Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Un filme que depende con qué ojos se lo mire

De médico y loco... todo el mundo tiene un poco, es una película de Howard Zieff de 1989, sobre cuatro internados en un manicomio que salen a ver un partido de béisbol con un terapeuta. ¿Qué relación tiene ese filme con Detrás de las paredes? Casi nada. Simplemente que esta propuesta del irlandés Jim Sheridan pide a gritos la intervención de un psiquiatra para interpretar lo que ocurre en la historia.

 De médico y loco... todo el mundo tiene un poco, es una película de Howard Zieff de 1989, sobre cuatro internados en un manicomio que salen a ver un partido de béisbol con un terapeuta.


 ¿Qué relación tiene ese filme con Detrás de las paredes? Casi nada. Simplemente que esta propuesta del irlandés Jim Sheridan pide a gritos la intervención de un psiquiatra para interpretar lo que ocurre en la historia.


 El eje es Will Atenton (Craig), un prestigioso editor que decide renunciar porque ya no soporta el estrés del trabajo y porque quiere permanecer más tiempo con su esposa Libby (Rachel Weisz) y sus hijas Trish y Dee Dee.


 Cobra una jugosa indemnización, firma un contrato para la publicación de una novela que tiene previsto escribir y se va a vivir con su familia en una casa de dos plantas en un pueblo nevado de Nueva Inglaterra.


 Pero apenas establecido, observa inscripciones en el sótano y en el exterior de la casa (¿no las vieron antes de comprarla?), una actitud extraña en la vecina de enfrente y la presencia de alguien que los observa semioculto en el parque.


 Luego se entera que en esa casa fueron asesinados una mujer y sus dos hijas, y que la convicción de la gente del pueblo es que el asesino fue el padre, un tal Peter Ward.


 Comienza a investigar y descubre que Ward estuvo cinco años internado en un centro psiquiátrico y fue dejado en libertad por falta de méritos.


 Este comienzo reviste las características típicas de un filme de misterio o terror psicológico. Pero todo cambia bruscamente y ya nada será lo que parecía ser. Y es en ese momento que el espectador desea tener a su lado a un psiquiatra.


 A manera de catarsis, la terapeuta del traumatizado Ward le sugiere escribir una novela. Y todos agradecidos. Porque tanto el autor, como el guionista y el espectador se enteran sobre lo ocurrido en esa casa y quién o quiénes fueron los responsables de la masacre.


 El libro se titula Dream house, literalmente "casa soñada", como el original de este filme. ¿Y la novela de Will Atenton y su familia? Ah, ésa es otra historia, la que no debe revelarse.


 Francamente no se entiende por qué Jim Sheridan asumió la dirección de una película tan manipuladora del espectador y que hace agua por varios flancos. Menos si se recuerda que realizó filmes tan comprometidos como Mi pie izquierdo y En nombre del padre.


 Tampoco se comprende la participación de actores de tanto prestigio como Craig, Rachel Weisz y Naomi Watts. Los más beneficiados con este proyecto fueron los dos primeros, que inmediatamente después del rodaje corrieron al registro civil.


 ¿Y el guionista David Loucka? La información dice que hacía ocho años que nada escribía y que decidió retomar el oficio luego de ver por enésima vez la película Sexto sentido.


 ¿Detrás de las paredes posee alguna relación con ese filme? Puede ser, aunque depende con qué ojos se lo mire. ¿Se entiende? Probablemente no. Pues bien, esta película de Sheridan tiene una complejidad similar. Aunque tampoco es para tanto.

Calificación: 6