Bahía Blanca | Lunes, 08 de septiembre

Bahía Blanca | Lunes, 08 de septiembre

Bahía Blanca | Lunes, 08 de septiembre

Carmiña, la joven mujer de los cien años

Para Carmen Lema Barcia, española nacida en la provincia de La Coruña, en el pueblo de Carantoña, 100 años no son nada y, a la vez, representan mucho. Su mirada delata la existencia de tantas historias como tiempo transcurrido, o quizás más. Y ella, a pesar de sus recién cumplidas diez décadas, relata sus anécdotas con el entusiasmo genuino de quien lo hiciera por primera vez, aunque no sea el caso.

 Para Carmen Lema Barcia, española nacida en la provincia de La Coruña, en el pueblo de Carantoña, 100 años no son nada y, a la vez, representan mucho.


 Su mirada delata la existencia de tantas historias como tiempo transcurrido, o quizás más. Y ella, a pesar de sus recién cumplidas diez décadas, relata sus anécdotas con el entusiasmo genuino de quien lo hiciera por primera vez, aunque no sea el caso.


 Carmiña, como le llaman sus amistades, fue recientemente declarada abuela del distrito por el municipio de Puan y exhibe su diploma con orgullo. Ella vive en Villa Iris desde hace más de 60 años.


 Con ojos vivaces y siempre atenta a lo que pasa a su alrededor se muestra dispuesta a desovillar cada uno de sus recuerdos, los buenos y los malos, en cualquier momento, como si siempre los tuviera a mano.


 "Ah...¡La Coruña! ¡Es muy bonita y pintoresca!", grita desde la cabecera de la mesa de su hogar, con su marcado acento gallego que en todos estos años, lejos de desaparecer, se ha acentuado, según cuenta su familia.


 "La Coruña es famosa, de ahí salen todos los artistas bailarines, estudiantes", dice, y luego duda de la conjugación en presente. "Bueno, ahora no sé, porque las cosas cambian", reflexiona.


 "Ella no se pierde una y tiene su carácter", dice Jorge Sassi, sobrino político de Carmen, hijo de la hermana de su segundo marido. "Hay que llegar a los 100 años así, no cualquiera... Ni siquiera necesita usar anteojos", expresa.


 Jorge vive con su esposa Norma Tous, a metros de la casa de Carmen y ambos se ocupan de visitarla, como mínimo, tres veces por día para ver si necesita algo.


 Sin embargo, Carmen reniega muchas veces de esa ayuda y se esfuerza en demostrar que aún se las arregla sola: hace las tareas domésticas, recibe visitas, cambia los canales de su televisor según su gusto, enciende sola la salamandra a leña y tiene una memoria "envidiable", según su sobrina.


 "Ella misma se cocina y se ofende cuando le traemos comida. No quiere saber nada", cuenta Norma quien, de todas maneras, siempre está atenta a sus necesidades porque algunas situaciones, para alguien de edad tan avanzada, suelen resultar riesgosas.


 Carmiña sonríe cuando recuerda a sus cinco hermanos, quienes se quedaron en España, al igual que sus padres, cuando ella decidió venir a la Argentina en busca de su primer marido, José Canosa.


 La abuela besa la foto de su hermano y se emociona. "¡Cómo me gustaría volver a La Coruña!", expresa. Tras la emoción, recupera el temple y cuenta que le agrada tejer puntillas, y lo hace con unos palillos especiales, traídos de su tierra.


 De hecho, hace algunos años, gracias a este hobby, Carmen ganó el segundo puesto en un Torneo Bonaerense de la Tercera Edad, en el rubro artesanía tradicional.


 Según sus afectos más cercanos, a Carmiña la quiere todo el pueblo. "Ella está siempre así, contenta. Es increíble. ¡Tiene 100 años!", se asombra Norma.


 "El día del cumpleaños la queríamos llevar a un salón pero se empacó y dijo `De mi casa no me sacan'", cuenta Norma y añade: "Al final vino gente todo el día, toda la semana, y todavía siguen llegando a saludarla".


 Carmen tuvo un hijo con su primer marido, José, pero el niño falleció apenas cumplidos los 14 meses. Luego, no pudieron tener más niños. Sin embargo, Mateo y Yeraldina, de 22 y 18 años, los hijos de sus sobrinos Norma y Jorge Sassi, son como sus nietos.


 Cada vez que los ve, ella los aconseja y les da largos monólogos acerca de la necesidad de instruirse.


 "Estudien, que eso no se los va a sacar ningún hombre ni ninguna mujer", les dice, a pesar de que Carmen nunca logró aprender a leer y a escribir, o tal vez, por ello.


 Tal y como reza el dicho popular acerca de que los años no vienen solos, de un tiempo a esta parte Carmiña no escucha con tanta nitidez, aunque eso no le impide sumarse a las conversaciones.


 "Soy una viejita, pero entiendo todo", remata. Y entonces llegan las risas. Y ella también ríe. La joven de 100 años.

Distinción.
El 15 de agosto pasado, doña Carmen, recibió la visita de la Canciller del Consulado general de España en Argentina, María Inmaculada San Frutos Pérez, del presidente del Consejo de Residentes españoles de la demarcación consular Bahía Blanca , del consejero General de la Emigración, Nemesio García Ruiz y del escritor y periodista, Rubén Benítez. Además, desde la comuna la declararon la abuela del distrito de Puan.


Vivir para contarla










 Carmen Lema Barcia nació el 15 de agosto de 1910, en Carantoña, provincia de La Coruña. Hija de Manuel Lema Vidal y Generosa Barcia, tuvo tres hermanas mujeres y dos varones.


 A los 22 años, se casó con José Canosa, quien decidió viajar a la Argentina en busca de una tierra que prometía trabajo y prosperidad económica.


 Sin embargo, la realidad no respondió a las expectativas de este joven inmigrante, quien consiguió trabajos esporádicos como changarín en los silos de Villa Iris. Su mujer, Carmen, lo esperó durante 15 años en su tierra natal.


 Durante este lapso, y habiendo perdido un hijo de su marido, doña Carmen se hizo cargo de la crianza de una niña, hija de una sobrina que había fallecido.


 Cuando Carmiña cumplió los 37 años, su esposo le pidió que se uniera con él en Argentina y ambos se radicaron en el Paraje Rivadeo, pero la niña --que ya tenía 6 años-- se quedó en España, una marca dolorosa que persiste en su memoria.


 Diez años más tarde, Carmen y su esposo retornaron a la península ibérica aunque, pasado un tiempo, volvieron a la Argentina.


 Entonces, Carmen trabajó al cuidado de ancianos enfermos y realizando quehaceres domésticos en otras casas. Luego de fallecer su marido, años más tarde, contrajo nupcias con Carlos Ferreira. De este enlace surge su parentesco con su sobrino Jorge Omar Sassi, hijo de la hermana de su marido.


 Luego de enviudar por segunda vez, Carmen decidió quedarse a vivir en Villa iris, a pesar de no tener descendencia biológica.


 En sus ojos claros, más allá de las contingencias de una larga vida, aún aparece de a ratos, acaso cuando sonríe, cierta picardía sin edad que tal vez sea la clave de su longevidad.