Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Los niños, grandes víctimas del maltrato

La muerte de Melina, la niña de seis años que fuera brutalmente golpeada en su casa, supuestamente por un primo que la cuidaba junto con sus hermanitos, puso al descubierto una vez más una serie de interrogantes que exigen una inmediata respuesta y urgente solución. Para obtener detalles sobre las causas del maltrato infantil y cómo prevenirlo, "La Nueva Provincia" consultó a las psicólogas Graciela Porcelli Piussi y Mirta Casas, ambas con una vasta experiencia en la materia.

 La muerte de Melina, la niña de seis años que fuera brutalmente golpeada en su casa, supuestamente por un primo que la cuidaba junto con sus hermanitos, puso al descubierto una vez más una serie de interrogantes que exigen una inmediata respuesta y urgente solución.


 Para obtener detalles sobre las causas del maltrato infantil y cómo prevenirlo, "La Nueva Provincia" consultó a las psicólogas Graciela Porcelli Piussi y Mirta Casas, ambas con una vasta experiencia en la materia.


 La primera inquietud fue conocer qué se entiende por maltrato infantil.


 La licenciada Porcelli Piussi respondió que se trata de "una acción violenta, física o psicológica, realizada por un adulto hacia un niño dependiente".


 "Es toda conducta ejercida por un adulto que produce daño físico y/o psíquico en una persona menor de 18 años, afectando el desarrollo de su personalidad. Esta conducta es intencional y reiterada. Se produce cuando la salud física, emocional o la seguridad de un niño, están en peligro por acciones o negligencias de las personas encargadas de su cuidado", precisó.


 ¿Por qué se produce y cuáles son sus motivos?


 -- El niño y el adolescente, por su vulnerabilidad y dependencia del adulto, son los destinatarios más frecuentes del maltrato.


 "Las personas que ejercen el maltrato tienen un desequilibrio mental y emocional, que no reconocen en sí mismos, y sus acciones de maltrato, tanto físico como psicológico, lo justifican alegando que el niño no cumple con las expectativas o que es el mismo menor el que provoca la reacción del adulto", explicó.


 Existen dos formas de ejercer el maltrato:


 * En forma pasiva: cuando los adultos no cubren las necesidades físicas básicas del menor y no contienen afectivamente los requerimientos de contacto físico y caricias.


 * En forma activa: cuando los padres o cuidadores provocan daño físico o enfermedad al menor.


 * También comprende el abuso sexual, desde el exhibicionismo hasta la violación.


 * El abuso emocional, la hostilidad verbal y bloqueo constante de las iniciativas infantiles.

Mensajes destructivos




 Respecto de cuáles son las consecuencias en la víctima, destacó que "el maltrato infantil, en todas sus formas, tiene una serie de consecuencias a corto, mediano y largo plazos, en el desarrollo psicosocial y emocional de los menores".


 "Generalmente --agregó-- los golpes y maltratos físicos, en primer lugar, producen daño físico, pero este castigo envía mensajes psicológicos destructivos para las víctimas, ejerciendo un impacto en áreas críticas del desarrollo infantil".


 Según la licenciada Porcelli Piussi, el carácter traumático del pánico, el terror, la impotencia, las frustraciones severas, acompañadas de dolor y del carácter impredecible del comportamiento del adulto agresor, constituyen secuelas psicológicas que se manifiestan en:


 * Muy pobre autoestima.


 * Bajo o nulo rendimiento escolar.


 * Trastornos de ansiedad y angustia.


 * Depresión.


 * Repetición, por parte del menor maltratado, de conductas agresivas o abusivas hacia sus pares o de adultos hacia sus hijos.


 * Trastornos de conducta, delincuencia, hiperactividad, drogadicción y alcoholismo.

¿Cómo prevenirlo?




 Es función de todo adulto que advierta indicios de maltrato en un niño, realizar la denuncia correspondiente; esto atañe tanto a docentes, como a vecinos y familiares.


 "Sólo alejando al niño de las personas que lo maltratan y brindándoles otro marco de contención emocional, se puede prevenir la continuación de las conductas nocivas y darle al menor la posibilidad de que pueda generar confianza en los adultos", resaltó.


 Porcelli Piussi destacó que "esa confianza básica es parte de la posibilidad de resiliencia, es decir superar los percances y salir fortalecido".


 Aludió seguidamente a que en la provincia de Buenos Aires se promulgó la ley 13.298 de la Promoción y Protección de los Derechos del Niño.


 "Lamentablemente, esta ley tiene una grave falencia, por la cual los servicios de protección de la infancia deben agotar los recursos para que los niños vivan con su familia biológica, a pesar de los maltratos a los que puedan estar expuestos por miembros de ese mismo grupo familiar", enfatizó.


 "De esa forma --dijo--, cuando miembros responsables de la sociedad hacen la denuncia de maltrato, no hay garantía de que se pueda intervenir y alejar al maltratador de la vida del menor, ya que no se contempla adecuadamente qué posibilidad se le da al menor de un lugar que le permita estar protegido".


 En su opinión, "esta ley fue creada bajo la influencia del período en que en nuestra sociedad existió la apropiación de menores, y en prevención de esta circunstancia, se privilegia a la familia biológica prácticamente sin restricciones, considerando otras posibilidades, por ejemplo la adopción de menores, como un agravio a la libertad".


 "Sólo dándole al niño las posibilidades de convertirse en resiliente, mediante la inclusión en su vida de personas que lo cuiden, amen y protejan, se pueden mejorar las nefastas consecuencias del maltrato", concluyó Graciela Wajner de Porcelli Piussi.

Amplio espectro de investigaciones




 La psicóloga clínica Mirta Casas sostuvo que "cuando se habla del comportamiento humano, nos enfrentamos a diferentes concepciones y teorías que tratan de focalizar aspectos diversos".


 "Las conductas agresivas y la violencia en general, también abarcan un amplio espectro de estudios e investigaciones, de las cuales se puede conceptualizar el comportamiento agresivo como aquel que se lleva a cabo con el objetivo consciente o inconsciente de causar daño a alguien, o también a uno mismo", expresó.


 El comportamiento del hombre dependería, según algunas teorías, de cómo ha sido educado y estimulado. O también, como impulsos internos que han de ser satisfechos. Algunos investigadores de niños han evaluado que la conducta agresiva "se aprende".


 "Sin menospreciar los factores biológicos, cognitivos, sociales y de personalidad --continuó--, los aspectos que cobran un papel especialmente importante en la explicación de la aparición de conductas violentas, son los factores ambientales".


 Destacó Casas que "es fundamental el papel de la familia, pues si la agresividad (en distintas formas) es la manera de resolver problemas interpersonales e individuales desde la infancia, el modelo será predictor de la futura delincuencia y conductas agresivas de sus hijos".


 Según la psicóloga, dentro de las variables implicadas en la etiología familiar de hijos con comportamientos violentos, se encontrarían: ausencia de modelos y marcos de referencia de comportamiento socio-familiar, rechazo y actitudes abandónicas de padres a hijos, negativismo adulto, refuerzo positivo a la agresividad, empleo de castigos corporales, abuso y acoso psicosexual e infantojuvenil, aislamiento social de la familia y frustración crónica, entre otros aspectos.

"Poder y control"




 La violencia familiar puede adoptar muchas formas, pero siempre incluye "el uso de intimidación, amenazas o conductas violentas para ejercer poder y control sobre otra persona", afirmó.


 "Se vive ante una penosa realidad en la cual la violencia, que debería estar ya desterrada en una sociedad civilizada, sigue actuando significativamente y, aún peor, continúa sorprendiendo con las maneras en que se manifiesta", indicó.


 Dijo que "cada vez más se estudia la violencia en la familia como base de tanta violencia. Cada ser humano debería tomar conciencia de la agresividad que se genera en el hogar, en los trabajos y en las calles, como forma de poder evitar o cambiar la actitud de vida en una forma más sana y saludable".

Falta de modelos




 "Los jóvenes están actuando de una forma vandálica como consecuencia de la falta de modelos, valores, del desamor, del abandono emocional de los padres o de la falta de conocimientos que le impiden razonar", sostuvo la profesional.


 Y agregó: "También es consecuencia de la ira reprimida que muchas veces los motiva a cometer actos inhumanos, muchas veces agravado por las consecuencias de las conductas nocivas del alcoholismo y las drogas".


 Este tipo de comportamientos requiere de un tratamiento serio y profundo, ya que sumado a los factores de personalidad, se necesitaría la intervención de profesionales e instituciones especializadas.


 Las conductas agresivas también encubren "sentimientos de tristeza y desvalorización y requieren una atención sociocultural, además de los clásicos tratamientos psicológicos y psiquiátricos", opinó Casas.


 "Un denominador común --expresó-- son las decepciones que jaquean la autoestima. En ésta articulan la historia personal, realizaciones, trama de relaciones significativas y expectativas respecto del futuro. Por eso muchos síntomas depresivos confluyen en la violencia y adicciones".


 Mencionó además que "todos los casos de violencia llevan a reflexionar como problema social que involucra a todos y, en especial, a los profesionales de la salud, para evaluar las situaciones sociales que afectan gravemente los indicadores subjetivos, sobre todo a los jóvenes, y poder conjuntamente proponer un modelo de vida menos destructivo, que ayude a preservar un proyecto de vida deseable".

Sin respuestas. Pese a los esfuerzos de las instituciones que tienen contacto con los menores, no se ha desarrollado aún una respuesta eficaz contra el maltrato infantil. Y una de las principales dificultades es la falta de información sobre su real dimensión y características, en especial cuando se produce dentro del hogar, debido a que la práctica de denuncia no está extendida y, cuando existe, son mínimos los casos sancionados por la justicia.

Marcela Cisternas/"La Nueva Provincia"