Bahía Blanca | Martes, 01 de julio

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RUINAS DE SAN IGNACIO MINI, EN MISIONES

MAJESTUOSA OBRA DE LOS JESUITAS El espectáculo "San Ignacio Mini, Imagen y Sonido", recrea, sobre los muros de la obra más grande de los jesuitas, la tarea evangelizadora que los frailes realizaron en el nuevo mundo. Un juego de luces y sombras acompaña el relato de aquella enorme experiencia: la unión de la cultura europea con la de los pueblos originarios.


MAJESTUOSA OBRA DE LOS JESUITAS




El espectáculo "San Ignacio Mini, Imagen y Sonido", recrea, sobre los muros de la obra más grande de los jesuitas, la tarea evangelizadora que los frailes realizaron en el nuevo mundo. Un juego de luces y sombras acompaña el relato de aquella enorme experiencia: la unión de la cultura europea con la de los pueblos originarios.












 De las reducciones que los jesuitas dejaron en América fluye la certeza de que fueron obras inconclusas, que no alcanzaron su destino de grandeza.


 Los historiadores coinciden en que la expulsión de los frailes de las tierras vírgenes esconde intrigantes trasfondos políticos.


 En las cortes española y portuguesa no veían con buenos ojos el elevando nivel social y tecnológico que los jesuitas habían alcanzado, organizando pueblos y fundando misiones con los guaraníes, un pueblo tan inteligente como creativo.


 La distancia y las lentas comunicaciones entre mandantes y mandados y, seguramente, la codicia de ambos, no fueron ajenos a esta decisión que truncó la historia de fe iniciada en 1605, por sacerdotes de la orden de San Ignacio de Loyola.


 Los religiosos se fueron en 1768, pero su legado perdura abrazado por la corteza del "ibapohy", el exuberante árbol que envuelve sus paredones de rocas coloradas.


 La expulsión ordenada por el rey Carlos III los acusa de haber formado un estado independiente y de tener un ejército propio.


 El espectáculo relata, en primera persona, cómo era la vida cotidiana en esa misión, que alcanzó un desarrollo que se tradujo en logros de avanzada para la época, como una imprenta y un observatorio astronómico.


 Y, también, donde se enseñaba el lenguaje oral y escrito y se incentivaba el arte, en sus diferentes manifestaciones.


 Durante los recientes trabajos de restauración realizados en San Ignacio Miní, el espectáculo fue descontinuado y acaba de inaugurarse con sonido cuadrifónico y proyecciones multimediales, considerado único en Sudamérica.




 "La tierra sin mal".


 Las ruinas son testigos de aquella enorme utopía de la selva y de una experiencia sociocultural, sin precedentes en el mundo, que tres siglos atrás protagonizaron los jesuitas y el pueblo guaraní.


 Un pueblo que buscaba "la tierra sin mal", porque creía que en ella moraban sus dioses, custodios de las almas cuando estas se alejan del cuerpo.


 Hologramas y proyecciones sobre una bruma artificial, generada con agua, introducen al visitante en la vida diaria de la misión, un mundo nuevo para los nativos, que asistían asombrados el nacimiento de esas inmensas reducciones donde los sacerdotes, obsesivos militantes religiosos, organizaban comunidades respetando la autoridad de sus caciques.


 Para ellos esos ámbitos fueron la forma de evadir la esclavitud y el acecho de los bandeirantes brasileños y rápidamente se adaptaron al sistema de trabajo obligatorio y riguroso.


 Pero también aprendieron a tallar la madera, construyeron arpas, vihuelas y cornetas y se descubrieron sensibles a la música.


 Se podría decir que este período de paz y trabajo fue, para los guaraníes, como haber encontrado el camino hacia la "tierra sin mal", mientras construían los altos muros con piedras de asperón rojo, artísticamente grabadas y perfectamente talladas para ensamblarse, entre sí, sin ningún tipo de argamasa.


 San Ignacio Miní se terminó en 1724, ornamentada con figuras de ángeles, palomas y motivos tomados de la flora local.


 Los frailes, en un principio, siguieron a los pueblos nativos, que eran seminómades, atravesando con santa paciencia selvas y ríos desconocidos, hasta fundar y organizar las misiones que oficiaron de ancla para un pueblo naturalmente inquieto.


 El estilo barroco influyó sobre la arquitectura, como se evidencia en los 30 pueblos de la llamada "Provincia Jesuítica del Paraguay", que se conformaron, entre 1609 y 1768, en la actual frontera de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Pueblos que llegaron a tener una población de 120 mil aborigenes y un centenar de religiosos.


 La estructura básica urbana tenía una plaza de armas, la iglesia, los edificios comunales, la escuela y las salas, además de dependencias para nativos y religiosos y un cementerio aledaño.




 Hacia la decadencia.


 El relato se torna conmovedor cuando alude a la decadencia de las misiones, tras la expulsión de los jesuitas, que determinó que, durante el siglo XIX, esos pueblos se transformaran en ruinas que la exuberante vegetación fue cubriendo y relegando al olvido.


 Así permanecieron hasta que el escritor Leopoldo Lugones las redescubre en 1903, cuando emprende una aventura por la tierra colorada, llevando como fotógrafo al uruguayo Horacio Quiroga, quien, tras un corto y fastuoso viaje a París, regresa y encuentra que la selva misionera es su lugar en el mundo.


 Los misterios y los sonidos de la espesura atraparon para siempre al cuentista y lo acompañaron en una vida signada por la tragedia.

CORINA CANALE


DATOS DE INTERES


Dónde está

San Ignacio Miní esta sobre la ruta nacional 12, a 63 kilómetros de Posadas, la capital de Misiones, y a 237 de las Cataratas del Iguazú. La localidad de San Ignacio cuenta con servicios turísticos.


Abierto al turismo

El Circuito Internacional de las Misiones Jesuíticas fue el primer producto turístico del Mercosur. Este recorrido por las raíces de América abarca las ruinas jesuíticas de San Ignacio, Santa Ana, Loreto y Santa María, en Argentina; Trinidad, en Paraguay, y San Miguel en Brasil.


Bien transcendente


San Ignacio Miní fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1949 y en 1986 la UNESCO la declara Patrimonio Cultural de la Humanidad.


Testimonios


En la Casa de Misiones en la Capital Federal, avenida Santa Fe 989, llevando un CD, copian un video de la misión y fotos.







El espectáculo









































 * Al aire libre, por la noche y con una duración de 45 minutos


 * Tecnología empleada: sonido cuadrifónico, iluminación y proyecciones multimediales en muros y sobre bruma de agua artificial.


 * Funciones: los siete días de la semana. En primavera y verano, a las 20 y en otoño e invierno, a las 19.


 * Tarifa única: 10 pesos, que se abonan al acceder al predio.


 * Idiomas: el relato está disponible en español, inglés, portugués, francés y alemán.


 * Grupos: de no más de 100 personas.


 * La Administración de la Misión Jesuítica de San Ignacio, tiene el teléfono (03752) 47-0186 e-mail [email protected]



Por las cataratas










 El gobierno de Misiones está realizando una campaña recordando la importancia de sumarse a la votación por Internet, para que las Cataratas del Iguazú lleguen a ser finalistas del Concurso Las 7 Maravillas de la Naturaleza.


 Las Cataratas ya fueron elegidas junto a otros 27 sitios del mundo, de los que saldrán las nuevas maravillas naturales.


 El concurso lo organiza la fundación suiza New 7 Wonder y los resultados se conocerán en el 2011.


 Para emitir el voto sólo hay que ingresar a www.votocataratas.com que es la página habilitada.




La casa de Quiroga











 La casa del escritor Horacio Quiroga en San Ignacio, en plena selva, fue el lugar donde el cuentista pasó largos períodos de su vida.


 Convertida ahora en Casa Museo, alberga algunos muebles originales, su silla y su escritorio, pero fundamentalmente denota la forma en que el genio vivió allí tan rudimentariamente.


 En el borde extremo de la selva, sin caminos y con apenas algún barco que se detenía en su camino hacia Iguazú, el cuentista comienza su carrera literaria en la que mucho influyeron los relatos cortos de Edgar Allan Poe.


 Con sus famosos Cuentos de la Selva, inspirados en el paisaje que había elegido, Quiroga fue de los primeros escritores sudamericanos en incursionar en la literatura infantil.


 Su vida estuvo jalonada de suicidios, incluidos los de su primera mujer y sus hijos, y de accidentes fatales.


 También él, protagoniza una muerte digna de sus ficciones, al suicidarse con cianuro el 19 de febrero de 1936, el mismo año en que también se quitan la vida Lugones y Alfonsina Storni.


COMO LO VIVI

Un capítulo inmortal


FERNANDO ALVAREZ (*)














 Al llegar a San Ignacio, lo primero que nos da la bienvenida y deslumbra es su naturaleza, donde se combinan el rojo ladrillo de la tierra, con el increíble verde de su vegetación.


 Todo parece indicar que allí la primavera es una estación que se extiende a lo largo del año entero.


 Los anfitriones son los mismos aborigenes guaraníes, quienes, sin olvidar sus costumbres, aunque avasallados por el modernismo, tratan de ganarse la vida, a través de sus artesanías.


 Al iniciar el recorrido por las ruinas, esas construcciones maltratadas por el tiempo se irán transformando en casas, talleres y templos, gracias al cálido y simple relato de un guía del lugar, que con gran pasión, propia de alguien que habla de sus raíces, nos invita a viajar en el tiempo, para entender la finalidad de las misiones jesuíticas y la forma de vida de los aborigenes de aquellos tiempos.


 El silencio, respeto y la emoción se adueñan del espacio, al llegar a la fachada del templo.


 La arquitectura del lugar impresiona, tanto por su tamaño, como por diseño y conservación.


 Cuesta creer que semejante obra fue construida hace casi 400 años.


 Lógicamente, como turistas, es el tiempo de sacarse la mayor cantidad de fotos.


 Retratarse en ese lugar pareciera lograr inmortalizarnos en la historia, como lo hicieron los sacerdotes jesuitas y guaraníes.


 Visitar las Ruinas de San Ignacio fue como vivir por dentro un capítulo de una película de nuestras raíces, que tuvieron a los aborigenes como protagonistas, bajo el imponente marco de la selva misionera y de las obras jesuíticas.




(*) Periodista.