Amo y señor de su tiempo
Cuando sonó su celular, Arnaldo André entraba en un barcito, en la porteña esquina de Costa Rica y República Armenia.
"¡Me gusta más sin barba!", le gritó un señor al pasar y el actor agradeció con una risa entrecortada que se coló por el teléfono.
El motivo de la cita era saludar por su cumpleaños a Carlos Vigian, el asistente de dirección de Quedáte a desayunar. El de la llamada, la venida de André a Bahía Blanca --el fin de semana venidero, al Teatro Municipal--, con la obra que comparte con Eugenia Tobal.
"El público es muy particular --explicó mientras se disponía a la entrevista--. Como los amigos, de pronto te dicen `me gustás más con barba', `...sin barba', `con el pelo así...'. No se conforma a todos pero se va pegando en el gusto de cada uno con los cambios de look...", consintió.
-- Será como dicen casi todos los actores de televisión: que a través de la pantalla se mete en las casas de la gente y pasan a formar parte del rito familiar. Hasta hace poco, usted compartió las cenas.
-- Ah, sí, y hemos unido a la familia. Digo unido porque con otras novelas en las que he participado, como Amándote, El infiel o Amo y señor, sentía la misma calidez del público en la calle que con Valientes. Pero Valientes llegó en un momento en el que el hombre también empezó a ver telenovela y no siente vergüenza de decirlo.
"Valientes, por horario y por tema, interesó a la familia, en general, incluso a los más chicos que la vieron aún sin entender el argumento. Gracias a esto, hubo un par de generaciones que me conocieron".
-- Vaya curiosidad... Porque Piel naranja, la novela con la que usted irrumpió en la Argentina en los 70, también fue en horario nocturno y se veía en la cena de muchas familias.
-- Exacto. Pero iba una vez por semana y era una época en la que los padres tenían conceptos diferentes respecto de lo que los chicos podían o no ver y definían mucho más estrictamente los horarios.
-- Son más de tres generaciones las que observaron su carrera. ¿Se ha sentido acompañado?
-- Fui cambiando mi manera de ver y encarar mi carrera, pero en cada una de las etapas el público me acompañó y gustó de lo que me tocó en suerte interpretar.
"Hubo acierto en los productores en adaptarse a las épocas. Cuando hice la novela de Alberto Migré, él manejaba muy bien la ternura y el amor a pleno; era un amante de las palabras. Pasado el tiempo, por caso en Amo y señor, nos ocupábamos más de las acciones, incluso de la violencia de personajes más rudos. Luego se decidió incorporar el humor, y nos fuimos acomodando con el consentimiento del público.
"En la televisión nos ocupamos del día a día. Lo único que trasciende en el futuro son esas cosas que luego resultan recuerdos. La televisión es hoy y hay que seguir manteniéndo el éxito con otros nuevos. El pasado, en este medio, no sirve. Incluso los premios quedan sobre una chimenea mientras uno sigue laburando para tener una permanencia".
Deseos y realidades.
-- Dijo "lo que me tocó en suerte". ¿Alguna vez quiso elegir y no pudo?
-- En televisión, no... porque siempre me ofrecieron aquello que consideraron que se podía adaptar a mi personalidad y a mi tipo de actor.
"He deseado, más que tenido oportunidad de elegir... Siempre deseé que me convocaran para programas más dramáticos o de mayor elaboración, y esto dicho con todo el respeto que me merece el género de la telenovela, que exige una capacidad grande de improvisación que se salva con la profesionalidad y la experiencia.
"Hubiera querido continuar con la telenovela pero también hacer algún ciclo semanal, que me diese tiempo de estudiar los personajes; y hacer más cine y más teatro. Lo importante fue no bajar los brazos y seguir luchando".
-- No obstante, en los últimos años ha hecho, junto con la TV, mucho cine y teatro. En días pasados, por caso, Claudia Lapacó, recordaba "Los monstruos sagrados", que hizo junto a usted un par de años atrás...
-- ¡Y ése fue un deseo realizado! Tuve oportunidad de trabajar con un director como Rubén Schumacher, con una actriz como Claudia Lapacó y obras como Los monstruos sagrados, un texto que no conocía, y El lago. Así que ahí pude concretar un sueño.
-- Tiene también una película por estrenar, "La confesión", más las realizadas el año pasado...
-- Sí. La confesión es del director Juan Manuel Giménez. La hicimos con Mirtha Busnelli. Es un policial negro del cual espero mucho, un trabajo diferente, del que no puedo hablar demasiado porque está en pos-producción y no he visto demasiado. Creo que tendremos oportunidad de verla en una privada, antes del estreno, que sería en la segunda mitad del año. El niño pez y La extranjera se estrenaron en 2009, claro.
-- Bien parece que su carrera ha llegado a un punto de diversificación. ¿Será, acaso, el momento justo?
-- Creo que llegan en el momento en que tuvieron que llegar. Es cierto que, en su evolución profesional, el actor tiene tiempos en los cuales está más o menos preparado para asumir ciertas responsabilidades.
"Me parece que sí, que yo estoy en ese momento. No sé qué hubiera pasado si me hubieran ofrecido el Laureano de Valientes hace cinco años".
-- ¿Por madurez personal?
-- Sí, y sobre todo la suficiente para elegir y no desesperarme. Hay un momento largo en la carrera del actor, que arranca en el mismo comienzo profesional, en el que estamos inconformes e inseguros y no disfrutamos mucho preguntándonos que pasará después, mañana, pasado...
"Con el tiempo se va modificando la actitud y hoy yo puedo disfrutar mucho de lo que tengo entre manos sin pensar en mañana. Sobre lo que vendrá, la vida me ha enseñado que siempre habrá algo para uno y que no hay que desesperar".
Un villano de novela, un buen hombre en las tablas
-- Arnaldo, ¡fue un villano terrible el que hizo para "Valientes"!
-- Pero lindo. Con posibilidades ricas para crear. Hay escenas en las que el personaje escucha, no procede ni tiene intervención y otras donde está más activo, ideales para tratarlas con tiempo y buscarles el punto. El villano tiene que estar agazapado, que nunca se sepa por donde va a atacar.
"Mi objetivo diario con Valientes era ver con qué podía sorprender al espectador. Muchas veces lo lograba. Otras, no".
-- Muy diferente es el hombre que encarna en "Quedáte a desayunar"...
-- Muy distinto. Y si hablamos de deseos, también quería que después de Laureano apareciera algo completamente diferente y tenía muchas ganas de hacer comedia. Es una buena manera de cortar con lo anterior, de divertirme, divertir al público y hacer personajes muy creíbles.
"En la obra compongo a un hombre con dudas, apocado, con una personalidad no muy fuerte, alguien más bien naif, que vive tranquilo, que ya no quiere tener contratiempos y que se ve contrariado cuando aparece el personaje de Eugenia Tobal".
-- Estrenaron hace pocos días. ¿Cuánto tiempo la llevaban trabajando?
-- Tuvimos dos meses de ensayo diario, tiempo suficiente para trabajarla con Rodolfo Bebán, el director, que conoce el género mucho y es exigente. Un placer.
-- Y debutaron con la modalidad que están tomando muchas obras: en gira. ¿Esto implica que harán temporada de verano en alguna de las plazas fuertes?
-- Comenzamos en La Plata, sí. Y antes habíamos hecho presentaciones privadas, en ensayos generales, ante amigos. Llegamos tranquilos, seguros de responder a lo que se presente y tanto Eugenia como yo disfrutamos muchísimo de hacer esta comedia.
"No sé si después estaremos en Buenos Aires. En lo personal, no me preocupa mucho el futuro. La Argentina es tan vasta para recorrer y tenemos tantos lugares tan hermosos y con públicos tan agradecidos de que les llevemos la comedia a sus casas, que cuando tengamos oportunidad y ganas de conseguir una sala recién nos quedaremos en la Capital Federal".
-- No se preocupa por el mañana. De todos modos, tendrá propuestas...
-- No... Tengo un proyecto propio, de dirigir una película. Lo vine madurando hace tiempo, esperando el momento de hacerlo.
"La historia está basada en una experiencia personal, cuando tenía 11 años y era cartero en mi pueblo; mi primer compromiso como hombre, los momentos que pasaba mi familia y mi país... Autobiográfica en muchos aspectos".
-- El domingo (por hoy) cuando salga esta nota, estará esperando, ¿o no?, la definición de los Martín Fierro.
-- Y... Hubiera preferido no estar en esta situación porque no le dí mucha importancia y desde hace un par de días me empezaron a preguntar. Entonces advertí que es un compromiso grande.
"Sé que si no me dan el Martín Fierro, el hecho de que me situaran entre los cinco actores que los Cronistas de Espectáculos consideraron que hicieron bien su trabajo en la última temporada, ya es un elogio. Pero también está esa gente que está de parte de uno y que insiste en que me lo tienen que dar y que uno teme defraudar. Trataré de no ponerme ansioso".
-- Usted, que es un importado bien instalado en el país, sabe muy bien que esa arenga es muy de argentinos...
-- Y llevo muchos años acá. Cosas importantes le pasaron a mi vida en la Argentina, aún cuando no puedo olvidar mi país, voy seguido y algún día me gustaría volver.
"Pero esos alientos y otras bondades que disfruto me las dio este país, donde vivo como un argentino más que trabaja, paga impuestos, critica y crece como ciudadano y como persona".
-- Como ese cafecito que está compartiendo...
-- Como esto. La gente, los amigos, este encuentro para festejar un cumpleaños y la posibilidad de encontrarme con otra gente, como en Bahía, como en otros lugares de este generoso país.