Bahía Blanca | Miércoles, 27 de agosto

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"La humildad es la base de la vida"

A los 68 años, Jorge Solari ya juega de taquito. No es improvisado y responde cada pregunta con la sapiencia de un tipo simple, directo y frontal. "Renato Cesarini es un hijo más. Lo ví gestarse, nacer, crecer y consolidarse hasta que un día le solté la mano... Y hoy es lo que es por sus profesionales, entre los que me incluyo, que se animaron a llevar a cabo un proyecto silencioso y ambicioso, lejos de un marco de comercialización", subrayó.
"La humildad es la base de la vida". Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 A los 68 años, Jorge Solari ya juega de taquito. No es improvisado y responde cada pregunta con la sapiencia de un tipo simple, directo y frontal.


 "Renato Cesarini es un hijo más. Lo ví gestarse, nacer, crecer y consolidarse hasta que un día le solté la mano... Y hoy es lo que es por sus profesionales, entre los que me incluyo, que se animaron a llevar a cabo un proyecto silencioso y ambicioso, lejos de un marco de comercialización", subrayó.


 El Indio, que llegó a nuestra ciudad merced a la gestión del club Libertad, admite que el ámbito profesional es un territorio asfixiante donde el negocio es para unos pocos en un marco de precariedad absoluta.


 "¿Por qué no estoy trabajando en un club profesional? En los lugares que me interesa realizar un proyecto serio no me tienen en cuenta. Y los clubes que me llamaron no me cerraron", admitió Solari, quien en 1978, junto a Ermindo Onega y Luis Artime, forjó a Renato Cesarini, un club con orientación formativa y constante proveedor de futbolistas de elite.


 Hoy, Solari trabaja para los chicos en su tierra, sin dudas un territorio sumamente fértil en lo futbolístico.


 "Dejé de ser el Indio. Ahora soy el Rengo (risas). Tengo una rodilla a la miseria, je, je", bromeó el DT, ni bien se prendió el grabador, donde la nota siguió su curso.


 --¿Tenía descuidado a Renato Cesarini cuando trabajaba en el fútbol profesional?


 --Y, un poquito. Me metí otra vez porque estábamos estancados. Ahora tenemos el apoyo de Messi (Lionel), que nos vuelca muchas cosas para que los chicos estén mejor atendidos.


 --¿Messi aporta dinero, imagen o publicidad?


 --Hace de todo. El Petiso (por Messi), por ejemplo, va a Adidas y le dice a esta gente que le mande a Renato Cesarini 500 camisetas. Al otro día, el camión está en Rosario. Siempre decimos que debemos tenerlo contento para que no cambie de marca (risas).


 --¿Por qué entendió que, desde su club, era necesario abrir el abanico al resto del fútbol del interior?


 --La idea es hacer una unión de clubes a nivel nacional. Sería fantástico que Libertad, por citar una entidad, organice un campeonato nacional de fútbol formativo con el apoyo del resto de las instituciones. Realmente nos encantaría llevar a cabo una cooperativa para que los clubes puedan funcionar un poco mejor.


 --¿El fútbol amateur sufre un estado de abandono?


 --Está muy despojado. A esos clubes no los ayuda nadie. Dependen de la vocación de cuatro o cinco locos, denominados dirigentes, que están diariamente por pasión, ganas y también para pelearse con algún técnico o algunos padres que se sienten intocables por el solo hecho de llevar su pibe al club.


 --¿Y cómo hacen esos clubes para subsistir y sacar talentos pese a la precariedad económica?


 --Es un milagro. Este país es un milagro. Hay cosas que no se pueden explicar en esta Argentina. Mucha gente debería entender que la humildad es la base de la vida. Y el argentino carece de ese aspecto.

"Percibo cosas que el jugador desconoce"




 --¿Qué biotipo de jugador halló en Bahía?


 --Los pibes que observé tienen una locomotriz bárbara porque tienen mucho terreno y campo para recorrer. Observé buena estatura. Hay chicos que llaman la atención. En este bendito país salen jugadores cada dos minutos. Tal vez, hay zonas que están más desprotegidas, como sucede en el norte. Pero salen. Santa Fe es la cuna".


 --¿En qué momento se da cuenta que un chico tiene talento?


 --Es una cuestión que muy pocos pueden llegar a explicarla. Yo no puedo, je. En general, es un panorama que uno percibe de acuerdo a una condición destacada que tiene el chico. Algunos pueden decir que un jugador cabecea bien, pero si es petiso no va a defender correctamente en envíos aéreos.


 "Ahora, si cabecea bien, es rápido y también agresivo, entonces tiene un plus. Generalmente, el veloz no suele ser hábil. Pero no puede ser tan lento porque no llegaría a Primera.


 "Y el veloz, si es un poco tosco, tampoco llega. ¿Qué quiero decir? Cada jugador debe tener un montón de cositas aparte para que el promedio llegue, como mínimo, a 7".


 --¿El talento de un chico se manifiesta con una pisada, un taco o simplemente en la acertada ubicación en la cancha?


 --Esos puntos son referencias clave para comenzar a observarlo con más detenimiento. En una prueba, hay muchísimos pibes que son jugadorazos, pero los nervios suelen invadirlos. De todas maneras, yo percibo del jugador cuestiones que el mismísimo jugador desconoce y que puede explotar. Por eso, no es fácil esta función".

El enemigo, en casa




 --¿Cómo debe calibrarse la relación padre-hijo-entrenador en las divisiones formativas?


 --Es que cambió todo. El padre ahora se preocupa más para que su hijo juegue al fútbol. Y, por ende, lo sobreprotege. Hay muchos chicos que están más presionados por los propios padres que por sus técnicos. Los pibes deben aprender a ser competitivos cuando ellos mismos descubran cuando tienen que ser competitivos.


 "El pibe, por lo menos hasta los 15 años, está en la edad del juego, donde tiene que patear la pelota de la mejor manera sin dejar de lado la diversión y el estímulo de saber que está disfrutando del fútbol como un deporte".


 --¿Existe una medida adecuada para saber cuándo un chico pasa del divertimento a la competencia?


 --No. El chico empieza a competir desde el momento que toma el pecho de la madre (risas). Chupa, chupa, chupa, hasta que un día deja hacerlo. Ahí, por ejemplo, el ser humano compite consigo mismo.


 "En el fútbol pasa exactamente lo mismo. Pero tiene que ser una competencia lógica por querer demostrar que juega bien, pero sin entender demasiado el concepto de competencia".


 --¿Los padres de Renato Cesarini son complicados?


 --No. Cuando alguno empieza a levantar la voz, me paro al lado y lo miro fijo. De ahí en más, no dicen más nada (risas). Hay algunos padres que creen que saben de fútbol. Y confunden a sus hijos.


 "Los padres deben disfrutar del ambiente, de su hijo, de sus amigos y olvidarse de que existe un resultado deportivo. Eso, verdaderamente, no debería importarle a nadie. El jugador se hace jugando, no ganando, empatando o perdiendo. Nosotros debemos formar a cada chico como persona, más allá del fútbol".


 --¿Extraña dirigir en el ámbito profesional?


 --Para nada. Dirigir a pibes es motivante. Siempre hay cosas por hacer. Renato es un lugar de puertas abiertas. Me agrada educar a chicos y con una pelota de por medio. Siento que estoy más allá del bien y del mal. Creo que le di cosas al fútbol. Y, de esta manera, me siento pleno como entrenador.


 --¿Alguna vez se preguntó por qué no está en la carpeta de los clubes profesionales?


 --Los directivos de los clubes quieren técnicos más jóvenes. El profesionalismo es maravilloso, pero no me vuelve loco. Renato, en cambio, es una pasión.

Hablemos del Mundial




 --Pasó el Mundial y Argentina desaprovechó otra oportunidad. ¿Y ahora qué?


 --Todo está en manos de Grondona (Julio). Para mí, debería apostarse al mejor. A ver... Para saber si Maradona era el mejor tendría que trabajar a su lado. Y no lo estoy.


 "No obstante, el técnico ideal para mí es Gerardo Martino. Tiene buen trato y un gran manejo de grupo. De todas maneras, tenemos que entender que no somos los mejores del mundo. El próximo técnico debe apuntar al funcionamiento de un equipo. Tiene que jugar de memoria. No puede tener baches. Es una selección. Por ende, están los mejores".


 --¿Grondona sabe de fútbol?


 --Es muy bicho. Tiene mucha experiencia. Maneja todo el circo con los ojos cerrados. Es el directivo más capaz que tiene el fútbol argentino.


 --¿Y le hizo bien o mal al fútbol argentino?


 --En ciertas cosas le hizo bien. Y en otras la pifió fea. Pero es mi opinión. Y no sé si estoy en lo correcto. Por ejemplo, el fútbol amateur, de los torneos argentinos, están a la deriva. Ahí debería actuar Grondona. En Brasil o Japón no suceden esas cosas. Pero si sigue en el poder es porque no hay otro mejor que él.


 --¿No hay otro Grondona o no dejaron que surja una alternativa potable para sucederlo?


 --Las dos posturas pueden ser acertadas. No tengo una respuesta absoluta. Esto es como en la política. El que está en el poder no quiere largar ese pedestal porque la ambición es poderosa.

"Los entrenadores no somos solidarios"




 --¿Por qué los entrenadores están expuestos a una verdadera máquina picadora de carne?


 --Porque no somos solidarios ni defendemos nuestro lugar. El directivo del fútbol deja mucho que desear. Me refiero específicamente a las instituciones profesionales.


 "Si yo arreglo con un técnico es porque debe ser bueno. Caso contrario, no lo contrataría. Eso sí, a los dos meses ese mismo entrenador de chapa se va del club porque parece que es malo. ¿Qué quiero decir? Alguna vez deberían irse ciertos dirigentes que tienen plata, pero cero estrategia.


 "Esa gente, disfrazada de dirigente, no conoce la cocina de un club. O sea, tiran nombres de jugadores y no saben si la pelota es redonda o cuadrada. Por eso, después se comen cualquier amague".


 --¿Qué aprendió en este ambiente?


 --A hablar menos. Dedicarme más a mí mismo. Y que los demás manejen su quinta.

¡Qué familia!




 --¿Cómo es tener de yerno a Fernando Redondo?


 --Buenísimo. Está casado con mi hija Natalia. Se conocieron cuando yo dirigía a Tenerife. Fernando estaba jugando ahí y nació el amor.


 --¿Usted fue una especie de intermediario en la relación?


 --Más o menos. Natalia hizo lo suyo, Fernando también. Y se armó una gran familia. Tienen una nena y dos varones. Uno de ellos juega en River.


 --¿Lo siguen cargando con su sobrina Liz?


 --Me vuelven loco. Cuando dirigía a Atlético Tucumán, los jugadores me vivían pidiendo el teléfono. Soy cuida de mi sobrina.

¿Qué es Renato Cesarini?




 Renato Cesarini es un club ubicado en la localidad de Alvear, a 5 kilómetros al sur de Rosario. Cuenta con un campo deportivo de 35 hectáreas, albergue para los chicos que llegan desde el interior y un total de 400 jugadores. Allí se desarrollan clínicas y, cada año, se prepara a un grupo de jóvenes para participar de campeonatos internacionales en distintas partes del mundo.


 En Renato se enorgullecen de pelear contra los gigantes del fútbol para captar futuras estrellas. A pesar de no competir a nivel profesional ni tener la vidriera de otros clubes, en la entidad se jactan de contar con el aval de los padres, que les siguen depositando la confianza al dejarle a sus hijos y les permite seguir sumando chicos a su semillero.


 El trabajo con menores no apunta a generar un negocio, más allá de que al retener el porcentaje de determinados futbolistas --caso Javier Mascherano, por el cual recibieron el 10 por ciento de los 15 millones de euros de la venta a Corinthians de Brasil-- se generan importantes ingresos.


 Para dejar en claro lo que representa el club para ellos, Solari asegura que se trata de una familia y se enorgullece de una situación: los ex jugadores, afamados o desconocidos, siempre se dan una vuelta por el predio de Alvear para compartir sus experiencias y colaborar en lo que sea necesario.