Voces a favor e informes en contra de Carlos Mandolesi
Mientras tres peritos en psicología de distintos ámbitos manifestaron que de las entrevistas --a las presuntas víctimas y otros alumnos-- surgían los supuestos abusos sexuales, un profesor, dos directivos y un estudiante de la Escuela Especial Nº 512, defendieron al maestro acusado, Carlos Alberto Mandolesi (60).
Con nueve testimonios se completó ayer la segunda jornada del juicio oral y público, que el Tribunal en lo Criminal Nº 2 sigue contra el docente y que continuará hoy con la recepción de nueva prueba testimonial --quedarían aproximadamente diez testigos-- y la formulación de los alegatos por parte del fiscal Eduardo Quirós y el defensor Maximiliano De Mira.
En el inicio del debate, el miércoles, los dos alumnos que dijeron haber sido víctimas de "la operación" (supuesto castigo de Mandolesi a sus alumnos que consistía en ubicarlos en medio de una ronda y golpearlos, desnudarlos y tocarles los genitales) ratificaron los hechos, así como la asistente social Mabel Di Sanzo, quien motorizó la causa.
Los hechos trascendieron a mediados de 2000 y el imputado se encuentra en libertad, desde que la justicia de Garantías no encontró méritos para dictar su prisión preventiva. No obstante, la causa avanzó hasta el juicio.
En la víspera, inició la ronda testimonial la psicóloga Irene Padula, quien, para aquella fecha, asistió en la sala médica de Villa Harding Green a una de las presuntas víctimas.
Confirmó que, si bien el joven era poco comunicativo y vergonzoso, en una ocasión se refirió a la situación de supuesto maltrato en el colegio.
Dijo que el chico expresó que Mandolesi, cuando debía "castigarlos" les hacía "bajar los pantalones adelante de sus compañeros".
A Padula le impresionó como "verídico" el relato del joven, en el marco de "un clima emocional de mucha humillación", aunque luego advirtió, como otras profesionales, que dicha actividad parecía "naturalizada".
La licenciada María del Carmen Iribar, del Centro de Asistencia a la Víctima, indicó que mantuvo entrevistas domiciliarias con los dos menores, así como con sus madres, y que ambos "refirieron con mucha vergüenza lo que sucedía con el maestro Carlos".
Uno le indicó que, en medio de "la operación", le "pegaban, escupían y tocaban", mientras que el otro aseguró que en una oportunidad "le bajaron los pantalones", aunque sin hacer mención a tocamientos.
"Me conmovió realmente el relato de los chicos; es lo que más me acuerdo", declaró la especialista.
María Florencia Martella, perito del Tribunal de Menores, manifestó que mantuvo conversaciones con al menos 15 alumnos que no serían víctimas de estos hechos y que algunos de ellos aludieron a "un juego habitual, con conductas físicas agresivas".
Declaró --según la recopilación de los dichos-- que el profesor sospechado "intervenía" cuando "la operación" se tornaba violenta.
Finalmente, opinó que la mayoría de los escolares evaluados llegó a comprender la gravedad del asunto una vez que la cuestión se "judicializó".
"Esto ha sido armado"
Entre los testigos que favorecieron a Mandolesi, se destacó el profesor de Educación Física, José Alberto Peralta, quien, tal como lo había adelantado ayer a este diario, consideró que la denuncia "es una falacia".
"Intuyo que esto ha sido programado y armado y que los chicos fueron fáciles de persuadir", expresó ante los jueces María Eloísa Errea de Watkins, Alejandro Salvador Cantaro y Hugo Adrián De Rosa.
"No pasó lo que dicen que pasó. Pudo ser un juego, pero ningún hecho de la magnitud de los que se dicen", expresó.
Calificó de "excelente" la relación de Mandolesi con los alumnos y con sus colegas y confesó que no era bueno el trato que la asistente social Di Sanzo mantenía con la mayoría de los profesores.
Consideró que dicha auxiliar "se manejaba en forma arbitraria".
Consultado sobre el hecho registrado el 11 de mayo de 2000, que originó el sumario, dijo que ese día él estaba en el patio del colegio y que vio "un tumulto", aunque aseguró que ese tipo de incidentes "son normales" en los establecimientos especiales. "Es un modo de vida, porque todos los juegos son violentos", graficó.
Peralta, finalmente, dijo desconocer "la operación" y aseveró que si hubiera existido algún delito, "lo hubiera sabido enseguida", a partir de su estrecha y positiva relación con los alumnos.
"Influenciables"
Norma Puente, entonces directora del colegio ubicado en Necochea 889, tomó conocimiento del caso por parte de la docente Delia Rojo, que era nueva en la institución.
Según los dichos de la maestra, se trató de un tumulto y de una situación "un poco confusa", pero no habría sido "muy conflictiva", según pudo averiguar después.
Reconoció que tuvo una charla con el alumno involucrado y que tomó ese incidente como un juego, "sin situación de riesgo".
Puente también apuntó hacia Di Sanzo, al sostener que "era difícil trabajar con ella, porque no aceptaba sugerencias y se sentía perseguida".
En ese sentido, recordó que los otros cinco integrantes del equipo de apoyo de la escuela, rectificaron su postura referida a la denuncia, "porque creyeron que habían sido engañados" por la asistente social.
Por otro lado, consideró que los alumnos, con sus capacidades mentales disminuidas, "son vulnerables e influenciables" y estimó que sus dichos "fueron inducidos".
"Esto era para favorecer o perjudicar a alguien, pero no sé de quién; esa es la pregunta del millón", destacó.
Esteban Saralegui, ex alumno de la Escuela 512, calificó de "agresivos" a los dos denunciantes y, por el contrario, dijo que Mandolesi "es un buen profesor, jamás me faltó el respeto" y que gracias a él pudo aprender un oficio.
Aseguró que aquel día existió una pelea entre varios chicos, pero que no se registró ningún hecho de índole sexual.
Julia María García, madre de dos alumnos que concurrían a la escuela, admitió que sus hijos le hablaron sobre la "la operación", que supuestamente consistía en "apretar los genitales" de quienes se portaban mal, pero sin bajarles los pantalones.
De todas maneras, el fiscal Quirós le hizo notar una contradicción con su declaración de primera instancia, cuando dijo que sí les bajaban los pantalones, aunque la mujer vinculó la inexactitud con el largo tiempo transcurrido.
¿Disputa por los proyectos?
Una de las versiones que ataca los cargos contra Mandolesi, referida a supuestas diferencias entre el profesor y la asistente social Mabel Di Sanzo, respecto de algunos proyectos laborales, fue confirmada ayer por la ex vicedirectora de la Escuela Especial Nº 512.
Ante el tribunal, la docente Sandra Barroso coincidió con los dichos de la dirigente gremial Marta Pissinis, del Centro de Educadores Bahienses, quien los había hecho conocer públicamente un día antes.
"No sé de dónde salió tanta cosa, pero sí puedo decir que (Mabel) Di Sanzo estaba en contra de proyectos de Carlos (Mandolesi) y Ramón (Fernández)", el otro profesor de la materia Mantenimiento.
Explicó que la empresa Polisur aportaba dinero al colegio para distintas iniciativas y que una de las ideas de Di Sanzo (pagarle a las madres que colaboraban con la entidad y ella recibir un plus para coordinar esa tarea), fue desestimada en favor de la de los dos profesores, relacionada con la construcción de nuevas aulas.
"Siempre me pregunté dónde estaba yo cuando ocurrió esto que se dice. Nunca vi ni me enteré de nada y, sino, hubiera sido yo la primera en denunciarlo", indicó Barroso, quien estuvo 16 años en el cargo.
Cuestionó a Di Sanzo porque supuestamente se extralimitaba en su función de asistente social y "era muy individualista", y señaló que el día del incidente, la maestra Delia Rojo, quien se lo hizo conocer, aludió a una especie de "manteada" contra un chico.
"No me refirió nada agravante o algo sexual", dijo.