Bahía Blanca | Martes, 22 de julio

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La Cinemateca Francesa, una obligación intelectual

Para el cinéfilo de paso por París, visitar la Cinemateca Francesa es una ineludible obligación intelectual. Es la más famosa, la más dinámica y la más importante del mundo. Desde 2005, su sede está situada en el número 51 de la calle Bercy, en el Distrito XII. El edificio posee varias plantas y una arquitectura moderna, obra del estadounidense Frank Gehry.






 Para el cinéfilo de paso por París, visitar la Cinemateca Francesa es una ineludible obligación intelectual. Es la más famosa, la más dinámica y la más importante del mundo.


 Desde 2005, su sede está situada en el número 51 de la calle Bercy, en el Distrito XII. El edificio posee varias plantas y una arquitectura moderna, obra del estadounidense Frank Gehry.


 Fue fundada el 2 de septiembre de 1936 por Henri Langlois, Georges Franju y Jean Mitry, por iniciativa del primero, que se convirtió en el gran motor del proyecto. El objetivo inicial fue conservar, restaurar y proyectar películas de todas las nacionalidades.


 En 1938, Langlois creó la Federación Internacional de Archivos de Films (FIAF) y promovió la fundación de nuevas cinematecas. Por caso, las de Milán, Bruselas y Buenos Aires, que se sumaron a las pre-existentes de Nueva York, Londres y Estocolmo.


 Gracias a una subvención del Estado francés, en 1945 se instaló en un local de la avenida Messine y tres años después pudo ampliar sus instalaciones y abrir una sala de proyecciones con capacidad para sesenta espectadores.

Grandes nombres.






 A esa sala concurrieron asiduamente los directores Jacques Becker, Robert Bresson, René Clément y Henri-Georges Clouzot, y en ella también se formaron los exponentes de la nouvelle vague: Truffaut, Chabrol, Godard, Rohmer, Rivette, Kast, Doniol-Valcroze y Rouch, entre otros.


 En 1963, el entonces ministro de Cultura André Malraux autorizó la instalación de la cinemateca en el Palais de Chaillot, donde funcionó hasta 2005.


 Un considerable número de filmes que se producen en Europa o en Estados Unidos no llegan al público tal como los concibieron sus directores, sino con los cortes, retoques o agregados que practican los productores.


 Como los directores tienen la prerrogativa de recibir una copia de sus filmes sin esas modificaciones, son esas únicas y de inapreciable valor las que cuentan para la historia del cine. Pues bien, Langlois logró que muchos directores cedieran esas copias a la cinemateca.


 Langlois fue un genio excéntrico y desordenado, según opinión de quienes lo conocieron. Entre sus "ignorancias favoritas" estaban la contabilidad, la actualización de los ficheros y, paradójicamente, la conservación de las películas.


 Por estas razones fue destituido por Malraux en febrero de 1968. Pero este hecho movilizó a los cineastas de Francia y de otros países, que amenazaron retirar sus copias o negar su exhibición.


 La crisis finalizó el 22 de abril con el reintegro de Langlois a sus funciones, que continuó desempeñando hasta su muerte, ocurrida en enero de 1977. En 1974 la Academia de Hollywood le concedió un Oscar Honorario por los servicios prestados al cine.

Recursos propios.






 La Cinemateca Francesa tiene más de cuarenta mil películas, un museo con una exposición permanente de filmadoras, afiches, fotografías y elementos relacionados con el cine, desde sus orígenes en 1895 y hasta la actualidad.


 También posee una biblioteca especializada, una librería, un restaurante para el personal, los estudiantes de cine y los visitantes que llegan de todo el mundo, y desarrolla numerosos ciclos de cine en sus propias salas.


 En la actualidad es una asociación privada con recursos propios y un generoso aporte del Estado francés. Su presidente es el director Costa-Gavras, y es asistido, entre otros, por los cineastas Olivier Assayas, Nicole García, Cédric Klapisch y el crítico de cine Serge Toubiana.




  Agustín Neifert