las circunstancias más trascendentes en la segunda jornada del juicio oral y público que le sigue a Morales el Tribunal en lo Criminal Nº 2, integrado por los jueces Claudia Cecilia Fortunatti, María Eloísa Errea de Watkins y Alejandro Salvador Cantaro.


 Lastra fue el encargado de examinar las dos armas de fuego secuestradas durante un allanamiento realizado, poco después del hecho, en una precaria vivienda de la calle Roberto Arlt al 200, de Villa Duprat.


 Expresó que ambas eran pistolas de calibre 22 y que una de ellas no tenía aptitud para el disparo.


 En cuanto a la otra, marca Tala, dijo que fue la utilizada para asesinar a Pelayes, ya que la vaina recuperada, se correspondía con el proyectil extraído del cuerpo de la víctima.


 Aseguró Lastra que la pistola estaba en condiciones de ser disparada, aunque presentaba dificultades en la uña extractora y en el sistema de carga, por lo que podía ejecutar un tiro, aunque para volver a accionarla, se debía utilizar algún elemento externo para retirar la cápsula servida.


 Realizando una demostración frente al estrado, el perito sostuvo, por ejemplo, que cargarla, se debía tirar la corredera hacia atrás, colocar el proyectil con la mano y luego desplazarla nuevamente hacia adelante.


 Por esta razón, según expuso el fiscal Christian Long al formular sus consideraciones preliminares, se estima que Morales ingresó a cometer el asalto con la pistola ya preparada para disparar.


 A preguntas de la jueza María Eloísa Errea de Watkins, Lastra declaró que la falta de cubregatillo o guardamonte, que funciona como mecanismo de protección, podría provocar un disparo a causa de un enganche accidental.


 En este sentido, interrogado por el defensor Sebastián Martínez, admitió el testigo que, hipotéticamente, el arma podría accionarse en el caso de que una persona la tuviera empuñada y aplicara un golpe con la misma.


 Por último, declaró el perito que también podría accionarse involuntariamente, como consecuencia de un roce o de su caída al suelo.

La víctima se cubrió




 Por su parte, el médico de policía Roberto Stefanelli, quien realizara la autopsia del cadáver de Ricardo Pelayes, aseguró que al momento de recibir el disparo, la víctima estaba agachada y cubriéndose la cabeza con sus brazos.


 El profesional dijo haber advertido tres orificios de bala, dos en el antebrazo izquierdo y el restante en la zona parieto-occipital del mismo lado.


 Señaló que al llevar el brazo hacia el cráneo, comprobó que las heridas habían sido provocadas por un solo disparo, que atravesó el brazo e impactó contra la cabeza de Pelayes, quien murió por destrucción de masa encefálica.


 "Por lo hallado se pudo inferir que la víctima se cubría la cabeza con el brazo, en un claro acto de defensa", declaró Stefanelli en la sala de audiencias.


 Agregó que al recibir el balazo, la víctima estaba agachada o agazapada, y explicó que el disparo se efectuó de adelante hacia atrás, de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda.


 "Es imposible que esa trayectoria se cumpliera si esta persona, de 1,80 metros de altura, aproximadamente, hubiera estado erguida", expuso el médico.


 Por último, el doctor Stefanelli consideró que el arma fue accionada a una distancia mayor de un metro de donde estaba el occiso, ya que el mismo no presentaba rastro de ahumamiento.

Cometió el atraco porque se enojó con la policía




 Tres policías brindaron ayer detalles de la investigación que llevó a la captura de Manuel Angel López y Claudio Guillermo Morales, en vinculación con el trágico asalto perpetrado el 24 de abril de 2009, en el corralón Lacimen.


 Respecto del primero, se encuentra pendiente la resolución de un pedido de juicio abreviado, formulado por las partes y apoyado por el propio encausado.


 En esa solicitud, que será decidida por otro tribunal, se convino en que López sea condenado a nueve años y medio de prisión, aunque culpándolo solamente por el robo calificado.


 El oficial Gonzalo Matías Sandobal, que se desempeñaba entonces como encargado del Gabinete de Prevención de la comisaría Segunda, dijo haber tomado conocimiento que en la comisaría Primera existían indicios aportados por un informante, quien aludió a que Morales estaba involucrado.


 Explicó que la noche anterior al asalto, el sospechoso había participado de una cena, junto con otros sujetos, en una casa del barrio Mataderos.


 Manifestó que Morales, a quien conocían como "Maikel", estaba enojado con la policía porque lo había "engarronado" en el robo al polirrubros de Zapiola y Córdoba, hecho que fue analizado el martes, en la primera jornada del juicio oral.


 Habría señalado el detenido, durante esa comida, que le habían secuestrado "hasta las zapatillas" y que se vengaría haciendo "un caño (robo con armas) a los milicos en calle Vieytes".


 Según el informante al que aludió el testigo, Morales tomó cerveza e ingirió pastillas, y en la ocasión mostró un arma de fuego.


 Dijo Sandobal que, a partir de esos datos, se efectuaron averiguaciones y algunos allanamientos, uno de ellos en el domicilio de un cuñado de Morales.


 Al parecer, este individuo habría reconocido que el encausado estuvo en su casa y le manifestó que "se había mandado una macana".


 Agregó que un remisero no habilitado que trabaja en el barrio Mataderos, reconoció haber llevado unos bolsos a una vivienda de la calle Chacabuco al 1300, donde reside una chica de nombre Melisa quien, al ser interrogada por los investigadores, admitió que los imputados estuvieron en el lugar la noche del cruento atraco.


 También habría dicho la joven, que al concurrir a la casa de unos amigos junto con López, éste confesó que había participado de un robo con Morales y que a éste "se le había ido la mano".


 Relató el testigo que López fue detenido el 28 de abril de 2009, en una finca de la calle Río Juramento al 400, de Monte Hermoso.


 "Cuando lo detenemos, efectúa algunos dichos autoincriminatorios y menciona que Morales podría llegar a estar en Tornquist o Saavedra", dijo Sandobal, para agregar que ese mismo día lo ubicaron a "Maikel" en la calle 9 de Julio al 600, de la segunda población.

Otros testimonios




 También atestiguaron durante la audiencia de ayer los oficiales Gustavo Daniel Canle y Esteban Leandro Gómez, quienes coincidieron con Sandobal sobre las circunstancias en que se arrestó a los dos sospechosos.


 El primero manifestó que el informante que brindó los datos para llegar hasta Morales, era un contacto que le había quedado de la época en que se desempeñó en la comisaría Segunda.


 Respecto de la cena en la que "Maikel" habría manifestado su enojo con la policía, señaló que en esa ocasión el sujeto exhibió una pistola marca Tala, similar a la secuestrada y utilizada para ultimar a Pelayes.


 Expresó el testigo que ese informante reconoció que el día de los hechos, el acusado había ido a su casa a buscar una moto y cascos, que dejara la noche anterior.


 Por último, sostuvo que Morales solía pasar por el barrio Mataderos, aunque tenía su domicilio en Pigüé al 2800.


 Gómez, por su lado, declaró que intervino en la detención de López, quien al subir al patrullero habría comentado algunos detalles de lo ocurrido.


 "Dijo que Morales lo había pasado a buscar en moto para robar el corralón, que el otro había ingresado y que él se quedó afuera. Explicó que en un momento escuchó un tiro y entró, entonces volvió a salir y se fueron", afirmó el compareciente.


 Por último, manifestó que pocos días después del hecho recibió un llamado anónimo en la comisaría, en el que le decían que la moto y el arma utilizadas estaban escondidas en una casa de Roberto Arlt al 200, donde efectivamente fueron secuestradas.

Continuidad. El debate continuará hoy a las 9.30, cuando comparecerán los cinco últimos, algunos de los cuales se encontraban en el comercio durante el robo. Para mañana se prevé la presentación de los alegatos del fiscal y el defensor.